LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN

Los valores son como un impulso espiritual y vital a la vez, ya que se manifiestan en distintos sentimientos y emociones. Ello no quiere decir que no tengan que ver con la razón, sino que influyen en el núcleo de la persona y la afectan en su totalidad.  Es paradójico, entonces, que las escuelas se hayan olvidado de educar la parte afectiva del ser humano, se aboquen tan sólo al intelecto e ignoren la formación en los valores.  Los educadores, padres y maestros y las instituciones, como la familia y la sociedad, están cada vez más conscientes de que urge superar carencias y errores de la situación actual, y optar por nuevos estilos de vida que implican una nueva determinación de valores y prioridades.

 

«La autoestima como un sentido subjetivo de autoaprobacion realista. Refleja cómo el individuo ve valora uno mismo en los niveles fundamentales de la experiencia psicológica. Entonces, la autoestima es fundamentalmente un sentido perdurable y afectivo del valor personal basado en una autopercepción exacta.» Esta definición tiene la virtud de destacar que la autoestima genuina está basada en la realidad.

 

La autoestima es conocimiento y valoración que cada persona tiene de si misma, y que se expresa en una actitud de aprobación o desaprobación. La auténtica autoestima se manifiesta y se refuerza con la conducta asertiva. Por conducta asertiva, o asertividad, entendemos, la decidida voluntad de una persona de hacer valer sus derechos, de expresar sus sentimientos sus deseos… cuando le parezca oportuno; y, de un modo claro, sincero, directo, apropiado y respetuoso, sin los derechos de su interlocutor. La conducta asertiva se funda en el respeto a uno mismo, a los demás y al sistema de valores de cada uno. el asertividad se entiende mejor cuando es vista en contraposición con la sumisión y la agresividad.

 

La cuestión de la formación moral de nuestros jóvenes, no es ciertamente un asunto nuevo. Se ha debatido, intentado, defendido y criticado durante milenios. A medida que nos acercamos a un nuevo milenio de desacuerdo sobre la posibilidad y el modo de influir sobre la moralidad de nuestros jóvenes, quizá merezca la pena examinar algunos de los problemas a los que nos hemos enfrentado en el pasado y sugerir una perspectiva que ofrezca el potencial para superar tales problemas. Esta comunicación supone justamente un intento en tal sentido.

 

CAPITULO I

EL LIDERAZGO

1.1. CONCEPTO

Liderazgo en la sicología social significa rol de la personalidad en el análisis de grupos pequeños. En sociología, influencia que se puede ejercer sobre una colectividad. La corriente seguidora del alemán Max Weber, considerado el fundador de la sociología moderna, distingue tres tipos de liderazgo que se refieren a detrás tantas formas de autoridad:

  • El líder carismático, al que sus seguidores le atribuyen condiciones y poderes superiores a los de otros dirigentes,
  • El líder tradicional, que hereda el poder, ya sea por la costumbre de que ocupe un cargo destacado o porque pertenece a un grupo familiar que ha ostentado el poder desde hace mucho tiempo, y
  • El líder legal, que asciende al poder por los métodos oficiales, ya sean las elecciones o votaciones, o porque demuestra su calidad de experto sobre los demás. Esta figura se reconoce comúnmente en el campo de la política y de la empresa privada.

 

1.2. LOS PRINCIPIOS DEL LIDERAZGO

1.2.1. La confianza

“Sin honradez la confianza no se logra nunca. Los mejores líderes son transparentes: hacen lo que dicen, predican con el ejemplo. Las personas creen en ellos porque su acción se guía por los valores que adoptan. No juegan maquiavélicamente a la manipulación ni a la duplicidad. Son sencillos”

 

Si una persona no construye relaciones de confianza, guiándose y basándose en un comportamiento ético, difícilmente logrará influir en los demás menos por supuesto inspirará el deseo de ser seguido. Pero esa confianza, también, tiene un componente personal: si no tienes confianza en ti mismo no será posible que enfrentes los retos y los riesgos que te exige el futuro.

 

1.2.2. La credibilidad

Junto al estado de confianza, en ti mismo y en tus relaciones con los demás, se presenta la credibilidad. El liderazgo es construido por las perso­nas comprometidas con lo que son, lo que hacen, sienten y tienen.  Despiertan credibilidad en la relación con los demás porque sus accio­nes muestran integridad personal, no esconden información ni manipulan a las personas

1.2.3. La Visión

Últimamente se ha dado cada vez mayor énfasis a la capacidad de las personas para visualizar su propio futuro. En la actualidad lo que requiere desarrollar el liderazgo es Visión.  Su Visión y su compromiso están ligados con el largo plazo y con resulta­dos que sean duraderos con el tiempo: no se deja seducir por éxitos pasajeros o de corto plazo. De ahí la importancia que los líderes muestren el futuro y ayuden a las personas a enfrentar el cambio con sus mejores caudales.

 

1.2.4. La misión o la pasión por la meta

Los líderes suelen concentrar sus mejores conocimientos, aptitudes y habilidades en una misión personal, que transmite pasión y energía a sus acciones, e influye en los demás. El líder centrado en principios no sólo sabe a dónde quiere dirigirse, sino que valora profundamente sus cualidades y talentos para ponerlos al servicio de una causa concreta. Asume la vida más como una misión que como arribismo personal.

 

1.2.5.   Aprender continuamente y escuchar

Las personas comprometidas con el liderazgo entienden que necesitan renovarse de modo permanente, y por eso, se permiten aprender continuamente.

 

1.3. DECÁLOGO DEL DESARROLLO

1.3.1.   Orden

El orden es uno de los valores necesarios para la convivencia y el desa­rrollo social. Debe estar presente en el comportamiento individual y colec­tivo de las personas, así como en las instituciones de la sociedad que lo adoptan para hacer la vida más organizada y segura, de modo que permita el progreso y bienestar. El orden rige el modo de vivir y trabajar del ser humano desarrollado. Su importancia y trascendencia en la vida social se encuentra materializa­da en aspectos de: organización, regulación, ordenamiento, normalización, metodología y sistematización, entre otros.

