INTRODUCCIÓN A LA TEORIA GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN

El mundo de hoy es una sociedad compuesta de organizaciones. Todas las actividades orientadas a la producción de bienes (productos) o a la presta­ción de servicios (actividades especializadas) son planeadas, coordinadas, dirigidas y controladas en las organizaciones, las cuales están constituidas por personas y por recursos no humanos (como recursos físicos y materia­les, financieros, tecnológicos, de mercadeo, etc.). La vida de las personas depende de las organizaciones y estas últimas dependen del trabajo de las primeras. Las personas nacen, crecen, aprenden, viven, trabajan, se divierten, se relacionan y mueren dentro de organizaciones extremadamente heterogéneas y diversificadas, cuyo tamaño, ca­racterísticas, estructuras y objetivos son diferentes. Algunas organizaciones, llamadas empresas, tienen ánimo de lucro y otras, como el Ejército, la Iglesia, los servicios públicos de naturaleza gratuita, las entidades filantrópicas, etc., no lo tienen. la Teo­ría de las Organizaciones (TO) es el campo del conocimiento humano que se ocupa del estudio de las organizaciones en general.

 

Debido al volumen y a la complejidad de las operaciones que realizan, las organizaciones necesitan ser administradas cuando alcanzan cierto desarrollo. Este proceso requiere un conjunto de personas distribuidas en diversos niveles jerárquicos que se ocupan de asuntos diferentes. La administración es la conducción racional de las actividades de una organización, con o sin ánimo de lucro. Ella implica la planeación, la organización (estructura), la dirección y el control de todas las activi­dades diferenciadas por la división del trabajo, que se ejecuten en una organización. Por tanto, la administración es imprescindible para la existencia, la supervivencia y el éxito de las organizaciones. Sin ella, las organizaciones jamás encontrarían con­diciones para existir y crecer. La Teoría General de la Administración (TGA) es el campo del conocimiento humano que se ocupa del estudio de la administración en general, independientemente de si ésta se aplica en organizaciones con ánimo de lucro (empresas) o en aquellas que no lo tienen. La TGA estudia la administración de las organizaciones.

 

Hoy en día la administración se muestra como una de las áreas del conocimien­to humano más compleja y llena de desafíos. El profesional que la utiliza como me­dio de vida puede trabajar en los niveles más variados de una organización: desde el nivel de supervisión elemental hasta el de alta dirección. Puede trabajar en las diver­sas especializaciones de la administración, sea en la administración de la producción (de los bienes o de los servicios prestados por la organización), en la administración financiera, en la administración de recursos humanos, en la administración de mer­cados o incluso en la administración general. En cada nivel y en cada especialización de la administración las situaciones son muy diferentes. Además, las organizaciones también son diferentes y diversificadas en extremo. No existen dos organizaciones iguales, así como no existen dos personas idénticas. Cada una tiene sus objetivos, su campo de actividad, sus directivos y su personal, sus problemas internos y externos, su mercado, su situación financiera, su tecnología, sus recursos básicos, su ideología y su política de negocios, etc.

 

