Durante gran parte de su desarrollo reciente, la psicología ha pasado de ser una ciencia de laboratorio, dentro del contexto de las ciencias naturales, con una metodología experimental, a convertirse en una profesión, con objetivos diferentes a los de las ciencias, con problemas propios, con gran interés en la relevancia social y en los atavares de los grandes problemas sociales del mundo contemporáneo.
Si comparamos lo que era la psicología a comienzos del siglo XX con lo que es a comienzos del siglo XXI hallamos inmensas diferencias. A comienzos del siglo XX la psicología estaba muy cerca de la física, la biología y la fisiología, se interesaba profundamente en su estatus de ciencia y en la inserción universitaria. La fundación de laboratorios experimentales, la creación de revistas científicas especializadas, la rigurosidad de sus investigaciones, eran el centro de su interés. Los psicólogos se sentían muy orgullosos de haberse emancipado de la filosofía (la “madre” de todas al ciencias, pero que para la psicología era más una “madrasta” que una verdadera madre). La participación en la American Association for the Advancement of Science (AAAS), el hecho de que la principal revista científica del planeta, Science, fue dirigida por un psicólogo, J. Mc. Cattell (1860-1944), que además fue su propietario y su orientador durante 50 años, la necesidad de lograr estatus como “ciencia dura”, todos estos tópicos estaban en el centro de interés de los psicólogos. Entre más laboratorios tuviéramos, más publicaciones sobre percepción, aprendizaje, cognición, psicología animal, reflejos, relaciones mente-cerebro, mejor nivel tendría la psicología.
Las aplicaciones no se consideran relevantes (ver Wundt, 1909), y en realidad la psicología se interesaba muy poco en ellas. Es claro que ya en 1920 se fundó la International Association of Applied Psychology (IAAP). Que Hugo Münsterberg (1863-1916) estaba interesado en lo que hoy llamamos psicología jurídica, psicología de la eficiencia industrial, psicología educativa e incluso psicoterapia. Que Lightner Witner (1867-1956) había fundado la primera clínica psicológica en 1869. Que John B. Watson (1878-1958) había trabajado en publicidad y otros campos aplicados. Pero estos eran esfuerzos pioneros, casi siempre aislados y con poca repercusión en la psicología.
El foco central de la psicología era la investigación experimental de laboratorio, y los líderes de la psicología casi siempre tuvieron una actitud negativa hacia las aplicaciones.
La American Psychological Association (APA), el “establecimiento” de la psicología, centraba en esa época su énfasis en la psicología como ciencia de laboratorio. Las personas interesadas en aplicaciones -una minoría- se sintieron poco representadas por la APA y llegaron incluso a fundar en 1937 la American Association of Applied Psychology (AAAP). La nueva Asociación se centró en clínica, consultoría psicológica, educativa y psicología industrial. Fue una minoría creciente y cada vez más importante. (Ver Hilgard, 1987). Una quinta sección sobre psicología militar, se añadió en 1944. Durante la Segunda Guerra Mundial las aplicaciones de la psicología y el sentido de ser útil y estar aportando al esfuerzo nacional tuvieron mucha relevancia. (Ver Capshew, 1999) Esto llevó a la APA a una reorganización, a modificar sus estatutos, a reconocer la diversidad de los intereses de los psicólogos, científicos y/o profesionales. Después de la reorganización de la APA, la AAAP se dió por terminada (1946). La integración de la psicología en la nueva APA, reconocía el papel de la psicología aplicada.
Dichos cambios en las prioridades de la psicología continuaron a lo largo del siglo XX. Los psicólogos fueron cada vez más útiles a la sociedad, más interesados en los problemas sociales (como la discriminación por raza, género, orientación sexual, edad, cultura), fueron más relevantes para la educación, el mundo del trabajo, la salud, la paz y la guerra, la agresión y la violencia, la solidaridad entre todos los seres humanos. La participación en complejos asuntos sociales y políticos, en el Estado, fue cada vez más visible. En los equipos de planeación nacional sobre grandes temas como la pobreza, el empleo, los prejuicios, las pautas de crianza de los niños, el desarrollo a lo largo del ciclo vital, las enfermedades crónicas, el abuso y descuido infantil, la planeación social, el papel de los psicólogos fue cada vez más relevante y más tenido en cuenta. Esto ocurrió en Estados Unidos, Europa Occidental, América Latina, Oceanía e incluso en Japón, China, India y África. Fue un cambio importante de prioridades, de intereses, de direcciones. Cada vez más en el campo de las aplicaciones y de la relevancia social de la psicología.
Las posiciones que asumieron los psicólogos en su conjunto o en parte, relacionados con asuntos políticos y con temas “calientes” recibieron críticas (ver Wright y Cummings, 2005), justificadas o no pero de todos modos críticas que tuvieron eco en la comunidad.
