EL JUEGO

El juego comienza desde que el niño nace, al inicio sus juegos tienen un sentido funcional y  experimental; vemos como juega con su propio cuerpo y a medida que el niño empieza a actuar dentro de su medio, van apareciendo otras formas de juego: referidas no sólo a juguetes sino a las interacciones con otras personas.

 

Hacia los dos  años el niño empieza a desarrollar su capacidad creadora, aparece los juegos de imitación y la imaginación para interpretarlos. Posteriormente aparece el juego  simbólico y con él, el desarrollo del lenguaje y del pensamiento abstracto. Aproximadamente a los tres años aparece el juego cooperativo con conversación y el juego social con movimiento, ya que el niño puede interactuar siguiendo instrucciones o imitando el movimiento de otros. Así va adquiriendo rasgos de independencia en su comportamiento.

 

Hacia los 4 años, a través del juego, construye lo que desea, aprende a diferenciar lo real de lo imaginario del juego. A través de la actividad lúdica se puede observar el desarrollo de la personalidad del niño, ya que dicha actividad es un medio para canalizar todos sus sentimientos y sus respuestas emocionales, las cuales están relacionadas a su sexo, edad e inquietudes, temores, dificultades de aprendizaje, problemas de lenguaje y temperamento. Es importante, entonces darle oportunidad de organizar sus juegos, seleccionar sus juguetes y permitirle la libre interacción con éstos.

 

Hacia los cinco años, es común que a través del juego el niño cree un amigo imaginario (muy frecuente en hijos únicos). El niño busca, también nuevos amigos intentando reafirmar su yo. Los juegos a esta edad, son más realistas, el niño usa la lógica en su actuar, tiene mayor control sobre sí mismo. A esta edad inventa juegos con reglas arbitrarias desarrollando al mismo tiempo su capacidad de intercambio. Los juegos de representación son contundentes en la identificación su propio sexo, el niño es más realista que en los años anteriores e introduce nuevos personajes en sus juegos. Hacia los seis años, se tiende al juego espontáneo. Los juegos grupales adquieren gran importancia. Los juegos representativos son más organizados y realistas, el niño forma parte activa del mundo exterior y requiere de la compañía de otros niños.

 

Muchos autores se han ocupado de aclarar la influencia del juego en el desarrollo de muchas destrezas en el niño. Cada uno de ellos analiza y descarta una teoría según sus fundamentos. Algunas teorías coinciden o se complementan por tipos de teorías.

 

En una concepción fisiológica, hablan de la teoría del entretenimiento o de la reacción y dicen que: el juego tiene su origen en la necesidad de descanso, entretenimiento, recreación de regeneración de las fuerzas psíquicas, mentales. Distingue el papel del juego como un agente suplementario o complementario y como un agente compensador. De allí el nombre y corresponde a la concepción psicológica del juego.

 

Dentro de  la  concepción  psicológica también hablamos de la teoría Catártica. Esta teoría se desarrolla en base a una función  del  juego  y su enfoque es evidentemente   psicológico.   Varios autores se han  ocupado de la actividad lúdica asignándole catártico, es decir el medio  para  liberar  emociones, vivencias que  perturban el equilibrio.

 

En términos de la psicología freudiana el juego constituye un fenómeno de sublimación. No es que el juego suprima unas tendencias nocivas, sino que las canaliza, las alivia y apacigua. El niño no elimina definitivamente sus instintos de lucha, sino que las descarga momentáneamente, y de una manera inofensiva.

 

Freud demostró que la repetición de los hechos dolorosos en forma de juego, constituye un camino de que el niño dispone a fin de liberarse de las impresiones demasiado intensas.

 

Muchos autores hablan sobre la importancia del juego para el desarrollo social del sujeto, por ser ocasión para el aprendizaje de los sentimientos de lealtad, solidaridad y espíritu de ayuda mutua, etc., que llevan a la comunidad al cumplimiento de sus fines más elevados. Estos autores hablan sobre la influencia decisiva del juego en el desarrollo de la civilización.