 

1.3.2. Limpieza

La vida del ser humano se rige básicamente por una matriz axiológica; sin embargo, el avance científico—tecnológico, aparta mucho al hombre de los valores humanos, sobre todo, hoy en día, en muchos colegios se deja a un lado la formación de valores dedicándose únicamente al aspecto acadé­mico. Es necesario detenernos un poco en este aspecto, sobre todo en la edad escolar. En los primeros años de vida estudiantil, la maestra (inicial), lo primero que hace es, que los niños tomen conciencia de la limpieza para trabajar (manipulación de sus materiales didácticos), tal es así, que utili­zan mandiles especiales para trabajar

 

Un buen maestro no deja pasar este aspecto formativo del alumno. Lo primero que observa es el orden y la limpieza, desde su presentación física (uniforme e higiene corporal), hasta sus útiles escolares, son característi­cas que nos hacen pensar que este estudiante será mañana otro ciudadano limpio y ordenado.

 

 

1.3.3.   Puntualidad

La puntualidad es una acción. No es producto de la casualidad, sino el ejercicio permanente de la voluntad. La Educación está obligada a cultivar

 

1.3.4.   Responsabilidad

Para nosotros el decálogo del desarrollo debió empezar por este precepto y el mismo hecho de ser un hombre responsable nos darla en la vida muy buenos reconocimientos. Es una actitud de las más destacadas en la mayor parte de los países considerados como los más desarrollados. La responsabi­lidad significa el cumplimiento de los compromisos y obligaciones.

 

1.3.5.   Deseo de superación

En el saber popular (demosofía) hay un dicho muy conocido: “Querer es poder”, el cual caracteriza al-ser humano por el constante Deseo de Superación. Esta, también, es una de las distinciones con los demás seres que habitan nuestro planeta. Lo mismo que nos motiva para seguir bregan­do por lograr aquello positivo que nos hemos propuesto, no obstante, en ese sendero haya muchas contrariedades, que en otras palabras significa que: “Hoy será mejor que ayer y mañana mejor que hoy”.

 

1.3.6. Honradez

La honradez es un factor esencial para el progreso de un país y para poder salir de la pobreza y subdesarrollo en que nos encontramos, la mayor parte de los gobiernos que se han turnado en el poder han cometido actos contra este precepto. Es más, hay opinión generalizada de la población que afirma no poder hacer nada todos los gobiernos roban, no hay nada que hacer. Por ello que muchos pensadores han opinado así: “¡Mientras un país subdesarrollado no destierre la deshonestidad, nunca saldrá del subde­sarrollo!”

 

1.3.7. Respeto a los derechos de los demás

El respeto al derecho de los demás significa el cumplimiento de los deberes que nacen de los derechos ajenos, como guardan la debida consideración apersonas e instituciones; no tocar la propiedad de otros, reconocer las prerrogativas ajenas o cumplir con la autoridad y la ley. En síntesis, deber y derecho son las dos caras de una misma moneda.

 

1.3.8. Respeto a la ley y los reglamentos

Las leyes siempre han sido creadas mirando el beneficio de las mayorías. Ahora bien , la educación debe ser una gran preocupación el respeto a las normas, reglamentos, leyes y la misma constitución. Aunque es un doloroso decirlo que hay muchas instituciones educativas que en sus normas o Reglamento Interno anuncien cosas muy maravillosas pero que sus autoridades algunos componentes no sean un buen ejemplo para la formación de nuestros estudiantes.  El respeto a la ley y los reglamentos debe ser inculcado desde la niñez.  La ley tiene como objetivo el bien de la sociedad, el bien común.

 

1.3.9. Amor al trabajo

Trabajar y estudiar es lo que debemos practicar en el colegio. Sólo el estudio y el conocimiento nos hará ser cada vez mejores. No puede haber amor al trabajo sin no hay amor al estudio.

 

1.3.10. Afán por el ahorro y la inversión

En un país con el actual programa económico, es muy difícil de cumplir este precepto, pero sí es necesario inculcar este espíritu a las generaciones actuales, con ello aprenden a elegir las cosas primordiales de las secunda­rias.

 

Los pueblos desarrollados nos indican que una fórmula infalible para salir del subdesarrollo, tanto si se trata de una persona, familia, comunidad o país. El secreto nos dice es trabajar fuerte, ahorrar más e invertir más, rompiendo el círculo vicioso de la pobreza.

 

 

CAPITULO II

LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN

 

2.1. LOS VALORES

Para el ser humano un “valor” es aquello que desea y que busca en función de sus necesidades, es decir, en función de lo que es y de los que sueña y quiere llegar a ser. Valores e identidad son en consecuencia , dos realidades inseparables.  Son cualidades que poseen un contenido, el cual sólo adquiere significado a través de la persona que valora. La valoración es una forma de estimación de una cualidad para lograr un fin.  Los valores, aunque sólo adquieran sentido a través de la persona, no son relativos porque no dependen de criterios individuales, sino que tienen su fundamento último en la naturaleza del ser humano.

 

Erich Fromm apunta: “Valioso o bueno es todo aquello que contribuye al mayor despliegue de las facultades específicas del hombre y fomenta la vida. Negativo o malo es todo lo que ahoga la vida y paraliza la disposición del hombre a obrar”. Los sistemas de valores (jerarquía) tienen una presencia determinada en el tiempo, es decir, responden al “signo de los tiempos”, poseen carácter histórico, sin que por ello se relativicen, ya que su fundamento último es el hombre mismo y por lo tanto tienen una dimensión universal.

