SOBRE EL ORIGEN DE LOS VISIGODOS CON ALGUNAS ACOTACIONES SOBRE SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA CON INCIDENCIA EN LA VIDA JURÍDICA DE LOS GALOS E HISPANO-VISIGODOS
Dentro de los pueblos germanos resaltan los visigodos quienes rastrean su origen en tierras de Escandinavia. Los grupos étnicos de los godos iniciaron desde los cursos de los ríos Vístula y Oder un movimiento migratorio en el siglo II a. C. con dirección al mar Negro con choques guerreros con las huestes romanas que se hicieron más intensos en el siglo III. Estos pueblos se fraccionaron en el siglo IV d. C. en dos grupos: los ostrogodos (godos «brillantes») y los visigodos (godos «sabios»).
En el año 411, grupos germanos ocuparon la península Ibérica salvo la zona oriental de la provincia Cartaginense y la Tarraconense.
Los visigodos dirigidos por Ataúlfo ingresaron a este último territorio después de cuatro años. El sucesor de Ataúlfo llamado Walia después del reinado de Sigerico que duró siete días pactó con los romanos en el año 418 mediante un foedus : tierras para los visigodos para su asentamiento a cambio de ayuda militar, estableciéndose el reino visigodo al sur de Francia cuya capital fue Tolosa. Este foedus entre Honorio y Walia (415-418) constituyó una victoria de la tendencia filorromana que propugnaba un acuerdo entre visigodos e hispanorromanos.
A partir de la segunda mitad del siglo V, los visigodos ocupan España durante las épocas de Teodosio 11(453-466) quien dictó leyes para hispanorromanos y visigodos y de Eurico (466-484) en la Tarraconense y la Lusitania.
El derecho de los pueblos galos e hispano-visigodo encierra un contenido histórico, como sucede con todos los sistemas jurídicos, por los que se hace necesario, por razones pedagógicas y de precisión histórica, proporcionar datos e informaciones en su medio cronológico y especial que siga el curso de las invasiones germánicas en la península Ibérica, con el señalamiento de diversos jalones de su itinerario político. Algunos juristas de la historia del derecho, como es el caso de Galo Sánchez, sostienen que con la migración de los pueblos germánicos se inicia la edad media española. Con posterioridad el historiador belga Jaeques Pirenne y el romanista alemán Paul Koschaker sostienen que la invasión de los mahometanos entre los años 633 al 732 del oriente medio, norte de África, España y parte del sur del reino franco y el consiguiente control por éstos del mar Mediterráneo, tiene más importancia que la invasión germana y es con la irrupción del Islam que se marca el inicio de la Edad Media. Aparece en este momento de migración islámica la ruralización de la economía europea y el feudalismo.
Existió dentro de los visigodos una facción que puede denominarse »nacionalista» contraria a la filorromana que no era partidaria de la convivencia pacifista con Roma. sino del choque guerrero con el Imperio mirando con desagrado la sumisión a Roma. Esta facción eligió como jefe visigodo a Alarico 1, de la familia de los Balthos, quien puso su espada en alto mirando hacia occidente. El monarca gobernó a los visigodos entre los años 395 al 410. Después de dos fracasos guerreros sobre tierras de Italia, Alarico 1 realizó un tercer intento saqueando Roma el 24 de agosto de año 410, respetando del asalto alas basílicas de San Pedro y San Pablo pese a ser un hereje arriano.
Ese mismo año fallece Alarico 1, siendo enterrado con funerales épicos cerca de Cosenza, en el lecho del río Busento, cuyo cauce fue desviado de su curso para cavar la tumba del célebre guerrero. Luego las aguas volvieron a cubrir el lugar de la sepultura y los esclavos encargados de estos trabajos fueron degollados para que no se revelara el secreto de la tumba. Alarico 1 no pudo presenciar a su pueblo definitivamente asentado en estas tierras. Le sucedió en el trono de la estirpe visigoda su cuñado Ataúlfo (410-415), quien por un pacto celebrado con el emperador Honorio se comprometió a luchar contra el usurpador Jovino en las Galias. Debe mencionarse que el matrimonio de Ataúlfo con Gala Placidia, provocó las iras del emperador romano por lo que el monarca visigodo se vio obligado a instalarse con sus tropas en la Tarraconense de España. Ataflífo fue después asesinado en Barcelona en el año 415 por miembros del partido «nacionalista» de los visigodos, los que recusaron su acercamiento al Imperio Romano. La invasión de la península Ibérica en tiempos de Ataúlfo marca el inicio de un periodo militar, caudillesco y arriano con una superposición de elementos jurídicos iberos, romanos y germanos. Existe un trípode similar en este primer periodo histórico que cubre el ámbito jurídico desde la invasión de Ataflífo en el año 414 d. C. que abre otra era marcada por la conversión de Recaredo al catolicismo (589 d. C.).
