Según Peinado (2018), los docentes del nivel inicial son formados para desarrollar competencias que favorecen el trabajo con la comunidad educativa en su conjunto; de manera que, ellos pueden trabajar con los niños; además, tienen conocimientos para interrelacionarse con cada familia. Como ser humano y profesional, el docente de inicial es consciente de sus habilidades y limitaciones, las cuales le sirven como base para orientar su quehacer pedagógico, en la cual se condensan todas sus aptitudes y actitudes relacionadas a las diversas áreas del ser humano tales como cognitivo, físico, emocional y social (Guerrero y Demarini, 2016, Torres, 1998).
Por otro lado, Malaguzzi (2014) define que el rol del docente debe responder a la imagen que se tiene del niño. Los educadores guían, acompañan y crean contextos de aprendizaje, de modo que los niños puedan desarrollar sus potencialidades.
Para que el docente pueda promover su rol metodológico a través del juego debe tener diversas características, como:
- El docente no debe tener una posición directiva cuando los niños juegan, por el contrario, es obligatorio que se muestre con una actitud de acogida y apertura.
- La presencia del maestro durante el juego tiene que ser activa, pero teniendo cuidado de no tomar el protagonismo, sino de guiar o motivar al niño para que decida qué jugar según sus intereses y motivaciones.
- El educador no dirige el juego, pero si puede intervenir si el niño se lo solicita, estas intervenciones pueden ser para resolver preguntas o para participar directamente en el juego. Por ello, es fundamental que como educador se muestre presto a involucrase en cualquier momento del juego e incorporarse como un jugador más no como el docente, pero siempre cuidando el respeto a la autoridad.
- El rol más importante del docente es el de observador, dado que esta técnica le ayuda a conocer a sus estudiantes de forma integral y observar sus progresos (NRCEHS, 2013).
Se valora que el rol metodológico del docente es fundamental, ya que son quienes guían al niño en las actividades proporcionándoles el aprendizaje necesario para que los menores afronten el mundo real; por eso es imprescindible la presencia del docente de manera atenta y predispuesta para favorecer y estimular a los niños y niñas ante la exploración del juego, siendo el docente observador del juego de los niños, además él será quien guiará en caso de ser necesario o requieran su ayuda dentro del mismo juego. Para esto se tomará en cuenta una secuencia metodológica; en primer lugar, la planificación, luego el desarrollo del juego y, por último, el acompañamiento.