En cada organización el administrador soluciona problemas, dimensiona recur­sos, planea su aplicación, desarrolla estrategias, diagnostica situaciones, etc. Cada uno de estos aspectos es exclusivo de esa organización. Un administrador que ha tenido éxito en una organización puede no tenerlo en otra. Cuando una organización quiere contratar un ejecutivo para sus cuadros administrativos, los candidatos se so­meten a un sinnúmero de pruebas y entrevistas para investigar en profundidad sus conocimientos, las características de su personalidad, su pasado profesional, su for­mación escolar, sus antecedentes morales, su éxito o fracaso en determinadas activi­dades y muchos otros aspectos, entre los cuales pueden citarse su situación conyugal o su estabilidad emocional, Esto se debe a que el ejecutivo difícilmente puede pasar de una organización a otra sin que se presente algún problema de adaptación. Aun­que el ejecutivo tenga profundos conocimientos de administración y su currículum profesional sea excelente, no se le juzgará por lo que sabe con respecto a las fun­ciones que ejerce en su especialidad sino por la manera como ejecuta su trabajo y los resultados que obtiene con los recursos disponibles. Levitt, profesor de administración de Harvard Business School, niega la existencia del administrador profesional porque mientras un abogado o un médico son considerados profesionales porque pasaron pruebas de conocimientos en su profesión, no ocurre lo mismo con el admi­nistrador, cuyo conocimiento es apenas uno de los múltiples aspectos en la evalua­ción de su capacidad profesional. Las organizaciones apenas sí lo evalúan por sus conocimientos técnicos de administración; en cambio, tienen muy en cuenta su modo de actuar, sus actitudes, su personalidad y su filosofía de trabajo. Según Levitt, la fina­lidad es verificar si esas cualidades se adaptan a los nuevos estándares, a la situación de la empresa y al personal que trabajará con él, pues no existen administradores con una manera única de conducirse o de actuar sino directivos con temperamentos y modos de actuar propios, quienes en determinadas condiciones ejecutan de manera correcta tareas específicas en ciertas empresas. Así mismo, Levitt recuerda el princi­pio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual el proceso de observación de un fenómeno produce la alteración del mismo. Si, en física, la observación de los áto­mos equivale a alterar la posición y la velocidad de éstos, en la administración de una organización, la presencia de un profesional en determinada función afecta y modi­fica esa función, independientemente de qué labor realice. La presencia de otro pro­fesional producirá otro tipo de alteración. Además, si la modificación ocurre, la ma­nera de actuar debe ser, y acaba siendo, diferente.

De lo anterior se concluye que la administración no es una actividad mecánica que dependa de ciertos hábitos físicos que deben ser superados o corregidos a fin de lograr un comportamiento correcto. Aunque puede enseñarse lo que un administra­dor debe hacer, tal hecho no lo capacitará efectivamente para aplicarlo en todas las organizaciones. El éxito de un administrador en la vida profesional no está correlacionado del todo con lo que le enseñaron ni con su brillantez académica ni con su interés personal en poner en práctica lo que aprendió. Estos aspectos son importantes pero están condicionados por características de personalidad y por el modo particular de actuar. El conocimiento tecnológico de la administración es importantísimo, básico e indispensable, pero depende, sobre todo, de la personali­dad y del modo de actuar del administrador, o sea, de sus habilidades.

 

Existen por lo menos tres tipos de habilidades necesarias para que el administra­dor pueda ejecutar con eficacia el proceso administrativo: la habilidad técnica, la humana y la conceptual.

  • Habilidad técnica: capacidad para utilizar conocimientos, métodos, técnicas y equipos necesarios para cumplir tareas específicas de acuerdo con su instrucción, experiencia y educación.
  • Habilidad humana: capacidad de discernimiento para trabajar con personas, comunicarse, comprender sus actitudes y motivaciones, y aplicar un liderazgo eficaz.
  • Habilidad conceptual: capacidad para comprender la complejidad total de la organización y la adaptación del comportamiento de la persona dentro de aquélla. Esta habilidad permite que la persona proceda de acuerdo con todos los objeti­vos de la organización y no sólo según los objetivos y las necesidades de su departamento o grupo inmediato.

La combinación adecuada de esas habilidades varía a medida que un individuo asciende en la escala jerárquica, desde posiciones de supervisión hasta posiciones de alta dirección.

A medida que se asciende en los niveles de la organización, disminuye la nece­sidad de habilidades técnicas y aumenta la necesidad de habilidades conceptuales.

 

En los niveles inferiores, los supervisores requieren considerable habilidad técnica para instruir y formar técnicos y demás subordinados. En los niveles más altos, los ejecutivos no precisan conocer en detalle las tareas específicas ejecutadas en el nivel operacional. A pesar de que varíe la proporción de las habilidades técnicas y concep­tuales necesarias en los diferentes niveles de la organización, en apariencia el deno­minador común crucial en todos los niveles es la habilidad conceptual.