 

Max Scheller define los valores como “cualidades de un orden especial, simplemente por su contenido. Es un carácter de las cosas que consiste en que éstas sean más o menos estimadas o deseadas para lograr un fin”, cuyo sentido depende del hombre, entendido como la persona que realiza la valoración. El conjunto de valores que perfeccionan todas las dimensiones de hombre, lo mismo en lo material que en lo espiritual y en lo individual como en los social, podemos agruparlos de la siguiente forma:

  • Valores biológicos. Como el alimento, la salud, correspondiente a la dimensión material o biológica del hombre, se presenta como necesidades primordiales cuya deficiencia acarrearía deficiencia de la misma educación.
  • Valores Intelectuales. El conocimiento, la creatividad, el razonamiento, etc. originan el mundo cultural, al cual el niño o niña tiene acceso por medio de la selección y valoración de sus padres.

 

  • Valores Ecológicos. El cuidado, respeto y aprecio del medio en el que se desenvuelve la vida es un aspecto ineludible desde los primeros años de vida.
  • Valores Morales. El respeto, la tolerancia, la solidaridad, la verdad, son los pilares de las relaciones afectivas con el mundo y con los demás.
  • Valores Religiosos. Son propios de los creyentes, y su presencia o no en la educación a estas edades corresponde a los padres.

 

2.2. EDUCAR EN VALORES

Educar en valores significa favorecer el desarrollo del pensamiento, del análisis, del razonamiento y la afectividad, educar no solo con la razón sino con el corazón .  Algo esencial y difícil para el maestro es transmitir los valores a través de las vivencias, y para esto es menester que cada maestro y animador socio cultural, pueda ayudar a que cada niño los descubra mediante experiencias significativas, de allí la responsabilidad que tienen en los valores que trasmiten y proponen, ya que es delicada la tarea de hacer que cada niño pueda captar y/o elegir los valores que se ajusten a sus sueños.

 

Si esto se hace con inteligencia, amor y transparencia, se garantiza que el ciudadano del futuro sea un ser humano juicioso, diligente, dinámico y seguro de sí mismo para integrarse a la sociedad. Clave esencial para el éxito, ya que en la medida que el niño o niña se sienta seguro de sí mismo, se evitarán los resentimientos que a la larga le impedirán ser auténticos.

 

Compartiendo las ideas expuestas, es necesario que nuestros maestros y animadores socio culturales, transmitan una nueva forma de vida inspirada en una cultura de paz donde estén presentes por encima de todo pensamiento, el respeto, la felicidad y la igualdad. Tarea laboriosa la de estos actores sociales, al tener que explicar, enseñar y hacer sentir ese respeto, felicidad e igualdad, cuando pareciera que no se tienen las herramientas que permitan que estos valores se internalicen, se sientan y se palpen para verdaderamente tener la conciencia de que son esos logros los que se aspiran y se quieren para alcanzar las metas y los ideales que cada uno de estos niños se ha trazado en sus mentes.

 

He allí también la gran responsabilidad de todos los padres de ayudar a abonar este terreno fértil, que permita sembrar nuevos frutos que garanticen una cosecha próspera y valiosa que avalen el esfuerzo de quienes quieren construir un país que esté a la altura del mundo contemporáneo. Donde se debe recordar que no son las diferencias de razas, ni las económicas, ni las sociales, ni las políticas, las que nos distancian sino las de la educación.

 

2.3. LA EDUCACIÓN PARA LOS NIÑOS

En la etapa de educación infantil, dada la inmadurez del niño o niña en estos momentos, corresponde a los padres decidir sobre los valores en los que van a basar la educación de sus hijos. Así, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU 10-XII-1948) de modo expreso afirma que los “padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”(art.26.3). En el mismo sentido y no en menor grado se recoge en nuestra Constitución (art.27.3).

 

El fundamento de esta unanimidad internacional parece evidente: Nadie mejor que quienes han dado la vida inacabada al ser humano, decidan entre múltiples opciones, el sentido y direccionalidad de su acabamiento, mientras el sujeto carezca de la capacidad suficiente para decidir.  De hecho, el protagonismo de los padres, y más en la etapa de educación infantil, es insustituible. A ellos corresponde como ya hemos indicado, lo mismo en la familia como en centro escolar, decidir educativo o lo que es lo mismo, el conjunto de valores que den sentido y finalidad a la educación integral de sus hijos. Es decir, al conjunto de valores que perfeccionen todas las dimensiones del hombre.

 

Toda educación, pero sobre todo la destinada a los niños y los jóvenes, mira necesariamente hacia el futuro, pues tiene entre sus propósitos la formación de los adultos del mañana. Mirar el futuro siempre ha resultado una tarea difícil para los educadores, pues les exige ejercicios prospectivos que, por más “científicos” y rigurosos, no dejan de ser ejercicios de adivinación.  En los tiempos actuales, estos ejercicios se hacen aún más difíciles, debido a la velocidad con la que están ocurriendo los cambios científicos y tecnológicos, y al ritmo al que se está acumulando la información. Estas transformaciones son de tal magnitud que ya se deja sentir su impacto en la organización económica, política y social del planeta entero, y junto con ello de los países en los que se divide geográfica y políticamente la población mundial.

 

Las transformaciones económicas, sociales y culturales que el mundo experimenta en el fin de siglo, y que afectan de manera particular a los países, plantean una serie de exigencias a la educación. Estas exigencias han sido objeto de reflexiones y propuestas que persiguen preparar los sistemas educativos para cumplir renovadamente viejas funciones y para enfrentar otras inéditas.

 

Para educar en los valores es necesario atender todos los elementos y dimensiones de la persona: cuerpo, alma, condiciones físicas, sociales, morales e intelectuales, afectos, sentimientos y emociones. De esta manera, la educación en los valores es integral.  La educación debe ser integradora de la personalidad, no por “agregación” sino por “superación”; no consiste en acumular o agregar todos los aspectos de la educación sin excluir uno sólo, sino en realizar una síntesis que haga pasar al individuo a una situación que mejore la anterior, e integrarse a valores educativos superiores. Así, por ejemplo, la educación física o la sexual adquieren su plenitud con la educación moral e intelectual.

