Es la prestación de servicios subordinada que realiza un/a trabajador/a que se encuentra físicamente en su domicilio o en el lugar de aislamiento domiciliario.
Se realiza a través de medios o equipos informáticos, de telecomunicaciones y análogos (internet, telefonía u otros), así como de cualquier otra naturaleza que posibilite realizar las labores fuera del centro de trabajo, siempre que la naturaleza de las labores lo permita.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha definido el término teletrabajo como el “trabajo a distancia (incluido el trabajo a domicilio) efectuado con auxilio de medios de telecomunicación y/o de una computadora” (OIT 2008 citado en MINTRA 2015).
En complemento, y según el Acuerdo Marco Europeo de Teletrabajo, el teletrabajo es “un tipo de prestación, que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación on line con el empleador y/o con el cliente, y se realiza desde lugares remotos o alejados de la empresa u organización, con la que se tiene vínculos contractuales” (CCO 2011 citado en el MINTRA 2015)
Usualmente, el teletrabajo es un término que ha sido vinculado al trabajo desde casa. Sin embargo, esta herramienta no encierra solamente a la prestación de servicios del trabajador desde el hogar, sino que incluye una diversidad de clasificaciones e interpretaciones que son implementadas por diferentes empresas dependiendo de la naturaleza de los procesos que las caracterizan. Asimismo, la decisión de optar por un tipo o modalidad de teletrabajo va a depender de los deberes o requerimientos de los empleadores y teletrabajadores en ese momento, así como de otras variables tales como el tamaño de la empresa, la cantidad de trabajadores, entre otros factores (Saco, 2007).
La literatura nos muestra diversas formas de clasificación de la herramienta (por lugar de trabajo, por tipo de conexión utilizada, entre otras), pero para efectos de la construcción del marco teórico, se considerará el criterio relacionado a la naturaleza bajo la que se practica el teletrabajo, es decir, la clasificación que se encuentra alineada al “trabajo ordinario” (Vargas, 2010).
El Teletrabajo Pendularista o Mixto: Esta modalidad de teletrabajo, también denominado como Teletrabajo Mixto, consiste en el trabajo remoto alterno, es decir, tener que asistir a la empresa algunas veces durante la semana, siempre y cuando sea coordinado en primera instancia junto con esta, y ante el requerimiento de la presencia de física según las necesidades del negocio (Vargas, 2010).
El teletrabajador puede acudir a la empresa mediante una horario fijo o flexible dependiendo del acuerdo entre el empleador y el resto del equipo (Puntriano, 2015).
El Teletrabajo absolutamente externo: El teletrabajo externo consiste en hacer uso de la herramienta de manera permanente fuera de las instalaciones de la empresa: “El teletrabajador lleva a cabo toda su prestación delante de un video terminal externo, sin tener que acudir a las instalaciones de su empleador” (Vargas, 2010, p.34). Según el referido autor, lo dicho anteriormente se ejemplifica cuando un teletrabajador se encuentra fuera del país y, aun así, realiza, dentro de una dinámica cotidiana, las actividades laborales regulares que le corresponden. Esto también puede verse dentro de la práctica de diversas empresas que tienen un staff de teleoperadores trabajando en telecentros a las instalaciones matrices de la compañía.
De acuerdo a lo expuesto y clasificado, se toma como referencia para el análisis la primera modalidad dentro la tipología según la naturaleza del trabajo (Trabajo típico o Trivial), es decir, el Teletrabajo Pendularista o Mixto. Concentrarse en dicho aspecto permite realizar un análisis posterior sobre las funciones y el perfil del teletrabajador.
Así mismo, se da por supuesto que dicha modalidad sería la más eficiente y común para el personal administrativo, ya que requieren por lo menos estar una vez a la semana dentro de las oficinas para dar reporte sobre diversos pendientes y estar presente en reuniones de equipo. La modalidad a tiempo completo usualmente está estructurada para posiciones que no necesitan de interacción presencial con otros stakeholders, sino que, por la naturaleza de su perfil, ejecutan sus funciones desde un ordenador o teléfono.
Conway (2000) menciona que “Esto permite gestionar y monitorear estas actividades operativas de manera diferente, ya que, al cumplir con tareas que en esencia se realizan desde el ordenador, la presencia física en las instalaciones de la empresa no se hace obligatoria. Diferente es el caso con las personas que tienen un perfil administrativo o de analistas/supervisores/coordinadores, ya que estos intervienen y generan sinergia de manera presencial frente a otros miembros de sus equipos, por lo que el abstraerlos totalmente del ambiente de trabajo desnaturalizaría las funciones de estas personas”.
Comunicación
Según Peiro y Soler (2020). “El teletrabajo plantea con frecuencia cambios en actividades como la gestión y procesamiento de información, los procesos de comunicación derivados del propio trabajo, la interacción con compañeros y con los clientes o usuarios y el trabajo colaborativo y en equipo. Ello lógicamente va a requerir nuevas cualificaciones y competencias”.
