El interés por los estilos o modos de aprendizaje surge a partir de la evidencia de que a pesar que las condiciones: y métodos de aprendizaje son los mismos, algunos alumnos aprenden con mas rapidez que otros, decodifican la información recibida de manera diferente que otros, emplean métodos diferentes para analizar; recordar, procesar y evocar la información recibida. Esta problemática se enmarca en las observaciones de las diferencias individuales respecto a la personalidad, al modo de interactuar, de percibir la realidad entre otras múltiples diferencias personales con la que se impregna el comportamiento individual y la realidad en la que actúa el sujeto.
La definición de este constructo ha generado una serie de dificultades para su adecuada comprensión. La gran diversidad y maneras de conceptuar los estilos de aprendizaje, se entiende desde aspectos acerca de las modalidades sensoriales preferidas por el sujeto hasta descripciones de las características de personalidad, que tienen implicaciones en los patrones de comportamiento en situaciones de aprendizaje del individuo (analítico, global, impulsividad, reflexividad, concreto, etc.).[1]
Cuando aludimos a los estilos de aprendizaje nos encontramos con una diversidad en el empleo de términos que buscan describir el mismo concepto, como por ejemplo: estilos cognitivos, estilos mentales, estilos de pensamiento, estilos intelectuales, enfoques de aprendizaje, modos de aprendizaje, etc.
En el abordaje de este tema, se han dado diversos esfuerzos por elaborar una definición de conjunto e Integrativa de los distintos planteamientos teóricos y metodológicos en torno a los estilos de aprendizaje; es así que, se procuraron definiciones o modelos de los estilos de aprendizaje que integran un conjunto de factores, conductas o actitudes que incentivan el aprendizaje del alumno en unas pocas dimensiones. En concordancia con este planteamiento Keefe (1979, 1982: referido por Serrano, 1995) nos propone una definición tridimensional del estilo de aprendizaje en las que integra las características cognitivas, afectivas y psicológicas del comportamiento del alumno.
La dimensión cognitiva implica los procesos de la cognición del estudiante que reflejan como este aprende; es decir, como este codifica, decodifica, procesa, almacena y recupera la información cuando aprende. Este aspecto del estilo de aprendizaje, hace referencia al denominado estilo cognitivo, que a su vez presenta cuatro enfoques: dependencia-independencia de campo, el tiempo conceptual, las preferencias de modalidad perceptiva y el estilo agudizacion-nivelamiento (o discriminación –no discriminación).
La dimensión afectiva relacionada directamente a las características emocionales y de personalidad vinculadas con áreas tales como la motivación, la atención, el locus de control, los intereses, la capacidad para asumir el riesgo, la persistencia, la responsabilidad y la sociabilidad.
La dimensión psicológica que comprende las modalidades de percepción sensorial, las características ambientales, las necesidades de nutrición, los momentos del día para un optimo aprendizaje y otros aspectos relacionados con la salud del estudiante.
Según lo expuesto se puede concluir que en una Conceptualizacion de los estilos de aprendizaje deben considerarse las siguientes variables: el estilo impulsividad-reflexividad, el estilo analítico-sintético, las modalidades sensoriales, el nivel de atención en la tarea y el tipo de agrupamiento. Las opciones del estudiante por alguna de estas variables definirán su estilo particular de aprender.[2]
Sternberg (1998, 1990a, 1990b; referidos por Serrano (1995); desde su teoría de los estilos intelectuales considera que “los estilos son modos que la personas tienen de utilizar su inteligencia y constituyen una fuente importante de diferencias individuales, muy por encima de la inteligencia”. Los estilos como fuente de diferencias individuales se observan en una diversidad de tareas, comportamientos y procesos intelectuales tanto dentro como fuera del contexto escolar.
Los estilos de aprendizaje aluden a que cada estudiante aprende de forma distinta a sus compañeros esto depende directamente del medio ambiente inmediato, la propia emotividad, las necesidades físicas.
Es posible definir el concepto de estilo de aprendizaje con una caracterización de Keefe (1988) recogida por Alonso et al (1994:104): “los estilos de aprendizaje son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables, de cómo los alumnos perciben interacciones y responden a sus ambientes de aprendizaje”.