 

Cabe destacar una interpretación sociológica del juego, tanto por su función socializadora, como por su presencia universal, también por su supervivencia a través de las épocas y culturas así como por ser actividad de relación inter humana muy especial, también por estar ligada al desarrollo de las manifestaciones de la cultura, así como por ser él mismo un producto cultural.

 

Piaget nos habla del juego en un sentido formativo ya que todo conocimiento que se deriva, en primera instancia de sus acciones sobre los objetos y sobre el mundo que le rodea, formándose así expectativas acerca de cómo se comportan dichos objetos en diversas circunstancias.

 

El juego en el aula sirve para facilitar el aprendizaje y cuando se planifiquen actividades agradables, con reglas que permitan el fortalecimiento de los valores: amor, tolerancia grupal e intergrupal, responsabilidad, solidaridad, confianza en si mismo, seguridad, que fomenten el compañerismo para compartir ideas, conocimientos, inquietudes, todos ellos; los valores, facilitan el esfuerzo para internalizar los conocimientos de manera significativa y no como una simple grabadora.

 

Estos conocimientos en varias áreas favorecen el crecimiento biológico, mental, emocional-individual y social sanos; de los participantes, a la vez que les propicia un desarrollo integral y significativo y al docente posibilita hacerle la tarea, frente a su compromiso, más dinámica, amena, innovadora, creativa, eficiente y eficaz, donde su ingenio se convierta en eje central de la actividad.

 

El juego tomado como estrategia de aprendizaje no solo le permite al estudiante resolver sus conflictos internos y enfrentar las situaciones posteriores, con decisión, con pie firme, siempre y cuando el facilitador haya recorrido junto con el ese camino, puesto que el aprendizaje conducido por medios tradicionales, con una gran obsolescencia y desconocimiento de los aportes tecnológicos y didácticos, tiende a perder vigencia.

 

El juego es una actividad presente en todos los seres humanos habitualmente se le asocia con la infancia, pero lo cierto es que se manifiesta a lo largo de toda la vida del hombre. Pensadores clásicos como Platón y Aristóteles han dado importancia al aprender jugando, y animar a los padres para que le dieran a sus hijos juguetes que ayudaran a “formar sus mentes” para actividades futuras como adultos.

 

Freud, por su parte relaciona el juego con la necesidad de la satisfacción de impulsos instintivos de carácter erótico o agresivo, y con la necesidad de expresión y comunicación de sus experiencias vitales y las emociones que acompañan estas experiencias.

 

Son muchos los autores que han considerado y consideran el juego como un factor importante y potenciador del desarrollo tanto físico como psicológico del ser humano, especialmente en su etapa infantil. El desarrollo infantil está directamente y plenamente vinculado con el juego, debido a que además de ser una actividad cultural y espontánea a la que el niño le dedica todo el tiempo posible, a través de el, el niño desarrolla su personalidad y habilidades sociales, sus capacidades intelectuales y psicomotoras. Le proporcionan las experiencias que le enseñan a vivir en sociedad, a conocer sus potencialidades y limitaciones, a crecer y madurar. Cualquier capacidad se desarrolla más eficazmente en el juego que fuera de él.

 

A través del juego el niño está descubriendo y conociendo el placer de hacer las cosas y estar con otros, no debemos olvidar que el juego es uno de los primeros lenguajes del niño, una de las formas naturales. A partir del juego el niño tendrá un desarrollo integral, es decir desarrolla todas las áreas del conocimiento, dentro de ellas tenemos: Afectividad; que favorece el desarrollo emocional, motricidad:   proporciona el conocimiento de su esquema corporal, desarrollado e integrado; inteligencia: se hace el gran descubrimiento intelectual, manipulando los materiales aprende a analizar los objetos, a pensar e indagar sobre ellos; creatividad: en todos los niveles lúdicos los niños emplean destrezas que proporcionan oportunidades de ser creativos en la expresión, la producción de conocimientos; la sociabilidad: ayuda al niño a relacionarse con otros y los prepara para su integración social.