 

2.3.1.  Educar en la libertad

Si los valores son opciones que requieren de la capacidad de elección, la libertad no sólo es la condición para elegir, sino también un valor.  La libertad de opción, la libertad de ruptura y la libertad de adhesión son diferentes ángulos que presenta la “Libertad” con mayúscula. La libertad de opción debe ser crítica, humilde, comunicativa, basada en el amor; lejos de violentar, intenta la armonía. La libertad de ruptura hace alusión a su naturaleza dialéctica en tanto que cada opción significa, al mismo tiempo, una renuncia. Por ello, la única forma de asumir la libertad es la responsabilidad en tanto que afronta las consecuencias de la opción y la renuncia.

La libertad de adhesión es cuando uno se “pone a disposición”, es un compromiso, fidelidad a una causa o a un valor. Este ángulo de la libertad es tan importante como el de opción, ya que “una persona alcanza la plena madurez cuando ha elegido finalidades que valen más que la vida”.

 

2.4. LA EDUCACIÓN EN LOS VALORES ES UNA UTOPÍA.

Efectivamente, lo es, si entendemos por utopía “hacer posible lo deseable”, y si se trata del ser humano, de una persona, se convierte en una tarea que se presenta “imposible”, como diría Freud.  Hemos abordado algunos aspectos filosófico-educativos que en el terreno de lo concreto se convierten en un arte, con lo que éste tiene de impredecible pero también de creativo y magnífico. Como arte, la educación sobrepasa el terreno de lo normativo y prescriptivo y llega a lo profundamente humano, a lo misterioso. En este sentido, la intuición juega un papel importante, sin que por ello se desconozcan las aportaciones de las ciencias como la pedagogía, psicología y filosofía.

 

Para educar y educarse en el mismo acto de educar, la creatividad y la imaginación desempeñan un papel muy importante. Fortalezcamos nuestra imaginación, nuestros sentimientos y deseos para aprender a educarnos educando. Dejemos a la imaginación desarrollar su fuerza y tratemos de hacer posible lo deseable, realizando cada día la utopía de educar.

 

 

2.4.1. La utopía: una sociedad altamente educada

Las líneas que siguen pretenden ser consecuentes con una visión de América Latina como una sociedad altamente educada. Una sociedad altamente educada tiene que ser una sociedad equitativa. La educación dentro de esa sociedad debe ser equitativa. En un país como el nuestro, debe dejar de ser selectiva: actuar en el sentido de impedir que sean razones de naturaleza socioeconómica las que determinen la suerte educativa y con ello la vida futura de los individuos.

 

Los hallazgos de las investigaciones que se han venido realizando con los datos del reciente estudio de PISA muestran con claridad que los sistemas educativos son capaces de mitigar los efectos del origen socioeconómico de los alumnos. Muestran además que no se contraponen la calidad y la equidad; más aún, de los seis países con mejores resultados. Por el contrario, los países con resultados inferiores a la media reportan diferencias entre escuelas superiores a la media. Calidad y equidad se refuerzan mutuamente y conducen a la verdadera excelencia: altos resultados para todos.

 

De las dos funciones que el célebre documento de CEPAL-UNESCO (1992) le asigna a la educación (la de preparar para la competitividad económica y la de formar para la moderna ciudadanía), esta perspectiva privilegia la segunda.  Sostiene que una población participativa, profundamente democrática, crítica, organizada, respetuosa y defensora de los derechos humanos, preocupada por la justa distribución de bienes y servicios y del beneficio del desarrollo, será una población capaz incluso de juzgar críticamente el rumbo del desarrollo económico, de proponer vías de bienestar social, y de innovar desde lo productivo. La competitividad, como los propios organismos lo reconocen, requiere una fuerte ciudadanía y un país equitativo.

 

No se trata de conformarnos con formar ciudadanos capaces de adaptarse a las nuevas reglas del juego impuestas por la globalización; debemos perseguir formar seres humanos capaces de desarrollar el pensamiento alternativo y de hacerlo realidad.  En esta época y en el futuro que desde ahora puede avizorarse, una sociedad altamente educada lo es fundamentalmente en áreas que tocan de manera muy especial el terreno de lo afectivo. Así, debe ser una población:

  • Educada en el cuidado del medio ambiente. Ello requiere desarrollar una profunda conciencia histórica que permita comprender la trascendencia generacional de los actos humanos. Educar para respetar el medio ambiente necesariamente implica formar en valores. Respetar el medio ambiente implica entender que lo que hace una generación se lo hereda a la que sigue.
  • Educada para el consumo inteligente, moderado y crítico, tanto de los bienes y servicios como de la información, cada vez más globalizada.
  • Capaz de utilizar creativa y productivamente su tiempo libre. Si la automatización ha de a conducir, más que al desempleo a disponer de más tiempo libre, entonces debemos educar para el servicio a la comunidad y para el servicio a los demás.
  • Con una fuerte identidad cultural y un equilibrado espíritu de nacionalismo, pero educada en el respeto y la valoración de la diversidad cultural
  • Educada en la democracia como forma de gobierno, pero sobre todo como forma de vida, lo que supone un desarrollo profundo de la responsabilidad social y política y del espíritu crítico. Debe llegarse a internalizar la responsabilidad cívica de participar en aquello que interesa a la persona, pero también en lo que afecta a otros.

 

2.5. LA RELACIÓN EDUCATIVA ES LA SÍNTESIS DE LA FORMACIÓN EN VALORES

La relación educativa, ya sea del hijo(a) con su padre o madre, o del alumno(a) con su maestro(a), es ante todo un “encuentro entre personas”, una relación interpersonal en que está comprometida la totalidad de cada persona involucrada; dado que el corazón es el centro íntimo y dinámico de la personalidad, también y de manera especial, está implicado en la relación educativa.