Dichas críticas son recientes y tienen que ver con definir si la psicología como área de conocimiento puede y debe asumir posiciones políticas partidistas o si esto debe dejarse a las personas y no a la disciplina como un todo. Y con el importante tema de las implicaciones políticas que tienen los hallazgos científicos, tanto en el campo de la psicología como en otras áreas. ¿Puede ser la ciencia políticamente neutral? O por el contrario, ¿debe comprometerse con una ideología, con una filosofía y con una política? ¿Es esto un asunto del científico como persona o de la disciplina como un todo?
Varias décadas antes, a finales de los años 1980, la psicología organizada cuya voz más influyente en el mundo desarrollado es la APA, recibió críticas por volverse “demasiado profesional” y descuidar los aspectos científicos. Se dijo que la APA era en ese momento un “gremio”, casi un “sindicato” que se centraba en los derechos de la profesión, en su defensa, en mejorar la posición de la profesión del psicólogo en la compleja sociedad del siglo XX, y no en lo que nuestros “padres (y madres) fundadores” habían buscado.
La psicología era una profesión sólidamente fundamentada, con respaldo jurídico, con leyes que definían sus funciones, con una relación clara con otras disciplinas afines.
Esas eran las prioridades e intereses de la psicología, ser una profesión altamente reconocida y respetada, como la medicina, la ingeniería o el derecho. No tanto una ciencia como la física, la química o la biología, que era lo que habían buscado los pioneros de la psicología. El grupo de científicos e investigadores dentro de la APA, influyente, prestigioso, con estatus y visibilidad, no estaba satisfecho con ese rumbo de la psicología organizada que priorizaba la profesión y no la ciencia (según ellos). Buscaron reorganizar la APA en una entidad diferente, una especie de Federación (o Asambleas), con campos, áreas, que dieran a la ciencia el papel que le correspondía en la psicología.
Dicha re-organización de la APA no se aceptó finalmente, a pesar de los esfuerzos de muchos psicólogos influyentes. La consecuencia fue que los científicos crearon otra asociación (la American Psychological Society,APS, que en 2006 cambió de nombre y se volvió Association for Psychological Science, APS).
La APS se adjudicó la función de ser la voz de la psicología como ciencia, teniendo las aplicaciones en un lugar secundario. La APA, supuestamente, era una asociación profesional para la cual los asuntos científicos eran secundarios. Estas posiciones no eran correctas en ninguno de los dos casos, y sin duda la APA tenía a la ciencia como su columna vertebral, aunque la profesión y sus complejos asuntos en una sociedad moderna y con múltiples intereses económicos y políticos fueran muy relevantes. La nueva APS tampoco descuidaba los aspectos aplicados, pero su prioridad era la psicología como ciencia. Es importante puntualizar que la mayor parte de los miembros de la APS siguieron siendo miembros de la APA, pertenecieron a las dos asociaciones de psicólogos más importantes.
Pero curiosamente la posición de APA-APS en 1997 era parecida a la posición de la APA-AAAP de 1937. Solo que al revés. En el primer caso se acusaba a la APA de ser “demasiado científica y poco aplicada” (1937), en el segundo, de ser “muy poco científica y demasiado aplicada” (1977).
Si comparamos la psicología de comienzos del siglo XX y comienzos del siglo XXI encontraremos importantes diferencias. Hace un siglo la psicología era una disciplina pequeña, centrada en la investigación, muy comprometida con ganar un estatus como ciencia. A comienzos del siglo XXI es una disciplina con medio millón de profesionales activos, centrada en la sociedad y en sus funciones como profesión de ayuda, profesión de la salud, y profesión socialmente relevante. No tanto en la ciencia, en la investigación, en las teorías (se afirma que las macro-teorías están pasadas de moda). El modelo de entrenamiento es científico-profesional pero la gran mayoría de los psicólogos tienen como prioridad la profesión.
Estoy seguro de que los fundadores de la disciplina psicológica como Wundt, Fechner, James, Ebbinghaus, Pavlov, Köhler, Washburn, Piéron, Krüger, se sentirían muy extrañados en los Congresos Internacionales de Psicologia (organizados por la International Union of Psychological Science, IUPsyS) o en las convenciones de la American Psychological Association (APA). No entenderían por qué tanto interés en los asuntos de la profesión, en los roles profesionales, en salarios, en el Medicare y el Medicaid, en los asuntos de raza, género, cultura, orientación sexual, igualdad de oportunidades, formación, ética profesional, globalización, envejecimiento. Y por qué tan poco interés en la cientificidad de la psicología, la medición de las experiencias subjetivas en el laboratorio, las teorías del color, el unwelt de los animales, la migración de las aves y de los salmones, el torrente de la conciencia…
Definitivamente la psicología de comienzos del siglo XX y de comienzos del siglo XXI, aunque comparten una estructura básica, unos orígenes, unos fundamentos conceptuales y metodológicos, son muy diferentes y avanzan por rutas distintas.