El periodo que comprende el ascenso de Ataúlfo al trono visigodo fue de corte militar y caudillesco con preponderancia de la religión arriana. El sistema jurídico era consuetudinario investido de los principios de la personalidad del derecho que era opuesto al principio territorial de los romanos.
El sucesor de Ataúlfo fue Sigerico (415) quien como ferviente y exaltado nacionalista procedió a eliminar a los hijos del primer matrimonio de Ataúlfo y a vejar el honor de Gala Placidia. Asesinado Sigerico, éste fue sucedido por Walia (415-418) quien consciente de su difícil situación militar en la Tarraconense por el bloqueo marítimo, establece un nuevo foedus con los romanos con fines guerreros en el año 418. No se conserva el texto de este pacto y se conoce sólo por referencias fragmentarias y narraciones incompletas. La opinión más aceptada es que se trata del reparto de tierras comunales, fundos, y casas en los que aplicaron leyes y normas de la hospitalidad romana. Se ha intentado también exponer otra postura para explicar este foedus. Sólo se repartieron y dividieron los grandes latifundios entre los germanos. También se discute la comprensión en cuanto a la extensión del reparto de las tierras. Algunos aceptan la tesis de que fueron dos tercios para los godos (sortes gothícae) («suertes o parcelas góticas») y un tercio para los romanos (tertia romanorum). La solución no es unívoca y generalizada para todos los casos en que ocurrió este reparto de tierras. Alfonso García-Gallo ha expresado que las tierras de labor y los montos de los romanos se dividieron por mitad con los godos en la forma siguiente: la parte que el romano explotaba directamente y que era de corta extensión quedaba en su poder sin repartir pero la parte más extensa de la posesión y que eran entregadas en «sorteo» parcelas a los colonos para que las cultivasen a cambio de una renta y se dividía quedando un tercio para el romano (tertia romariorum) y dos tercios a los godos. Así, el ilustre maestro español añade que la parte explotada directamente y la tercia (o las dos partes de aquella y ésta) equivalía en extensión a los dos tercios del godo (o a un tercio de aquella y los dos de ésta). Muchas veces este reparto no se hacia materialmente por lo que algunas tierras permanecían indivisas. No obstante se comprueba que el reparto de tierras sumaba en conjunto los tercios a favor del godo y del romano de cada una de sus partes, este fue por mitades.
El pacto entre romanos y visigodos impulsa a éstos últimos a guerrear en defensa de los primeros contra alanos y vándalos sílingos y a devolver a Gala Placidia a cambio de que el emperador romano les entregue abastecimientos. El resultado de la cruenta lucha militar es rápido y favorable a este bloque romano-visigodo los que destruyen a suevos y vándalos que buscan refugio en la zona noroeste de la península Ibérica. Como trofeo bélico, los visigodos reciben del emperador Constancio la provincia de Aquitania II en calidad de federada del Imperio. Este hecho marca el inicio del reino visigodo de Tolosa (Tolouse) el que toma los caracteres de Estado. Y los visigodos dejan de ser un grupo nómada para adquirir una estructura política definida.
