Teorías psicoanalíticas.

Para hablar de estas teorías no se debe dejar de mencionar al padre del Psicoanálisis, Sigmund Freud, quien señala la importancia de las etapas psicosexuales por las que atraviesa el niño, se resalta el órgano o función que produce placer y por lo tanto despierta el interés del niño en determinado momento. Así, en la etapa oral (durante el primer año de vida), se centra el placer en la boca, relacionando este período a la succión y nutrición en general. Entre los dos y tres años se localiza la etapa anal, en donde la principal sensación de placer la ofrece la eliminación o retención de las heces, es en esta etapa cuando se adquiere el control de esfínteres y posteriormente la etapa fálica de los tres a los siete años, en donde la atención se encuentra en los genitales y es en esta etapa cuando se crea el complejo de Edipo, que al evolucionar negativamente (si es reprimido el impulso) dará origen a la neurosis, por el contrario, si evoluciona en forma positiva, al superarse sin represiones, permitiendo al niño ingresar al período de latencia sin problemas, para después llegar a la pubertad y posteriormente al período genital, que continúa hasta la vida adulta; según esta teoría el niño puede quedarse en alguna de estas etapas y no evolucionar adecuadamente o sólo en forma parcial y arrastrar secuelas por el resto de su vida de esa etapa mal superada.

Sin abandonar totalmente la teoría del psicoanálisis, E. Erikson le agrega componentes culturales y sociales, que según su propuesta permite al niño salir de sus crisis de desarrollo enriqueciendo su personalidad, para ello propone ocho etapas de evolución de la vida, cada etapa es una crisis psicosocial por vencer y una fortaleza por crear.

En la primera etapa o infancia de cero a doce meses, ocurrirá la crisis de confianza vs. desconfianza, cuando el niño dependiente de la madre es atendido en sus necesidades básicas de forma inmediata, se crea entonces la confianza, al no ocurrir de esa forma, la desconfianza se hace presente.

La segunda etapa está ubicada en la niñez temprana de uno a tres años, se caracteriza por el inicio de la independencia y autonomía que el niño va logrando, pero en este período la madre empieza a imponer el control de esfínteres, que no siempre le agrada, entonces inicia un proceso de no saber si agradar a la madre o hacer lo que quiere, es entonces cuando se presenta la crisis de autonomía vs. vergüenza y duda; al final el niño adquiere los elementos para determinar que es bueno o malo, si y no, tuyo y mío.

La siguiente etapa se localiza alrededor de los tres o cuatro años y hasta los seis o siete, en este período el niño se encuentra en la edad del juego, pero se caracteriza por el descubrimiento del sexo, no sólo genitalmente, sino con todo lo que conlleva y se presenta la crisis de iniciativa vs. culpa, de querer escoger y hacer las cosas a su manera, pero como el adulto le impone reglas entonces su fantasía lo lleva a querer destruir a todo aquel que implique autoridad, lo que le resulta en un sentimiento de culpa. En este período es cuando se presenta el complejo de Edipo, lo que se desea es ocupar el lugar del padre del mismo sexo y hacerlo desaparecer por su identificación con el del sexo contrario y es aquí en donde se corre el riesgo de la neurosis del adulto, pero si se logra sobrellevar, logra organizar y planear su vida con propósitos y autoestima, saldrá fortalecido con una identidad afirmada y gran capacidad de iniciativa. Se mencionan otras crisis que se van desarrollando conjuntamente con ciertos períodos hasta llegar a la edad adulta como la cuarta etapa de los siete a doce años llamado edad escolar, en donde se enfrenta la crisis de destreza vs. inferioridad; posteriormente llega la adolescencia en la que enfrenta la crisis de identidad vs. confusión; una sexta etapa es reconocida como la adultez joven y su crisis denominada intimidad vs. aislamiento; la séptima llamada madurez con una crisis de producción vs. inercia y por último la vejez, en la que deberá resolverse la crisis de integridad vs. hastío.

Estas teorías son muy ricas en elementos que tratan de explicar el desarrollo emocional y social, no se encuentran separadas como puede observarse de las cognitivas de Piaget y Vygotsky.