ARQUITECTURA Y EL HÁBITAT

 

Reducción del consumo de recursos
Promover la reducción del consumo de materia prima proveniente de recursos no renovables y procurar un mayor uso de materiales provenientes de recursos renovables. Estimular la reducción del consumo de materiales por metro cuadrado de construcción, enfocándose, no sólo en la disminución del uso de recursos vírgenes, sino en un esfuerzo hacia la reutilización y el reciclaje, pasos importantes para cerrar el ciclo de los materiales. El sobredimensionamiento y el desperdicio, característicos de las formas más atrasadas de arquitectura y construcción, constituyen un factor de incremento de costos, de uso irracional de los recursos y una importante fuente de contaminación ambiental.

No se trata únicamente de “hacer más con menos”, ni se trata asimismo de una simple reducción del consumo de recursos. Se trata más bien de lograr construcciones cuyo ciclo de vida no conduzca los flujos de materia y energía “de la cuna a la tumba” sino “de la cuna a la cuna ” (Michael Braungart, William McDonough, 2003).

El espacio urbano, la tierra urbanizada disponible para desarrollar, también es un recurso escaso y debe ser gestionado con criterios sostenibles. En relación al problema de la creciente precariedad de la vivienda en el contexto de la “explosión urbana” Leopoldo Martínez Olavarría en su artículo Problemas de vivienda en Venezuela apuntaba: “Esta tendencia… sólo puede ser contrastada mediante una política firme de localización geográfica de la población, en función de un plan integral de desarrollo – y la ejecución de un vasto plan de desarrollo urbano, que signifique la dotación de los servicios básicos de cada poblado”. Es interesante constatar como hoy en día estos principios continúan vigentes.

Por otra parte, se debe dar prioridad al “reciclaje urbano” en los espacios que puedan ser rehabilitados antes que a la continua ocupación de los perímetros de las ciudades o peor aún, a la construcción de nuevas ciudades en lugares de difícil acceso y escasas o inexistentes fuentes de trabajo.

Eficiencia y racionalidad energética
Se deben propiciar construcciones que ahorren o inclusive, produzcan más energía de la que consumen durante todo el ciclo de vida de las edificaciones, desde la producción de materia prima, materiales y componentes, la energía incorporada, y construcción en sitio, pasando por el uso y mantenimiento de la edificación, su habitabilidad, hasta sus modificaciones y su eventual demolición.

Debemos estimular en los profesionales e investigadores la comprensión de consideraciones básicas del comportamiento ambiental de la envolvente externa de las edificaciones con el objetivo de ahorrar energía: la adecuación de los cerramientos verticales y ventanas, la incorporación de elementos de protección solar, la adaptación de la cubierta a las condiciones climáticas locales. Una de las fallas usuales de la arquitectura y construcción en nuestras latitudes es la adopción de soluciones comerciales inter-nacionales para la envolvente externa, como es el caso de la aplicación en el trópico del curtainwall o muro cortina, en menoscabo del ahorro de energía y del confort ambiental de los usuarios

Reducir la contaminación y la toxicidad
Desde la etapa de proyecto se debe, y se puede, prever la magnitud de la producción de desechos contaminantes que la actividad de la construcción y la edificación misma producirán. Se deben identificar y cuantificar las emisiones y productos de todo tipo que se generan, evaluar la trascendencia de su impacto, y determinar qué medidas se deben y pueden tomar para mitigarlo en todo el ciclo de vida del material componente, proceso o edificación en estudio (Ken Yeang, 1999). Por otra parte, se deben evitar los materiales que representan un peligro para la salud, como son el plomo, el asbesto, el PVC y otros (Cilento, 1998).

Construir bien desde el Inicio
Diseñar y construir para una larga vida útil; construir con calidad, a menor costo; evitar que la presión por la cantidad, conduzca a construcciones “desechables” tan características de nuestra vivienda de interés social; diseñar con criterios de mantenimiento; diseñar con criterios de flexibilidad, con miras al desarrollo progresivo, la transformabilidad y la reutilización; mejorar las prácticas constructivas convencionales, tradicionales y populares; todas estas son acciones que conducen a aumentar la durabilidad y calidad de las edificaciones y por tanto su vida útil.

Se debe hacer especial énfasis en las previsiones que se deben tomar en el proyecto para facilitar el desarrollo progresivo (DP), sobretodo en el caso particular de la vivienda de interés social. El DP es el proceso mediante el cual, a partir de una construcción inicial o protovivienda, los ocupantes construyen en forma gradual los espacios requeridos, según sus necesidades y expectativas, y al mismo tiempo van mejorando también paulatinamente la calidad de la edificación (Cilento, 1998). Las previsiones deben incluir, por una parte, el diseño de las ampliaciones, que será enriquecido por aportes de los ocupantes. Pero el aspecto más importante del DP consiste en que las decisiones sobre materiales, componentes y técnicas constructivas faciliten el proceso de crecimiento y mejoren la calidad, así como la planificación de la asistencia técnica requerida para lograrlo.

Una estrategia a investigar y desarrollar consiste en combinar elementos constructivos de tecnología avanzada, con técnicas de uso y raigambre local, a pequeña escala. Cilento (1998) ha bautizado este enfoque con el nombre de “sincretismo tecnológico”, un proceso donde se logran transferir conocimientos técnicos avanzados a las comunidades, a la vez que se tecnifican sus conocimientos de construcción tradicionales y de aplicación a escala comunitaria, para conseguir flexibilizar la producción para aplicarla masivamente.

Construir bajo la premisa de “Cero Desperdicio”
El concepto de “cero desperdicio” implica una actitud por parte del innovador que lo lleve a intentar evitar a toda costa el diseñar edificaciones que, durante y al final de su ciclo de vida, obliguen a arrojar residuos y desechos al medio ambiente. En este sentido, la arquitectura y la construcción se ven obligadas a incorporar criterios como el de la construcción seca, es decir, aquella que se realiza en gran medida sin adhesivos, morteros y pegas, con la intención última de facilitar la deconstrucción al final del ciclo de vida de las edificaciones y de esta forma estimular la reutilización y el reciclaje de materiales y componentes en lugar de generar residuos. En este sentido, la prevención, o diseño preventivo es decir, la reducción del desperdicio desde el origen en la fase de diseño, aplicando criterios de coordinación modular y dimensional y en los sitios de obra, mejorando las prácticas constructivas y la valorización, bajo la forma de reutilización y reciclaje, son dos principios esenciales que guían la búsqueda de soluciones constructivas hacia el ideal de “cero desperdicio”.

Producción y manufactura flexibles y de pequeña escala
La producción masiva a través de gran variedad y cantidad de plantas y unidades de producción de escala local, más que la producción masiva de gran-des plantas industrializadas de prefabricación, han demostrado ser un fracaso económico, ambiental y urbano en nuestro país. La producción versátil, masiva, a través de múltiples operaciones de pequeña escala (Cilento, 1998), tiene ventajas adicionales en la generación de empleo, en el ahorro de energía, la preservación del medio ambiente y el reciclaje de residuos de procesos agrícolas, industriales y de la propia construcción, que se encuentran o que pueden encontrarse localmente. Con esta estrategia se busca además promover la capacidad innovadora de la pequeña y mediana empresa, que aproveche los recursos locales, con la consecuente reducción de los gastos de transporte con sus efectos en la disminución del consumo energético y de los niveles de contaminación ambiental.