Las luchas sostenidas en España por suevos y vándalos culminó con el triunfo de éstos quienes ocuparon la Bética (421). Desde ese lugar realizaron incursiones sobre Mauritania y las Baleares, y procedieron a conquistar Sevilla y Cartagena, pero pronto abandonaron la península Ibérica y establecieron su reino en el norte de África en el año 429. España queda entonces solamente ocupada por los visigodos. Teodoredo (418-451) sucede a Walia y procede a independizarse de Roma apoderándose de tierras del Imperio, como la Narbonense. La amenaza de la invasión de los hunos obliga a los visigodos a celebrar una nueva alianza con el Imperio Romano. Teodoredo y su hueste se constituyen en la principal fuerza aliada auxiliar del general romano Aecio en la lucha contra los hunos en los campos de Cataluña (451). El rey Atila que conducía la furia de los hunos es vencido, pero también muere Teodoredo (451). Tampoco la derrota de los hunos es completa porque Aecio, temiendo un excesivo fortalecimiento de los visigodos, permite la huida de Atila. Después de Teodoredo aparecen en el escenario que rodea la monarquía visigótica sus hijos Turismundo (45 1-453) y Teodorico (453-466). Este último se erige en vencedor de la contienda bélica con la ayuda prestada por los suevos, haciendo prisionero a su rey Requiario.
Asesinado Teodorico por su hermano Eurico (446-484) asciende éste al trono quien es reputado por la posteridad como el verdadero fundador del reino visigodo en Tolosa, pues aunque los monarcas Walia y Teodoredo habían sentado las bases en que se sustentaba el reino visigodo, fue Eurico quien rompió definitivamente el ligamen con Roma cuando en el año 476 desapareció su último emperador. Al extinguirse el Imperio Romano con la deposición de Rómulo Augústulo en el año 476, cesó el poder del prefecto romano de las Galias y Eurico se sustituyó a si mismo sobre el prefecto romano de las Galias extinguiéndose los vínculos jurídicos entre romanos y visigodos por el pacto o feudus entre Honorio y Walia en el año 418. Eurico extendió su reino por las Galias y España, y erigió un vasto imperio desde el Guadalquivir al Loira. Eurico dominó al pueblo con las armas y se impuso a éste con las leyes. Persiguió al clero católico aunque ésta fue exagerada a veces por algunos cronistas como Sidonio Apolinar. La historia lo explica por la oposición de estos historiadores a su política.
Desde el punto de vista jurídico, como se podrá apreciar en páginas posteriores, bajo el monarca Eurico quedó compilado el costumbrismo del derecho germánico en un texto redactado en latín y que es conocido como el Código de Eurico encontrado por monjes maurinos de Saint Germain des Prés proveniente de un palimpsesto en su biblioteca, actualmente en la Biblioteca Nacional de París. Fue reconstruido un siglo después por F. Bluhme en una edición de Halle en 1847 y la versión definitiva de Alvaro D’ors en 1960. Su promulgación debió ocurrir entre los años 469 y 481. Según D’ors es una obra que se promulgó con el carácter de edicto, el mismo que sustituye al antiguo edicto romano del prefecto del pretorio para las Galias. Se le conoce como edictum y también como lex. Es el más antiguo cuerpo jurídico escrito del derecho germánico dividido en títulos y capítulos conservándose sólo los números 276-336 con notorios vacíos. Reguló el reparto de tierras entre visigodos e hispano-romanos; el matrimonio; la posesión de armas; los litigios y la distribución tribal. Las leyes de los godos después de Eurico se conocerán por escrito «ya que antes se regían por usos y costumbres.
Eurico murió en Arlés en diciembre del año 484. El mejor epitafio sobre Eurico fue puesto por Sidonio Apolinar; «del mismo modo como domina al pueblo con las armas, así también se impone a éstas con las leyes». Antes de Eurico, los godos se regían únicamente por sus costumbres. Su sucesor fue el hijo de Eurico llamado Alarico II (484-507) quien se enfrentó a los francos durante el reinado de Clodoveo. La lucha culminó en la batalla en Vouillé (507 d. C.) la misma que constituyó una gran derrota para los visigodos a manos de Clodoveo. En ese lugar murió Alarico II. El vencedor Clodoveo tomó Tolosa al año siguiente. Con este hecho se inicia el abandono por los visigodos de las Galias a favor de los francos. Los visigodos constituyen un reino casi exclusivamente hispánico con capital en Toledo terminando así el reino de Tolosa. Bajo el reino de Alarico II se promulgó el Breviario de Alarico o Iex romana visigothorum, la misma que constituye una compilación de fuentes legales romanas tanto para visigodos como para hispano-romanos dentro del Estado visigótico. Esta noción está inserta en el título de la ley: la ley romana para los germanos prohibiéndose que se apliquen otras. Los juristas e historiadores del derecho lo conocen también como Breviario de Alarico o Breviario de Aniano. En tiempos remotos se le llamó Lex romana visigothorum por contener exclusivamente normas de Derecho romano.