 

La TGA se propone desarrollar la habilidad conceptual, sin prescindir por completo de las habilidades humanas y técnicas. En otros términos, pretende desarrollar la capacidad de pensar, definir situaciones organizacionales o empresariales comple­jas, diagnosticar y plantear soluciones. Las aplicaciones prácticas de la TGA se desa­rrollan a través de las diferentes disciplinas especializadas en administración.

 

LA ADMINISTRACIÓN Y SUS PERSPECTIVAS

En una época de complejidades, cambios e incertidumbres como la que atrave­samos hoy, la administración se ha convertido en una de las áreas más impor­tantes de la actividad humana. Vivimos en una civilización donde el esfuerzo cooperativo del hombre es la base fundamental de la sociedad. La tarea básica de la administración consiste en llevar a cabo las actividades con la participación de las personas. Ya sea en las industrias, en el comercio, en las organizaciones de servicios públi­cos. en los hospitales, en las universidades, en las instituciones militares o en cualquier otra forma de empresa humana, la eficacia con que las personas trabajan en conjunto para conseguir objetivos comunes depende principalmente de la capacidad de quienes ejercen la función administrativa. El avance tecnológico y el desarrollo del conocimiento humano por sí solos no producen efectos si la calidad de la administración de grupos organizados de personas no permite una aplicación efectiva de los recursos humanos y materiales. La administración, con sus nuevas concepciones, como se verá más adelante, es considerada una de las principales claves para la solución de los problemas más graves que afligen el mundo en la actualidad.

 

Peter Drucker, autor de clara tendencia neoclásica, afirma que no existen países desarrollados ni países subdesarrollados, sino simplemente países que saben admi­nistrar la tecnología existente y sus recursos disponibles y potenciales, y países que toda­vía no saben hacerlo. En otros términos, existen países administrados y países subadministrados.

 

En cualquier organización, el trabajo del administrador; sea un supervisor de pri­mera línea o el dirigente máximo de la organización; es esencialmente el mismo. En este sentido, no hay distinción básica como administradores entre directores, gerentes, jefes o supervisores. Independientemente de la posición o el nivel que ocupe el adminis­trador, cuando éste debe responder por la participación de los subordinados sólo puede alcanzar resultados a través de la efectiva cooperación de éstos. Esa tarea implica la utili­zación de principios bien diferentes de los aplicados por el contador, el economista, el vendedor, o el ingeniero en el ejercicio de sus ocupaciones. Aunque la tarea que corres­ponde al administrador puede variar infinitamente, y aunque el dirigente máximo de una organización tenga una autoridad mucho más amplia y elevada que la del supervisor de nivel más bajo, la premisa permanece: todos los que logran resultados a través del desem­peño de los subordinados tienen básicamente las mismas funciones administrativas. La tarea de administrar se aplica a cualquier tipo o tamaño de organización, sea ésta una gran empresa, una cadena de supermercados, una escuela, un club, un hospital o una empresa de consultoría. Toda organización, sea industrial o de cualquier tipo de servicio, necesita ser administrada de modo adecuado para alcanzar sus objetivos con mayor efi­ciencia y economía de acción y de recursos. Debido a sus limitaciones físicas, biológicas y psíquicas, el hombre necesita cooperar con otros hombres para alcanzar objetivos en conjunto. Cualesquiera sean estos objetivos (empresariales, comerciales, militares, reli­giosos, caritativos o educativos), la coordinación del esfuerzo humano es un asunto esen­cialmente administrativo. Cuando se requiera la cooperación organizada y formal de los individuos para alcanzar uno o más objetivos comunes, el componente básico y funda­mental de esa asociación es la administración (la función de lograr que las personas rea­licen muy bien las actividades, con óptimos resultados). A partir del momento en que las organizaciones alcanzaron cierto tamaño y complejidad, su administración comenzó a presentar dificultades y desafíos ignorados hasta entonces por los directivos. De ahí surgió la creciente necesidad de desarrollar una teoría de la administración que permitiese ofrecer a los directivos de las organizaciones modelos y estrategias adecuados para la solución de sus problemas empresariales.