 

El encuentro educativo puede ser cooperador y, al mismo tiempo, conflictivo; incluso el cooperador no está exento de conflictos, pero siempre con el afán de superarlos en un sentido pedagógico y constructivo.  La relación educativa significa amor, respeto, coexistencia pacífica y convivencia activa. Esta última lleva a la deliberación, la crítica, la capacidad de opción y la toma de decisiones.

En el plano psicológico la relación educativa establece condiciones de las que habla Carl Rogers:

  • Confianza del niño y del joven en sus potencialidades, en la elección de sus caminos y en su propia persona.
  • Comprensión empática, que significa tratar de ver el mundo desde el punto de vista del educando, de “ponerse en los zapatos del otro” para comprenderlo.
  • Respeto absoluto, que supone la aceptación del educando tal como es, con sus propios sentimientos, experiencias y significados personales. El respeto abre al diálogo y a una auténtica relación personal.
  • Tolerancia y ayuda, que significa crear un ambiente no violento, sino más bien permisivo, basado en la confianza y el amor.
  • Colaboración, que hace compartir el trabajo, las ideas, los sentimientos, es decir, pone en común lo que se hace y piensa.

 

 

 

 

 

CAPITULO III

AUTOESTIMA

 

1.1. CONCEPTO

Según nuestras connacionales Ramírez y Almidón especialistas en problemas de autoestima: «La autoestima es la valoración que uno tiene de sí mismo, se desarrolla gradualmente desde el nacimiento, en función a la seguridad, cariño y amor que la persona recibe de su entorno.

 

Está relacionada con el sentirse amado, capaz y valorado, lo que determina el autoconcepto, es decir; la imagen que uno tiene de sí mismo en lo corporal, intelectual, social, etc. Cuanto más se trate a una persona como ser importante y digno, y se sienta amado y aceptado, mejor autoconcepto tendrá; también se encuentra vinculada con el sentido de pertenencia a un grupo, con la posibilidad de plantearse metas a corto y largo plazo, con el sentirse competente y capaz en las actividades que realiza.

 

Cuando una persona presente una buena autoestima es porque posee una imagen positiva de sí misma, se acepta tal como es, reconociendo sus limitaciones y posibilidades, enfrentando mejor y con creatividad retos y oportunidades.  La autoestima se va construyendo a partir de las personas que nos rodean, de las experiencias, vivencias y sentimientos que se producen durante todas las etapas de la vida, siendo las más importantes para su adquisición, la infancia y la adolescencia.

 

William James, psicólogo norteamericano, juzga que lo que sentimos con respecto a nosotros mismos en este mundo depende de lo que apostemos ser y hacer.  La autoestima está determinada por la proporción entre nuestra realidad y nuestras supuestas potencialidades; una fracción en la cual el denominador son nuestras pretensiones y el numerador; nuestro éxito:

 

 

Dicha fracción puede aumentarse tanto disminuyendo el denominador como aumentando el numerador. Si «autoestima equivale a éxito dividido por pretensiones», entonces, como señala James, puede protegerla aumentando el propio éxito o bajando las propias pretensiones. Esto significa que una persona que no aspira a nada, ni en el trabajo ni en su vida tiene autoestima con índice negativo.

 

«La autoestima como un sentido subjetivo de autoaprobación realista. Refleja cómo el individuo ve v valora uno mismo en los niveles fundamentales de la experiencia psicológica. Entonces, la autoestima es fundamentalmente un sentido perdurable y afectivo del valor personal basado en una autopercepción exacta.» Ésta definición tiene la virtud de destacar que la autoestima genuina está basada en la realidad.

 

3.2.  IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA

La gran importancia de la autoestima en nuestra v4da puede sintetizarse los siguientes criterios:

  • Constituye el núcleo de la personalidad. La fuerza del hombre es la tendencia a llegar a ser el mismo. La fuerza impulsora para el efecto es la voluntad inexorable de la persona de captarse a sí misma. El dinamismo básico del hombre es su autorrealización.
  • Determina autonomía personal. Un objetivo principal de la educación es la formación de personas autónomas, seguras de sí mismas, que se acepten a sí mismas, que sepan auto orientarse en medio de una sociedad en mutación. Para esto es indispensable tener una autoestima positiva.
  • Posibilita relación social saludable. El respeto y aprecio hacia uno mismo es la plataforma adecuada para relacionarse con las demás personas. Podremos estimar a los otros, reconocer sus valores e infringirles un autoconcepto afirmativo, despertando fe y esperanza en sus propias capacidades y actuando como modelo de autoconfianza.
  • Fundamenta la responsabilidad. No puede crecer la responsabilidad en una persona descalificada. Sólo se compromete quien tiene confianza en sí mismo, el que cree en su aptitud. Sólo éste encuentra en su interior los recursos requeridos para superar las dificultades inherentes a su compromiso. Asumir nuestra responsabilidad con nosotros mismos significa confiar en nuestra propia capacidad para evaluar y hasta para crear nuestra realidad. Haciéndolo nos motivamos a actuar desde nuestra propia conciencia, sin achacar a los demás o a las circunstancias nuestros posibles errores o dificultades.
  • Supera las dificultades personales. Cuando la persona goza de autoestima es capaz de enfrentar los problemas que le sobrevengan. Dispone dentro de sí la fuerza necesaria para reaccionar buscando la superación de los obstáculos. La persona de autoestima negativa
  • Apoya la creatividad. La persona creativa surge desde la fe en si mismo, en sus capacidades, en su originalidad. Los que tienen bajo autoestima llegan a conformistas y masificados, prefieren la vida mecánica.
  • Condiciona el aprendizaje. La adquisición de nuevos aprendizajes está subordinado a nuestras actitudes básicas, que dificultan o favor recen la integración de la estructura mental, que generan energías más intensas de atención y concentración.
  • Garantiza la proyección de la persona. Desde sus cualidades las personas se proyectan hacia su futuro, se auto imponen aspiraciones y expectativas de realización y se sienten capaces de escoger y alcanzan sus metas.