Y con la muerte de Alarico II, pese a que tenía un descendiente legítimo llamado Amalarico de cinco años de edad, fue ungido monarca Gesaleico (507-511), hijo natural del difunto. Gesaleico perdió el control de las ciudades ante el avance franco. Entre ellas estuvo Narbona. Huye a Barcelona, donde se enfrenta a los partidarios de su hermanastro Amalarico (526-53 1), cuyos derechos defiende su abuelo y monarca ostrogodo llamado Teodorico. Gesaleico es derrotado en el año 511 y le sucede su hermanastro, aunque bajo la tutela de su abuelo por ser menor de edad. Con la muerte de Amalarico termina la dinastía de los Balthos quienes eran los favorecidos en su designación como monarcas visigodos.
El enfrentamiento de los visigodos en el Imperio de Oriente se produce con el cambio de la dinastía báltica y el ascenso al trono del ostrogodo Teudis (532-548). Este monarca dictó una ley sobre costas procesales que tuvo un carácter general cuya importancia resalta porque sólo menciona el Breviario de Alarico como texto vigente y sin referirse al Código de Eurico. Teudis pretendió rehacer el antiguo Imperio Romano pero muere asesinado como sucedió con el sucesor Teudiselo (548-549). La muerte de éste se encuentra llena de misterios y con sucesos de luchas internas por el control del poder entre Agila (549-554) quien también es muerto de manos de sus partidarios (554) habiéndose instalado el monarca Atanagildo (554-567) tres años antes con la ayuda de los bizantinos. Estos ocuparon el territorio español, el Cartaginense y la Bética. Atanagildo fue sucedido por Liuva (567-572) quien residió casi siempre en las Galias y después por su hermano Leovigildo (573-586) quien conquistó a los suevos. Leovigildo es el más grande de los monarcas visigodos fortaleciendo la autoridad real. Imitó las insignias reales de las formas bizantinas, así como el uso del trono. La corte fue instalada en Toledo. El monarca Leovigildo recorrió y revisó el Codex de Eurico, añadiendo leyes olvidadas y suprimiendo otras que se consideraban superfluas. El título de este cuerpo legal es el de Codex Revisus.
Hasta este momento el reino visigodo carecía de unidad territorial. Este hecho se debía a la presencia constante de los bizantinos y la persistencia de la actividad de los suevos. Tampoco existió unidad étnica, ya que coexistieron visigodos e hispano-romanos con su variada idiosincrasia. Era inexistente también la unidad religiosa ya que los visigodos eran arrianos desde las épocas de Ataulfo y los hispano-romanos abrazaban la religión católica. Dentro del proceso de la unidad visigótica, Leovigildo consiguió en gran parte la unidad territorial de su lucha contra los bizantinos (570-585) sometiendo a los vascones y eliminando a los suevos en campaña militar (584-585).
La unidad religiosa fue más difícil de obtener. Recaredo (586-601) se enfrentó a este problema después de la guerra civil librada entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo que terminó con la muerte de éste. En los tiempos de este monarca quedó introducida una asamblea legislativa eclesiástica y popular que tuvo gran influencia en la evolución legislativa visigoda. Recaredo y su pueblo abjuraron el arrianismo en el Concilio III de Toledo (598). Así se obvió una diferencia notable que separaba a los visigodos e hispano-romanos con la recusación del arrianismo aunque hubo una reacción de Viterico (603-610) que terminó con su asesinato de acuerdo a una tradición de «la feroz sangre de los godos», poniéndose fin al problema religioso con la erradicación de la doctrina arriana. Debe destacarse que desde la época de Recaredo y hasta los años del reinado de Recesvinto, la ley de cada monarca visigodo lleva el nombre de su autor si ha sido corregida o no a semejanza del Código de Justiniano.