 

CONTENIDO Y OBJETO DE ESTUDIO DE LA ADMINISTRACIÓN

La palabra administración viene del latín ad (dirección, tendencia) y minister (subordina­ción u obediencia), y significa cumplimiento de una función bajo el mando de otro; esto es, prestación de un servicio a otro. Sin embargo, el significado original de esta palabra sufrió una radical transformación. La tarea actual de la administración es; interpretar los objetivos propuestos por la organización y transformarlos, en acción organizacional a través de la planeación, la organización, la dirección, y el control de todas las actividades realizadas en las áreas y niveles de la empresa, con el fin de alcanzar tales objetivos de la manera más adecuada a la situación. Por consiguiente, administración es el proceso de planear, organizar, dirigir y controlar el uso de los recursos para lograr los objetivos.

El significado y el contenido de la administración experimentan una formidable ampliación y profundización en las diversas teorías que se presentarán en este libro. El propio contenido de estudio de la administración varía enormemente según la teoría o escuela considerada. Normalmente, cada autor o estudioso de la administración tiende a abordar las variables y los asuntos característicos desde la orientación teórica de su es­cuela o doctrina. Además, una de las razones que nos llevó a escribir este libro fue la necesidad de presentar las principales teorías de la administración, sus respectivos temas y sus contenidos. Pretendemos mostrar no sólo el enfoque y el contenido específicos de una corriente, sino también una visión amplia, simplificada, comparativa y, sobre todo, crítica de cada una de las teorías para no correr el riesgo de dejar alguna por fuera.

 

La Teoría General de la Administración comenzó por lo que denominaremos “énfasis en las tareas” (actividades ejecutadas por los obreros en una fábrica), según la admi­nistración científica de Taylor. Posteriormente, el énfasis fue en la estructura, con la teo­ría clásica de Fayol y con la teoría de la burocracia de Weber; luego apareció la teoría estructuralista. La reacción humanística surgió con el “énfasis en las personas”, a través de la teoría de las relaciones humanas ampliada más tarde por la teoría del comporta­miento y por la teoría del desarrollo organizacional. El “énfasis en el ambiente” se inició con la teoría de los sistemas, siendo perfeccionada por la teoría situacional que llevó al “énfasis en la tecnología”. Cada una de las cinco variables enumeradas; tareas, estructu­ra, personas. ambiente y tecnología; originó en su momento una teoría administrativa diferente v marcó un avance gradual en el desarrollo de la Teoría General de la Adminis­tración (TGA).

 

 

ESTADO ACTUAL DE LA TEORIA GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN, (TGA)

Al esbozar los pasos graduales de la TGA, queremos demostrar el efecto acumulativo y paulatino de las diversas teorías con sus contribuciones y puntos de vista. Todas las teorías administrativas presentadas son válidas, aunque cada quien le dé valor sólo a una o algunas de las cinco variables básicas. En realidad, cada teoría administrativa surgió como una respuesta a los problemas empresariales más importantes de su época. En este sentido. todas tuvieron éxito al presentar soluciones específicas para tales problemas. En cierto modo. todas las teorías administrativas son aplicables a las situaciones actuales; por consiguiente, el administrador necesita conocerlas bien para tener a su disposición un abanico de alternativas interesantes para aplicar en cada situación. La moderna indus­tria automovilística utiliza los principios de la administración científica en sus líneas de montaje, y; los principios de las teorías clásica y neoclásica en su estructura organizacional. La organización empresarial como un todo puede explicarse mediante la teoría de la buro­cracia. Los supervisores son preparados según el enfoque de la teoría de las relaciones humanas, los gerentes se preocupan por la teoría del comportamiento organizacional, y los directivos del área de recursos humanos, por la teoría del desarrollo organizacional. Las relaciones de este tipo de empresa con la comunidad se estudian con la lente de la teoría estructuralista, de la neoestructuralista y de la teoría situacional, y su interrelación con la tecnología es explicada por esta última teoría. El estado actual de la TGA es bastan­te complejo: se caracteriza por una variedad enorme de enfoques con respecto a su objeto de estudio e implica una amplia gama de variables que deben tomarse en consideración.