En especial, con el teletrabajo cambia la forma de realizar la comunicación y las relaciones en el servicio a los clientes o en el trabajo en equipo con los compañeros y las habilidades requeridas para un buen desempeño. Dewitt (2012) menciona que “también son importantes las habilidades de colaboración con tecnologías como los cobots, que desempeñan cada vez con más frecuencia tareas complejas que requieren colaboración con los humanos”. Por último, mencionaremos la capacidad de contribuir, en situaciones de teletrabajo a un buen clima en la empresa y a desempeñar, cuando es apropiado, funciones de liderazgo en el entorno virtual.
Accesibilidad
Peiro y Soler (2020) menciona que “la accesibilidad del teletrabajo puede facilitar la conciliación con la vida familiar y personal, pero es necesario su adecuado manejo y organización y evitar un exceso en la “invasión” de actividades laborales en el ámbito familiar o viceversa. Es fundamental, para garantizar una buena implementación del teletrabajo, no difuminar excesivamente los límites entre esos dos tipos de actividad para mantener el bienestar personal y familiar”.
Habrá que organizar una estructura en los tiempos de trabajo que promueva un funcionamiento positivo en lo personal, familiar y social.
Ferreras (2010) afirma que “el teletrabajo no supone una ausencia total del trabajador en la sede de la empresa, sino que se combina con tiempos de presencia en la misma, para reuniones u otro tipo de actividades. La creciente potencia de la digitalización ha ampliado las posibilidades del trabajo a distancia. El acceso a bases de datos, documentos y herramientas almacenadas en espacios virtuales compartidos (la nube) facilita muchos procesos”.
Además, existen tecnologías de comunicación virtual sincrónica y diacrónica, con amplia dispersión geográfica de los participantes. Hay muchas aplicaciones de trabajo colaborativo que facilitan el trabajo en equipo con herramientas como la gestión de agendas, la colaboración en un mismo documento a distancia, y otros aspectos del trabajo grupal.
Hawkins et al (2013) mencionan que “otras tecnologías posibilitan la colaboración en actividades muy especializadas en diferentes ámbitos profesionales, como las que se utilizan en medicina para colaborar a distancia en diagnósticos y en intervenciones quirúrgicas, en tiempo real”.
Preservación
Cunniff (2013) menciona que “la preservación digital de archivos utiliza la combinación de políticas, estrategias y acciones para mantener accesibles los contenidos digitales a largo plazo. A nivel funcional la preservación digital puede operarse sobre modelos de archivo centralizados o distribuidos”.
El modelo distribuido se distingue por hacer uso de la independencia, la coordinación y la replicación geográfica de archivos digitales. Dichos elementos son claves para integrar y sostener de forma descentralizada a grupos cooperativos de organizaciones con diferentes necesidades dentro de un plan colaborativo y distribuido de preservación digital a largo plazo
Dollar y Ashley (2014) mencionan que “la preservación digital como disciplina emergente madura día a día su implantación a nivel de tecnología y organización mediante la aplicación de distintos modelos personalizados a las necesidades particulares de usuarios y organizaciones”.
Como procedimiento planificado, esta contempla una serie de recomendaciones y acciones previas necesarias para iniciarse como un programa formal.
Según Gladney (2007) “una de las actividades primarias y más comunes para procurar el aseguramiento de la información digital se ve reflejada en los procedimientos de respaldo o backup, los cuales tienen como objetivo el almacenaje para asegurar el uso de materiales digitales a corto plazo”.
El respaldo o backup digital no integra el uso de técnicas, políticas y organización que le provean de las instrucciones necesarias para asegurar la integridad de los objetos digitales a largo plazo.
Granger (2000) afirma que “el almacenamiento digital que no considera procedimientos instruidos para asegurar su vida a largo plazo, por lo que encuentra más probabilidades de inseguridad y supervivencia a nivel digital”.
En este sentido, la gestión formal de procedimientos de almacenamiento o backup como actividad primaria de aseguramiento digital debe considerar la integración de acciones complementarias bajo un programa o plan de preservación digital a largo plazo.
Guiaretta (2011) menciona que “para la integración de un programa de preservación digital a largo plazo se requiere de la consideración e integración previa de actividades según el tipo de organización”.
Termens (2013) refiere como ejemplo que en el caso específico de instituciones educativas o bibliotecas, estas deberán dotarse de un buen repositorio digital que integre todos los procedimientos anexos para su correcta operación como lo son el almacenamiento ordenado de información digital (archivo digital, repositorio digital, etc), el respaldo de información (backups físicos, copias redundantes o distribución de copias, etc) y la gestión documental (base de datos, metadatos descriptivos, etc.).
En esta línea, es importante no considerar el largo plazo como modelo inicial, ya que debe prestarse atención a todos los requisitos técnicos y de organización previos que aseguran y gestionan la información a corto o mediano plazo, para de esta manera brindar mayor seguridad y fiabilidad a la gestión paulatina de objetos digitales en el presente de cara al futuro.
Tiempos de respuesta
Según Chen y Curtmola (2013) “La latencia es el retardo entre el tiempo que se tarda en aplicar una actualización a un replicado determinado y el tiempo que se tarda en aplicar esa actualización a otros replicados. La latencia se mide en nanosegundos y hace referencia algunas veces a un retardo en la propagación”.