El visigodo Sisebuto fue elegido rey en el año 612 d. C. que duró hasta el año 621. Inició campañas militares contra los bizantinos lográndose la unidad territorial por Suintila (621-631) quien expulsa a éstos. El monarca Sisebuto fue autor de dos leyes sobre los judíos que se recepcionaron después en el Líber Iudiciorum. Suceden después hechos que no merecen destacarse con letras de molde hasta el momento en que aparece en el trono un anciano enérgico llamado Khindasvinto (642-653) quien procuró obtener la unidad jurídica del pueblo visigodo. Pero esta unidad del reino visigodo trajo su ruina. La represión ejercida contra los nobles fue mitigada por el hijo de este monarca llamado Recesvinto (653-672). Este continuó la tarea de la unidad jurídica que está constituida por el Líber Iudiciorum. Esta promulgación se realizó en el año 654 con el consentimiento del Aula Regia y «todo» el pueblo, siendo revisada por el VIII Concilio de Toledo y preparada con la intervención de San Braulio. Mas adelante el lector apreciará el significado de la unificación de los derechos godos e hispano-romanos con el Líber Iudícíorum. Fue el primer texto visigótico de carácter territorial. Debe mencionarse dentro de este breve bosquejo histórico con fines de estudiar la evolución jurídica externa entre visigodos, que la oposición surgida entre la familia de éste y la de Wamba (672-680) ocasionó el fin del reino visigodo.
Depuesto Wamba por una conspiración en el año 680, Ervigio (680-687) se abrió paso en su acceso al trono, quien era un nuevo representante de la familia de Chindasvinto. Ervigio pretende obtener la simpatía y los favores de los nobles sin recusar al pueblo, concediendo beneficios a los primeros perdonando el pago de tributos a los otros. Ervigio modificó la Lex Visigothorum. Se conoce este texto con el nombre de Lex Visigothorum Ervigiana. Producida su muerte, reina entre los godos el monarca Egica (687-702) sobrino de Wamba. Este tiene que adoptar una política de extrema dureza, con lo que solamente hace aumentar la tensión entre las familias visigodas rivales. Le sucede Vitiza (702-710) penúltimo rey visigodo, cuyo oscuro, débil y contradictorio reinado está plagado de intrigas, conspiraciones y luchas internas. A su muerte en febrero del año 710, la rivalidad y ambición se hacen manifiestas en la elección de dos monarcas: uno fue Akhila, hijo de Vitiza, apoyado por la familia de Wamba y Egica y el otro visigodo llamado don Rodrigo, pariente de Chindasvinto y Ervigio. La brumosa leyenda envuelve el suceder de los hechos posteriores. Elegido monarca don Rodrigo, los partidarios de Akhila solicitan ayuda a Muza para que enviara una fuerza militar musulmana. Don Rodrigo los enfrenta con un poderoso y múltiple ejército, pero la traición de los partidarios de Akhila, entre el que sobresale según fuentes legendarias el personaje convertido en conde llamado Julián; un bereber católico y no godo como se ha sostenido, quien actuó en venganza por el estupro de su hija con don Rodrigo- contribuye a su derrota en las proximidades o en el río Guadalete, en la laguna de la Janba o tal vez en el Barbate en el año 711. Muerto don Rodrigo. la población hispana, acostumbrada en su vivir diario a las violencias de las guerras civiles interinas que llegó a llamarse «morbo gótico», no vislumbró la importancia que adquirirían los recién llegados árabes que en vez de abandonar la Península Ibérica después de la victoria procedieron a la conquista rápida de este territorio.
Esta invasión musulmana con el desembarco en cuatro barcos con 7,000 guerreros bajo el mando de Tariq ben Ziyada, según algunos historiadores un personaje liberto de Hamadan y según otros un miembro de la tribu de Sadif y su ejército en España entre octubre de 710 a octubre de 711, marca el fin de la monarquía visigoda y la disgregación del Estado visigótico con grandes y trascendentales implicaciones en el mundo del derecho y su larga historia: la desaparición de la Hispania romano-goda que es reemplazada por el nuevo Al-Andalus, el fraccionamiento territorial con la aparición de unidades de poder más reducidas hasta formar entre los siglos IX y XIII las cuatro grandes regiones históricas de España: la castellana; la aragonesa; la catalana y la navarro-vascongada. El derecho visigodo no desapareció: pervivió como el caballo blanco de Rodrigo con su silla de oro guarnecida de rubíes y esmeraldas.
BIBLIOGRAFIA
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Paul Koschaker. Europa y el derecho romano. Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado. Madrid, 1955. p. 28 y ss.