 

Hoy en día la TGA estudia la administración de las empresas y demás tipos de orga­nizaciones desde el punto de vista de la interacción e interdependencia entre las cinco variables principales, cada una de las cuales es objeto específico de estudio por parte de una o más corrientes de la teoría administrativa. Las cinco variables básicas (tareas, es­tructura, personas, tecnología y ambiente) son los componentes esenciales en el estudio de la administración empresarial. El comportamiento de esos componentes es sistémico y complejo: cada cual influye en los demás componentes, y a su vez es influenciado por éstos. Las modificaciones que se llevan a cabo en uno de ellos provocan cambios en mayor o menor grado en los demás. Su comportamiento conjunto es diferente de la suma de los comportamientos de cada componente considerado de manera aislada. Adecuar esas cin­co variables es el principal desafío de la administración.

 

Debido a la creciente importancia de la administración y a los nuevos y complejos desafíos que ella enfrenta, algunos autores e investigadores se han concentrado en ciertos aspectos o variables aisladas del enorme contexto de variables que intervienen (cada una de las cuales tiene su propia naturaleza, impacto, duración, importancia, etc.) en la es­tructura y el comportamiento de las organizaciones. A medida que la administración enfrenta nuevos desafíos y situaciones, las doctrinas y las teorías administrativas necesi­tan adaptar sus enfoques o modificarlos por completo para que continúen siendo útiles y aplicables; este hecho explica, en parte, los avances graduales de la TGA en el siglo XX. El resultado de tal comportamiento de las teorías es la creciente complejidad que acabamos de analizar.

 

El lector notará que para la teoría clásica, pionera en la historia de la administra­ción, el campo de estudio de la administración eran, en principio, los métodos y el proceso de trabajo de cada obrero. Después de algunas décadas, ese campo fue elevándose gra­dualmente en nivel y en amplitud organizacional hasta llegar, con la teoría situacional, al contexto ambiental, que pertenece más a la esfera externa que interna de la organización. La teoría administrativa se ha venido ampliando con gran rapidez, lo cual dificulta la familiarización del estudiante de administración, así sea de modo superficial, con la muestra representativa de la literatura existente sobre esta área.

 

El objeto de estudio de la administración fue siempre la acción organizacional, que en principio se entendió como un conjunto de cargos y tareas, después como un conjunto de órganos y funciones; posteriormente se desdobló en una compleja gama de variables hasta llegar a la concepción de sistema. Las teorías administrativas más recientes estu­dian la organización como un sistema compuesto de subsistemas que interactúan entre sí y con el ambiente externo. Obviamente, el objeto de estudio de la administración se amplió sustancialmente con el surgimiento de una cantidad de variables importantes para su comprensión.

 

LA ADMINISTRACIÓN EN LA SOCIEDAD MODERNA

A pesar de que la administración es una disciplina relativamente nueva, su desarrollo fue muy rápido. La propia historia del pensamiento administrativo proporciona una perspec­tiva de las contribuciones y de los problemas y situaciones con que se enfrentó durante las últimas siete décadas en el mundo industrial.