3.3. FACTORES DE AUTOESTIMA

Estos factores contribuyen de forma interdependiente en la formación de la personalidad del individuo. Reforzando cada uno de ellos se refuerza la autoestima y por lo tanto se refuerzan de forma automática los otros y viceversa.

 

Es el factor en el cual creemos reconocer más fácilmente nuestro nivel de autoestima. Si 4guien se siente seguro de sí mismo y lo demuestra en su comportamiento y relaciones da la impresión de que tiene todos los problemas resueltos. En esa perspectiva el profesor debe sentirse seguro y cómodo consigo mismo, en los distintos contextos escolares y estar abierto a proyectar a sus alumnos la imagen correspondiente. Desde esta perspectiva el profesor tiene que ser un modelo, un amigo, un consejero y, además, un compañero más en clase. Esto lo puede conseguir desde la seguridad en sí mismo como persona y como profesional. Los niños, a su vez se dan cuenta de cómo se siente, le aceptan y apoyan con su propio comportamiento en el aula.

 

3.3.2.   Identidad.

Sentido de autoconcepto, es la forma cómo nos percibimos a nosotros mismos como personas. La formación de nuestro autoconcepto empieza a delinearse, desde el nacimiento, en conformidad con la forma como nos percibían v nos trataban nuestros padres. Desde estas primeras imágenes v reacciones anímicas se desarrollan sucesivamente distintas facetas del autoconcepto, en conformidad con los distintos contextos vivenciales y situaciones de refuerzo positivo o negativo que hayamos recibido. La persona con buen autoconcepto, confía en sí misma y en los demás. Se encuentra segura de si misma. Se siente cómodo con cualquier cambio, ya sea motivado por él o por las circunstancias y los demás. Toma decisiones, corre riesgos y entra en acción para conseguir resultados.

 

3.3.3.   Integración o pertenencia.

Implica sentirse cómodo y a gusto con los demás, sentir que formamos parte de un grupo familiar; de amigos de trabajo, de estudio, etc., y que aportamos algo al mismo. La autoestima desarrolla socialmente, desde que vivimos en sociedad. La persona con buen sentido de pertenencia demuestra sensibilidad y comprensión hacia los demás y habilidad en cooperar y compartir. Se siente cómodo en el grupo y está listo a interactuar. Consigue la aceptación de los demás. Demuestra características sociales positivas, y está dispuesto a compartir sus conocimientos y emociones cuando puede ser de utilidad propia y/o de otros.

 

  • Finalidad o motivación

Busca que nuestra actuación sea oportuna, necesaria e inevitable. Cuando tenemos motivaciones suficientes modificamos nuestro comportamiento, hacemos todo lo necesario por lograrlo. Desde esa perspectiva desactivamos preconceptos, miedos, vergüenzas u órganos falsos.

El principal elemento de motivación es tener fe en que podemos hacer lo que nos proponemos.

 

3.3.5. Competencia.

Implica tener conciencia de la propia valía, de lo que sabemos, sentimos y podemos hacer. Acrecentar la competencia es una decisión personal en función de su propia autoestima. La persona con sentido de competencia busca colaborar y autosuperarse en vez de competir. Acepta la derrota como enseñanza para superarse. Se siente motivado a actuar con éxito. Es consciente de sus virtudes, destrezas, potencialidades y debilidades y acepta estas últimas como oportunidades de crecimiento.

 

3.4. COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA

La autoestima tiene tres componentes: cognitivo, afectivo v colativo comportamental. Los tres operan íntimamente correlacionados, de manera que una modificación en uno de ellos comporta una alteración los otros. Un aumento de nivel afectivo y motivacional nos abre a u conocimiento más penetrante y a una decisión más eficaz. Una comprensión y conocimiento más cabal, elevará automáticamente el afectivo y volitivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPITULO VI

ETICA Y VALORES

 

4.1. EL COMPORTAMIENTO COGNITIVO DE LA MORAL

Uno de los impedimentos fundamentales para un planteamiento integrado de la educación moral ha sido la virtual ausencia de un modelo globalizador de la persona moral en las ciencias sociales. Claro síntoma de ello es la desbordante confusión de la retórica. Tenemos educación moral, educación en valores, educación social, educación del carácter, educación democrática, etc.

 

Por ejemplo, Lickona (1991a) titula su libro: «Educando el carácter», cuya primera parte trata el tema «Educando para formar valores y carácter», en el que se utilizan los términos «valores», «carácter», «valores morales», «educación moral», «educación en valores», «razonamiento moral», etc., a modo de sinónimos, ofreciendo escasa definición de los mismos. Ryan y Lickona (1987) en el párrafo inicial de Desarrollo del carácter en las escuelas y más allá de ellas, de Ryan y McLean, hacen uso del siguiente popurrí terminológico: «La inquietud por los valores y la moral de los jóvenes es una preocupación permanente de los adultos. A lo largo de la historia conocida, esta preocupación sobre el carácter de las generaciones más jóvenes es evidente. Preocupación, no obstante, que nunca ha bastado para garantizar que los jóvenes posean este tipo de carácter que permita sostener al individuo y a la sociedad.

 

Algunas sociedades no han conseguido transmitir sus valores a los jóvenes». Como ya se ha observado, muy pocos autores intentan diferenciar analíticamente tales términos y pocos son los que intentan explicar el modo en que los utilizan. En la mayoría de las ocasiones se eligen al azar o por su impacto retórico. Se puede apreciar claramente el paralelismo con la parábola de los ciegos y el elefante.