 

Froebel, plantea que la finalidad de la educación es conservar las características particulares que  definen al niño como tal, favoreciendo el desarrollo de los diversos aspectos de su personalidad, además de que desde su más tierna edad debía ser estimulado a trabajar, a estar en contacto con la naturaleza encauzando su actividad a la utilización de los diferentes espacios y herramientas que el mismo medio le brinda.  Para conseguirlo, bajo un enfoque pedagógico y didáctico, habría que aprovechar entonces la actividad espontánea del niño y su interés por el juego.

 

Froebel formuló nuevos métodos y materiales educativos e ideó juegos y actividades para ofrecer una mejor orientación a las maestras. Le dio una importancia central al juego, cuyos fines pedagógicos permitían la formación de los niños de manera libre y espontánea; esto no significaba que aquél no fuera dirigido, pues el propósito era evitar que perdiera su función educativa. Con ello, el jardín de niños, además de proporcionar ambientes educativos para favorecer la actividad intelectual de los niños, también propició la convivencia entre ellos en un clima de alegría, amor, libertad, colaboración y respeto. La gran tarea de la educación consiste en ayudar al hombre a conocerse a sí mismo, a vivir en paz con la naturaleza y en unión con Dios. Es lo que llamó la educación integral.

 

Por otra parte Decroly en su principio “La escuela por la vida para la vida”, Decroly pretendía que la escuela tuviera un programa de acuerdo con la psicología del niño y que respondiese a las exigencias de la vida individual y social actual. El conocimiento de su personalidad, de su yo, sus necesidades y aspiraciones, así como el conocimiento del medio natural y humano del cual depende y sobre el cual debe actuar.

 

El juego como una actividad importante en el aula de clase, puesto que aportan una forma diferente de adquirir el aprendizaje, aportan descanso y recreación al estudiante.

 

Los juegos permiten orientar el interés del participante hacia las áreas que se involucren en la actividad lúdica. El docente hábil y con iniciativa inventa juegos que se acoplen a los intereses, a las necesidades, a las expectativas, a la edad y al ritmo de aprendizaje.

Los juegos complicados le restan interés a su realización. En la primera etapa se recomiendan juegos simples, donde la motricidad esté por delante. Los juegos de imitación y cacería y persecución deben predominar en esta etapa. En la segunda, deben incluirse las competencias y los deportes.

 

El niño o la niña ni está preparado ni le gusta oír largo tiempo las explicaciones, sin embargo, el docente está consciente que el alumno asimila más o menos el 20% de su clase, pero no cambia sus estrategias, continúa apegado a lo tradicional.

 

En la primera etapa sobre todo en primero y segundo grados – es inhumano hacer que los niños permanezcan sentados largo tiempo. Es aconsejable que cada cierto tiempo se levanten de sus asientos y que den una vuelta alrededor del círculo que tienen para atender al docente, que den pequeños saltos, que levanten las manos, que imiten algún animal y luego vuelvan a sus puestos de trabajo.

 

Los juegos de los niños deben adaptarse a su naturaleza y a que propicien la higiene personal, por este motivo, el juego constituye una situación ideal para la formación de hábitos higiénicos.

 

El niño manifiesta a través del juego todo el proceso de la transformación de la inteligencia, bajo la influencia del lenguaje y de la socialización. Casi todos los comportamientos del niño son susceptibles de convertirse en juego cuando se repiten por asimilación pura, es decir por simple placer funcional.

 

El juego es el medio por el cual el niño realiza todo aprendizaje. Este juego activo representa un signo de salud mental: ningún animal joven  juega tan libremente, durante tanto tiempo ni con tanta inventiva como lo hace el niño, tal es así que la ausencia del juego es índice de alguna perturbación. Mediante el juego el niño aumenta el conociendo del mundo circundante, se adapta y alcanza habilidad.

 

Por ello el adulto debe fomentar el juego infantil y no debe impedir ni obstaculizar el placer que siente el niño a realizar determinados juegos: tirar objetos al suelo, trepar, armar y desarmar.

 

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