 

La administración es un fenómeno universal en el mundo moderno. Cada organiza­ción y cada empresa requieren tomar decisiones, coordinar múltiples actividades, dirigir personas. evaluar el desempeño con base en objetivos previamente determinados, conse­guir y asignar diferentes recursos, etc. Toda organización o empresa necesita que los administradores realicen numerosas actividades administrativas orientadas hacia áreas o problemas específicos. El profesional, sea ingeniero, economista, contador, médico, etc., necesita conocer profundamente su especialidad, y cuando es promovido en su empresa a supervisor, jefe, gerente o director, a partir de ese momento debe ser administrador. En­tonces debe cumplir una serie de responsabilidades que le exigirán conocimientos y adoptar posiciones completamente nuevas y diferentes que su especialidad en ningún momento le enseñó. De ahí, el carácter eminentemente universal de la administración: cada empre­sa necesita no sólo un administrador sino un equipo de administradores en los diferentes niveles, áreas y funciones para sacar adelante las diversas especialidades dentro de un conjunto integrado y armonioso de actividades orientadas a alcanzar los objetivos de la empresa. Esta es la causa de que muchos profesionales de nivel superior regresen a las aulas universitarias a tomar cursos de administración. Cuando son promovidos del nivel operacional donde ejecutan sus especialidades al nivel intermedio, dejan de ser ingenie­ros, economistas, contadores, médicos, etc., y se convierten en administradores. Como el administrador no es el ejecutor sino el responsable del trabajo de otros, no puede darse el lujo de cometer errores o de recurrir a estrategias de ensayo y error, lo cual implicaría conducir a sus subordinados por el camino menos indicado. El administrador es un pro­fesional cuya formación es extremadamente amplia y variada: necesita conocer disciplinas heterogéneas como matemáticas, derecho, psicología, sociología, estadística, etc.; precisa tratar con personas que ejecutan tareas o que planean, organizan, controlan, ase­soran, investigan, etc., que jerárquicamente están en posiciones subordinadas, iguales o superiores a la suya; requiere estar atento a los eventos pasados y presentes así como a las previsiones futuras, pues su horizonte debe ser muy amplio por cuanto es responsable de la dirección de otras personas que siguen sus órdenes y orientaciones; debe tratar con eventos internos (es decir, que ocurren dentro de la empresa); y externos (ubicados en el ambiente en que se realiza la tarea y en el entorno general de la empresa); necesita ver más allá que los demás, pues debe estar identificado con los objetivos que la empresa pretende alcanzar a través de la acción conjunta de todos sus estamentos. El administra­dor no es un héroe al cual queremos exaltar, sino un agente de cambio y de transforma­ción de las empresas, que las conduce por nuevos rumbos, nuevos procesos, nuevos obje­tivos, nuevas estrategias, nuevas tecnologías: un agente educador que, con su dirección y orientación, modifica los comportamientos y actitudes de las personas; un agente cultu­ral en la medida en que, con su estilo de administración, modifica la cultura organizacional existente en las empresas. Pero, más que eso, el administrador deja huellas profundas en la vida de las personas a medida que trata con ellas y con sus destinos en las empresas y, al tiempo, su actuación influye en el comportamiento de los consumidores, proveedores, competidores y demás organizaciones humanas.

 

La administración se volvió tan importante como el mismo trabajo por ejecutar, a medida que éste fue especializándose y que la magnitud de las operaciones fue creciendo de modo alarmante. La administración no es un fin en sí misma, pero sí un medio de lograr que las cosas se realicen de la mejor manera posible, al menor costo y con la mayor eficiencia y eficacia. Estos conceptos se analizarán más adelante.

 

PERSPECTIVAS FUTURAS DE LA ADMINISTRACIÓN

Bennis predijo que en los próximos 25 a 50 años el mundo vería el fin de la forma orga­nizacional de hoy (la organización burocrática) y el surgimiento de sistemas nuevos más adecuados a las exigencias de la posindustrialización. Tal predicción se basa en el princi­pio evolutivo según el cual cada época desarrolla un tipo de organización apropiado a sus características. Bennis destaca que las debilidades de la organización burocrática serán los gérmenes de los futuros sistemas organizacionales; con esta afirmación se refiere a:

 

  • Los cambios rápidos e inesperados, principalmente en el campo del conocimiento y de la explosión demográfica, que imponen nuevas y crecientes necesidades que las actuales organizaciones no están en condiciones de atender.
  • El crecimiento de las organizaciones, que se vuelven complejas e internacionales.
  • Las actividades actuales, que exigen personas con competencias diversas y altamen­te especializadas, lo cual implica problemas de coordinación y, principalmente, de seguimiento de los cambios acelerados.