 

Cada grupo ve el florecimiento de la moralidad en una esfera de confines reducidos, engloba modelos directamente dirigidos a tal esfera, aplica programas diseñados para influir en dicha esfera y utiliza diferentes criterios para seleccionar etiquetas para sus respectivas empresas. Quizá la Torre de Babel podría ser una metáfora más apta. Lo que necesitamos es un examen más completo de la naturaleza de la persona moral, es decir, una anatomía moral. La crítica de Walker (1995) sobre la tendencia a basarse sólo en el modelo de desarrollo cognitivo de Kohlberg, podría aplicarse fácilmente a cualquiera de los demás modelos que hemos citado. «Pero resulta evidente que esta influencia omnipresente ha dado una visión más bien restringida del funcionamiento de lo moral, que ahora deberemos esforzarnos por superar.

 

4.2. UNA ANATOMÍA MORAL

Si tuviéramos que diseccionar a la persona moral y categorizar los diversos órganos morales que encierra la moralidad humana, ¿qué incluiríamos en tal lista? No pretendo sugerir con este ejercicio que existe una ubicación biológica para la moralidad en la persona, ni tampoco que los cinco componentes que pasaremos a describir en esta comunicación representen el único mapa psicológico de la moralidad posible o deseable. Sin embargo, se tiene que empezar por alguna parte, y estos cinco componentes parecen representar una taxonomía fundamentada en el lenguaje de la psicología y en el habla común. Como mínimo, debería ser suficiente para cubrir la mayor parte de los campos y servir de base para posteriores debates.

 

4.2.1. Conducta

La conducta es un aspecto central para ser una persona moral, puesto que un argumento razonable sería que una persona con buenas intenciones que nunca actúa con base en ellas, no es plenamente una persona moral.

 

La finalidad de la educación moral es, sin duda, la conducta. Kohlberg fue criticado (erróneamente) por educar para un razonamiento moral no relacionado con la conducta.

4.2.2. Carácter

«Las raíces de la palabra ‘carácter’ proceden del griego ‘marcar’. Ello sugiere un planteamiento sobre la conducta observable» Aquí definiré el carácter como personalidad, es decir, como la tendencia única y permanente de un individuo a actuar de un modo determinado y no de otra manera. Lickona (1991) lo define como «disposiciones estables para responder a situaciones de modo moral, manifestadas en modelos observables (rasgos del carácter) de amabilidad, honestidad, responsabilidad y respeto generalizado por los demás». Ryan y Lickona (1987) definen el carácter de los ciudadanos como «la medida en que una masa crítica de individuos posee y encuentran su identidad en la sociedad y actúan con base en una visión moral compartida».

4.2.3. Razonamiento

Un problema que plantea el concluir nuestra anatomía moral con la conducta, el carácter y los valores, es la falta de una autoridad moral. Con ello quiero decir que todavía tenemos que recurrir a una base para determinar qué está bien y qué está mal más allá de la socialización que un individuo haya recibido.

 

El trazado que diseñó Kohlberg (1976) de las etapas del desarrollo del razonamiento moral ofrece el mejor modelo para estudiar y educar de cara al desarrollo de un razonamiento moral.

 

4.2.4. Emoción

Esto nos lleva a la última pieza de la persona moral: el afecto moral. «Además de enumerar los motivos por los que las personas actúan o deberían actuar, la ética también debe prestar atención a las energías que permiten actuar a los individuos siguiendo tales razonamientos» (Samay, 1986). Samay considera que la emoción moral es la «raíz del dinamismo de la vida moral», «la alimentación motriz general de toda conducta, la fuerza integradora de todo conocimiento y valoración». De hecho, resulta difícil imaginar a una persona moral desprovista de sentimiento.

 

4.3. LA EDUCACIÓN MORAL

4.3.1. Concepto:

La educación moral es la socialización, puesto que su objetivo es ayudar a los alumnos a integrarse en la comunidad. Para conseguirlo se le debe dotar de las habilidades y del bagaje cultural necesarios para adaptarse a los códigos morales establecidos. Pese a la importancia de tales procesos, se piensa que la educación moral no se reduce a la socialización, sino que en ella se destaca también una vertiente creativa, crítica y transformadora.  La educación moral pretende que cada sujeto sea el autor de su propia historia, para lo cual se debe tener en sus manos la responsabilidad de inventar su vida, de tomar decisiones en situaciones e conflictos de valores y construir una forma de ser deseada y un modo de convivir justo.       La educación moral debe contribuir al desarrollo de las capacidades psicológicas que forman el sentimiento, el pensamiento y la acción moral, aunque los sentimientos morales abarcan una amplia gama de fenómenos, como por ejemplo la empatía, la vergüenza el orgullo o la culpa.

 

4.4. LA EDUCACIÓN MORAL DE LA PERSONA MORAL EN SU

      TOTALIDAD

Para educar a un niño con los cimientos de la moralidad en los niños pre-escolares es necesario ocuparse de:  1. la calidad de las relaciones del niño, en especial con aquellas otras personas significativas en su vida (Magid & McKelvey, 1987);  2. la enseñanza de modelos de conducta, incluyendo la disciplina y la orientación;  3. la conducta presentada al niño como modelo; y 4. los procedimientos de toma de decisiones y los modelos de comunicación de la familia (Berkowitz, 1992).

 

Ciertamente estos son ámbitos que se solapan. Sabemos que los niños desarrollan personalidades más sanas con los demás si quienes se ocupan de ellos son cariñosos y coherentes, si responden, si son idóneos y sensibles a las indicaciones del niño. Sabemos que la enseñanza de la conducta resulta muy efectiva cuando se basa en la recompensa de la conducta deseada y no en el castigo por la conducta indeseada.

 

4.4.1. Educar los valores

Recuerden que los valores se refieren a las creencias que los niños poseen sobre qué es o no es importante en sentido moral. Existen tres planteamientos generales para la educación de los valores: clarificación de éstos, inculcación de los mismos y Comunidad Justa.