Los rasgos cognitivos tienen que ver con la forma en que los estudiantes estructuran los contenidos, forman y utilizan conceptos, interpretan la información, resuelven los problemas, seleccionan medios de representación (visual, auditivo, kinestésico), etc. Los rasgos afectivos se vinculan con las motivaciones y expectativas que influyen en el aprendizaje, mientras que los rasgos fisiológicos están relacionados con el biotipo y el biorritmo del estudiante.[3]
El término ‘estilo de aprendizaje’ se refiere al hecho de que cada persona utiliza su propio método o estrategias a la hora de aprender. Aunque las estrategias varían según lo que se quiera aprender, cada uno tiende a desarrollar ciertas preferencias o tendencias globales, tendencias que definen un estilo de aprendizaje. Se habla de una tendencia general, puesto que, por ejemplo, alguien que casi siempre es auditivo puede en ciertos casos utilizar estrategias visuales.[4]
Cada persona aprende de manera distinta a las demás: utiliza diferentes estrategias, aprende con diferentes velocidades e incluso con mayor o menor eficacia incluso aunque tengan las mismas motivaciones, el mismo nivel de instrucción, la misma edad o estén estudiando el mismo tema. Sin embargo (Sin mención de autor, 2000), más allá de esto, es importante no utilizar los estilos de aprendizaje como una herramienta para clasificar a los alumnos en categorías cerradas, ya que la manera de aprender evoluciona y cambia constantemente.
Revilla (1998) destaca, finalmente, algunas características de los estilos de aprendizaje: son relativamente estables, aunque pueden cambiar; pueden ser diferentes en situaciones diferentes; son susceptibles de mejorarse; y cuando a los alumnos se les enseña según su propio estilo de aprendizaje, aprenden con más efectividad.
En general (Woolfolk, 1996:126), los educadores prefieren hablar de ‘estilos de aprendizaje’, y los psicólogos de ‘estilos cognoscitivos’.
Otros autores, por último, sugieren hablar de ‘preferencias de estilos de aprendizaje’ más que de ‘estilos de aprendizaje’. Para Woolfolk (Woolfolk, 1996:128), las preferencias son una clasificación más precisa, y se definen como las maneras preferidas de estudiar y aprender, tales como utilizar imágenes en vez de texto, trabajar solo o con otras personas, aprender en situaciones estructuradas o no estructuradas y demás condiciones pertinentes como un ambiente con o sin música, el tipo de silla utilizado, etc.
La preferencia de un estilo particular tal vez no siempre garantice que la utilización de ese estilo será efectiva. De allí que en estos casos ciertos alumnos pueden beneficiarse desarrollando nuevas formas de aprender.
Kolb y Cols. (1977: referido por Polanco, 1995) elaboraron un inventario sobre el estilo de aprendizaje a partir del modelo de aprendizaje mediante experiencias, que considera que en el proceso de aprender participan dos procesos básicos: la percepción del contenido a aprender y el proceso de la misma.
La percepción de los contenidos se pueden realizar mediante la experiencia concreta de los acontecimientos o mediante la conceptualización abstracta de los mismos. Este proceso también, puede llevarse a cabo por dos vías opuestas: la experimentación activa a la observación reflexiva.[5]
La combinación de estos procesos básicos nos permite identificar cuatro estilos (kolb. 1977; referido por Polanco, 1995) de aprendizaje según exista o no la prevalencia de determinadas dimensiones, que a continuación se describen:
a. Estilo convergente
Este estilo de aprendizaje se define por que la realidad se percibe a través de la conceptualización abstracta predominante en este tipo de sujetas, y se procesa mediante la experimentación activa: de tal, forma que los individuos llevan acaba la aplicación de sus ideas y suelen desempeñarse adecuadamente en pruebas convencionales de inteligencia con una respuesta correcta (Torrealba, 1972; referido por Polanco, 1995).
Estos sujetos emplean eficazmente el razonamiento hipotético deductivo son relativamente insensibles y muestran preferencias por los objetos más que por las personas.
b. El estilo divergente.
Este estilo de aprendizaje es definido por las personas que perciben la realidad cognoscente mediante la experiencia concreta y la procesan a través de la observación reflexiva.
c. El estilo asimilador
Este estilo de aprendizaje es definido por las personas que perciben la realidad a través de las conceptualizaciones abstractas y que procesan mediante la observación reflexiva.
d. El estilo acomodador
Este
estilo es definido por las personas que perciben la realidad a través de la
experiencia concreta y la procesan mediante la experimentación activa.
[1] Alonso, C.; Gallego, D.; Honey, P.(1995). Los Estilos de Aprendizaje-Procedimientos de diagnóstico y mejora. Bilbao: Mensajero.
[2] Elías Castilla Rosa Perez (1999). Principales métodos y técnicas educativos. Editorial San Marcos.
[3] Beltrán, J. (1995). Procesos, Estrategias y Técnicas de Aprendizaje. Madrid: Síntesis.
[4] Capella Riera, Jorge (1999). Aprendizaje y constructivismo. Ediciones massey and Vanier. Lima – Perú.
[5] Coloma, C.; Tafur, R. (2000). Sobre los Estilos de Enseñanza y Aprendizaje. Revista de Educación Pontificia universidad Católica del Perú, 9, 51-79.