 

En las próximas décadas la tarea administrativa será incierta y desafiante, pues se verá afectada por un sinnúmero de variables, cambios y transformaciones llenos de ambi­güedad e incertidumbre. El administrador se enfrentará con problemas multifacéticos cada vez más complejos que los anteriores, y deberá dedicar su atención a eventos y gru­pos ubicados dentro y fuera de la empresa, los cuales le suministrarán información con­tradictoria que complicará su diagnóstico perceptivo y su visión de los problemas por resolver o de las situaciones por enfrentar, como las exigencias de la sociedad, de los clientes, de los proveedores, de las agencias reguladoras, los desafíos de los competidores, las expectativas de la alta dirección, de los subordinados, de los accionistas, etc. Sin embargo. todas esas exigencias, desafíos y expectativas sufren profundos cambios que sobre­ pasan la capacidad del administrador para seguirlos de cerca y comprenderlos de manera adecuada. Con la inclusión de nuevas variables, a medida que el proceso se desarrolla, esos cambios tienden a aumentar y crean una turbulencia que perturba y complica la tarea administrativa de planear, organizar, dirigir y controlar una empresa eficiente y

eficazmente. Basil y Cook se refieren a la necesidad de establecer funciones administrativas volátiles y transitorias para que el administrador pueda enfrentar esa turbulencia; a pesar de que todos los individuos vuelven rutinario gran parte de su comportamiento para simplificar el proceso de la vida diaria, existen numerosos cambios en el medio am­biente que sobrepasan los límites normales del comportamiento condicionado. El futuro parece complicar esa realidad pues, sin duda, innumerables factores causarán profundos impactos en las empresas. En las próximas décadas, los principales desafíos para la administración serán los siguientes:

 

  • Crecimiento de las organizaciones: las organizaciones exitosas tienden al crecimiento y a la ampliación de sus actividades, bien sea en términos de tamaño y recursos, de la expansión de sus mercados o del volumen de sus operaciones. El crecimiento es una consecuencia inevitable del éxito organizacional. A medida que una organización crece, se presenta una subdivisión interna (división del trabajo) y una especialización de los órganos y, en consecuencia, una mayor necesidad de coordinación e integración de las partes responsables de garanti­zar la eficiencia y la eficacia. Dado que el mundo externo se caracteriza por cambios rápidos y constantes, para enfrentarlos con éxito los administradores “generales”, dotados de habilidades genéricas y variadas, tendrán perspectivas más promisorias que los administradores “especialistas”, concentrados en pocas habilidades gerenciales.
  • Competencia más aguda: a medida que aumentan los mercados y los negocios, cre­cen también los riesgos en la actividad empresarial. El producto o servicio que de­ muestre ser superior o mejor será el que tenga mayor demanda. La fabricación de tal producto o la prestación de tal servicio implicará mayores inversiones en investigación y desarrollo, perfeccionamiento de la tecnología, disolución de viejos depar­tamentos y creación de otros y de nuevas divisiones, búsqueda incesante de nuevos mercados y necesidad de competir con otras organizaciones para sobrevivir y crecer.
  • Sofisticación de la tecnología: con el progreso de las comunicaciones, del computa­dor y del transporte, las organizaciones y las empresas han internacionalizado sus operaciones y actividades. La tecnología proporcionará eficiencia y precisión mayo­res, y liberará tiempo que podrá dedicarse a tareas más complejas que exijan planeación y creatividad. La tecnología introducirá nuevos procesos e instrumentos que afectarán la estructura y el comportamiento de las organizaciones.
  • Tasas elevadas de inflación: los costos de la energía, de las materias primas, de la fuerza laboral y del dinero se elevan continuamente. La inflación exigirá, cada vez más, mayor eficiencia en la administración de las organizaciones y empresas para que éstas puedan obtener mejores resultados con los recursos disponibles y los progra­mas de reducción de costos de operación. La inflación impondrá de modo inevitable nuevas presiones y amenazas sobre las organizaciones con ánimo de lucro: éstas deberán luchar por las utilidades y la supervivencia a través de mayor productividad.
  • Globalización de la economía e internacionalización de los negocios: la actividad de exportación y la creación de nuevas subsidiarias en territorios extranjeros son un fenómeno reciente, ocurrido después de las dos guerras mundiales, que influirá en las organizaciones del futuro y su administración. La competencia se torna mundial debido al intercambio global.
  • Protagonismo mayor de las organizaciones: a medida que crecen, las organizacio­nes se vuelven más competitivas, más sofisticadas tecnológicamente, más internacio­nales y, con esto, aumentan su influencia ambiental. En otros términos, paulatinamente las organizaciones llaman más la atención del entorno y del público, pasando a ser más notorias ante la opinión pública. El protagonismo de la organización (su capacidad de llamar la atención de los demás) puede ser positivo (imagen positiva de la organización frente al público) o negativo (imagen negativa). En todo caso, la organización jamás será ignorada por los diversos sectores: consumidores, provee­dores, prensa, sindicatos, gobiernos, etc., hecho que influirá en su comportamiento.

