¿LEYES UNIVERSALES O LEYES CONTEXTUALES?

La psicología utiliza el método científico, que consiste en un conjunto de procedimientos diseñados para establecer leyes generales (universales) por medio de la recolección de datos y la evaluación de teorías que intentan describir, explicar y predecir los fenómenos. El método científico incluye teorías explícitas y/o implícitas. Las hipótesis se formulan con base en tales teorías. El método científico es una evaluación sistemática y critica de las hipótesis por medio de investigaciones y conclusiones objetivas, controladas y empíricas, que están sujetas a replicación, escrutinio público y análisis.

Las afirmaciones de la ciencia poseen un alto grado de universalidad y las predicciones y las hipótesis se formulan en forma tal que sean independientes de un lugar en particular, de una época o de una persona. Esta búsqueda de universalidad, de generalidad, de estar más allá de las limitaciones de tiempo y lugar, es siempre relativa y constituye más una meta que un logro. Es algo a lo cual se tiende en todas las ciencias: leyes universales, generales, que sobrepasen el aquí y el ahora, el espacio, el tiempo y la cultura. Y al investigador que las descubrió.

En las ciencias sociales y del comportamiento se ha insistido en la necesidad del contexto, de estudiar un fenómeno dentro de una cultura, una época y una cosmovisión. Colocar la ciencia en contexto es una de las metas de las ciencias del comportamiento y, al mismo tiempo, descubrir y formular leyes universales, generales y aplicables en todas las culturas y ambientes. ¡Sin duda es un balance muy difícil de lograr! Es el balance entre lo etic (universal) y lo emic (particular).

La distinción etic-emic fue introducida en psicología por Berry (1969) y su fundamento se encuentra en el estudio del lenguaje (fonética y fonémica). En la psicología trans-cultural las conductas e ideas que son generales y universales se denominan etic: las que son culturalmente específicas se denominan emic.
Esta distinción se encuentra en el centro de las discusiones contemporáneas acerca de la universalidad de las leyes del comportamiento, de la vida social, de la cognición, del desarrollo humano a lo largo del ciclo vital, de lo que es normal y de lo que es anormal.

¿Aprenden los organismos con base en los mismos principios? ¿Pasan todos los niños del mundo a través de los mismos estadios de desarrollo cognitivo propuestos por Piaget? ¿Las mismas explicaciones de la motivación humana en el trabajo son válidas en China, Estados Unidos y Nigeria? ¿Es universal la percepción de ilusiones visuales y se da igual en todas las culturas? ¿Son más agresivos los machos que las hembras en todos los contextos y en todas las sociedades? Los estadios de desarrollo moral propuestos por Kohlberg ¿se pueden aplicar a todas las personas, a las sociedades del pasado y de hoy, y se presentan en la misma secuencia en todas las culturas contemporáneas?

Hay muchas preguntas que responder. En este campo una perspectiva internacional de la psicología, una perspectiva global, puede arrojar muchas luces sobre estos temas. (ver Stevens y Gielen, 20067). Sin duda hay muchas conductas, cogniciones y afectos que compartimos todos los seres humanos del planeta, de ayer y de hoy, más allá de las barreras de la cultura, la historia, los géneros, las edades, las etnias, las clases sociales.

Hay igualmente muchas otras que son específicas de grupos (las culturas individualistas vs. Las colectivistas, los varones vs. las mujeres, los jóvenes vs. los viejos, los introvertidos vs. los extravertidos). E igualmente algunas que son específicas y únicas de la persona. Un individuo en particular es diferente de todos los demás, es una combinación única: es la unicidad de la personalidad de cada individuo. Hay factores psicológicos que compartimos con todas las personas del planeta, otros que compartimos con algunos grupos de referencia y otros que son únicos de cada individuo.

En el fondo se encuentra el problema de los universales psicológicos, y el problema de la universalidad humana, Lonner (1980) propuso una estructura de siete niveles para categorizar los conceptos que podrían calificarse como universales psicológicos: los universales simples, los universales varioformos, los universales funcionales, los universales diacrónicos, los universales orientados etológicamente, los universales conductuales sistémicos y los universales “de coctel”. Son elementos que ocurren y que son reconocidos a través de las diversas culturas, aunque algunas veces de formas diferentes.
La lista de Brown (1991) de los universales humanos también es relevante en este asunto.

Sin embargo es claro que los universales de la conducta humana no explican toda la varianza. La cultura es relevante, muy central y focal en cualquier explicación del comportamiento.
Cultura que tradicionalmente se ha definido como la parte del ambiente hecha por el ser humano, (Herskovitz, 1955) incluyendo tanto elementos objetivos como subjetivos. (Triandis, 1972) La cultura puede incluso tener más importancia que la llamada “naturaleza humana” en una explicación comprensiva y relevante del ser humano y su conducta. (Ver Segall, Dasen, Berry y Poortinga, 1990; Smith y Bond, 1993; Moghaddam, Taylor y Wright, 1993; Blackler, 1983)

Debemos señalar que el estudio de la influencia de la cultura sobre el comportamiento, las limitaciones contextuales de las leyes científicas, las diferentes maneras de conceptualizar los procesos psicológicos con base en las tradiciones locales, no ha sido muy popular en la psicología de la corriente principal. (Ver Brock, 2006). La importancia de la historiografía contextualizada solo ahora comienza a ser tomada en serio.

De hecho, desde sus comienzos la psicología moderna tuvo que ver con el intercambio internacional del conocimiento organizado y también con los contextos culturales (y geográficos y lingüísticos). Como señala Danzinger (2006): “Un enfoque diferente de la historia de la psicología… ofrece la posibilidad de otra perspectiva sobre el problema de la universalidad de los fenómenos psicológicos. En lugar de dar por hecho esa universalidad, uno podría considerarla como un resultado posible de condiciones históricas abiertas a investigación”. (p. 223).

La ciencia psicológica que buscó en forma implícita o explícita ser universal y que insistió en que existía una realidad psicológica subyacente, se encontró con la importancia de la cultura en el comportamiento, con el papel que juega el contexto y con la gran dificultad que existe para especificar qué es universal y qué es culturalmente limitado en el estudio del comportamiento humano.

Ese delicado balance entre lo universal y lo particular, entre la naturaleza humana y la influencia de la cultura, entre lo etic y lo emic, es una tarea pendiente en la psicología de comienzos del siglo XXI. Algo que preocupa a la disciplina, que origina muchos problemas y que está lejos de resolverse en forma satisfactoria. Es uno de los grandes dilemas de la psicología de hoy.
También lo es la relación entre ciencia y aplicaciones, entre investigación científica y profesión, entre el mundo del conocimiento y la relevancia social.