 

La clarificación comporta que cada persona debe generar su propio conjunto de valores morales, y la educación debería proporcionar sencillamente los medios para la autoexploración y el conocimiento de uno mismo.  La inculcación sostiene que la misión de la escuela es la de educar a los niños hacia un consenso de valores.

 

4.4.2. Educando el carácter

El floreciente movimiento de la educación del carácter es ampliamente compatible con las cuestiones de educación en valores analizadas anteriormente. No obstante, existe una diferencia significativa. El carácter debería generar desarrollo de la personalidad, mientras que la educación en valores debería modificar las creencias. Por tanto, la educación del carácter necesita ir más allá de una simple defensa de tendencias de conducta deseada.

 

La educación del carácter puede y debería incluir un planteamiento sobre la inculcación de creencias, pero hay que ir más allá. Su objetivo primordial es el desarrollo de hábitos morales, de tendencias de conducta, que es de esperar germinen de por sí rasgos de carácter o virtudes.

 

Esta educación del carácter subraya la promoción de «las disposiciones para emprender determinadas acciones en determinadas situaciones» (Wynne, 1991), tiende a concentrarse sobre los procesos del modelaje adulto de conductas deseadas, a la valoración de tales conductas a las que se une la escuela, y a la enseñanza explícita de las conductas a través de contingencias (recompensas y castigos) para la misma.

 

4.4.3. Educando el razonamiento moral

Este puede ser el punto más fuerte de nuestro argumento empírico. Existe una vasta literatura educativa y psicológica que analiza el modo de promover el razonamiento moral (por ejemplo: Berkowitz, 1985; Power, Higgins & Kohlberg, 1989a; Rest, 1979). Hay dos modos básicos de educar para un razonamiento moral: La discusión de dilemas morales entre iguales y la Comunidad Justa. La más práctica y por consiguiente la técnica más ampliamente implementada es la discusión de dilemas entre iguales. Los dilemas morales se seleccionan de forma apropiada entre las antologías, los acontecimientos actuales, la historia, la literatura, el currículum, o los elabora el mismo profesor.  El grupo-clase (u otro grupo de estudiantes) empieza entonces un proceso de discusión crítica pero respetuosa a partir del dilema, con el explícito objetivo de intentar determinar cuál sería la mejor solución. Tal y como se demostró en Berkowitz & Gibbs (1983), la discusión en la que los iguales se centran analíticamente en el razonamiento de los otros es la que promueve mayor desarrollo. El papel del profesorado es el de facilitar y activar consideraciones acerca del razonamiento de quienes co-discuten con uno (Berkowitz, 1985).

 

4.4.4. Educando el afecto moral

En cierto modo, el afecto moral es la parte más difícil de la anatomía moral en relación con la educación. Hay múltiples razones para realizar esta afirmación. La primera y principal radica en que la mayoría de los informes psicológicos acerca de las emociones morales sugiere que éstas se desarrollan principalmente con el ingreso a la escolarización formal. En segundo lugar, cabe mencionar que se ha investigado poco sobre la educación de las emociones morales en la escuela. En tercer lugar, gran parte de la literatura sobre afecto moral ha tomado mayor interés por los remedios y por la falta de una vida emocional típica.

 

CONCLUSIONES

El problema de la formación o la educación de valores o en los valores preocupa y ocupa a la comunidad educativa universitaria en Cuba y en el mundo. La entrada vertiginosa en un nuevo milenio exige de una mayor eficiencia, eficacia y pertinencia de los procesos formativos en la enseñanza superior, no solo en cuanto a la elevación del nivel técnico-profesional de sus egresados, sino también en sus cualidades morales.

 

Educar en los valores, será, acompañar a nuestros hijos, en el proceso de respuesta libre y personal sobre su propia identidad y sobre los horizontes y metas que busca para su felicidad, lo cual le generará los valores en los que creer y la necesidad de integrarlo en su comportamiento cotidiano. Valores y educación forman una unidad inseparable difícilmente separables. Un interrogante en el orden práctico se hace presente, de forma permanente, sin posibilidades de eludir.

 

La autoestima tiene tres componentes: cognitivo, afectivo v colativo comportamental. Los tres operan íntimamente correlacionados, de manera que una modificación en uno de ellos comporta una alteración los otros. Un aumento de nivel afectivo y motivacional nos abre a u conocimiento más penetrante y a una decisión más eficaz. Una comprensión y conocimiento más cabal, elevará automáticamente el afectivo y volitivo.

 

Y una tendencia y empeño en la conducta reforzará dimensión afectiva e intelectiva. Idéntica correlación se origina a la inversa; cuando se deteriora uno de ellos; quedan afectados negativamente los restantes. Es mucho importante tener en cuenta esta interactúa comunicación de los tres componentes a la hora de plantearnos la pedía de la autoestima.

 

El componente cognitivo indica idea, opinión, creencias, percepción y procesamiento de la información. Es, como dice Markus, el conjunto de autoesquemas que organizan las experiencias pasadas y son usados para reconocer e interpretar estímulos relevantes en el ambiente social. El autoesquema es una creencia y opinión sobre sí mismo que determina el modo en que es organizada, codificada y usada la información que nos llega sobre nosotros mismos. Es un marco de referencia por el cual damos un significado a los datos aprehendidos sobre nosotros mismos. El autoconcepto ocupa un lugar privilegiado en la génesis, crecimiento y consolidación de la autoestima.

 

La educación moral debe ayudar a analizar críticamente la realidad cotidiana y las normas socio – morales vigentes, de manera que favorezcan formas más justas y adecuadas de convivencia. Estamos hablando de la Educación en valores y de valores como la justicia, la solidaridad, la igualdad, la libertad,… reconocidos hoy en día como principios que propician las formas más justas y respetables de convivencia.

 

 

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