 

Todos estos desafíos obligarán a que la administración de las organizaciones y empresas tenga en cuenta la administración de la incertidumbre. Los cambios rápidos y repentinos, el crecimiento organizacional, la competencia de las demás organizaciones y empresas, el desarrollo tecnológico, los fenómenos económicos de la inflación, la internacionalización de las actividades, el protagonismo y el peso de la opinión pública harán que las organizaciones del futuro (y del nuevo milenio) deban tener en cuenta, no sólo la previsión, la continuidad y la estabilidad, sino también lo imprevisible, la discon­tinuidad y la inestabilidad en todos los sectores de la actividad empresarial. En estos tiempos serán necesarias nuevas formas y modelos de organización, y será imprescindible una nueva mentalidad en los administradores.

 

RESUMEN

  • La administración constituye una actividad importante en una sociedad pluralista, que se basa en las actividades de cooperación que el hombre desarrolla en las organizaciones.
  • La tarea básica de la administración es alcanzar los mejores resultados, utilizan­do la capacidad de las personas. En cualquier tipo de organización humana se busca el logro de determinados objetivos con eficiencia y eficacia. La adminis­tración dirige el esfuerzo de los grupos organizados.
  • El contenido de la administración varía conforme a la teoría aplicada: para la administración científica, lo importante son los métodos y procesos de trabajo del obrero; para la teoría clásica de la administración, la administración implica previsión, organización, dirección, coordinación y control del trabajo reali­zado en la organización; para la teoría de las relaciones humanas, la adminis­tración debe buscar los mejores resultados estableciendo condiciones que permitan la integración de las personas en los grupos sociales y la satisfacción de las necesidades individuales.
  • El objeto de la administración es la misma actividad organizacional. En un prin­cipio, el objeto de la administración era simplemente la actividad fabril; des­pués se extendió a las empresas industriales y, más adelante, a todo tipo de organización humana hasta llegar a abarcar, paulatinamente, el intercambio entre las organizaciones y sus ambientes.
  • En la sociedad moderna, la administración se volvió vital e indispensable. En una sociedad de organizaciones, donde la complejidad y la interdependencia de éstas son un aspecto crucial, la administración es el factor clave para el me­joramiento de la calidad de vida y para la solución de los múltiples problemas que hoy afligen a la humanidad.