Antigüedad de los peruanos.
La presencia del hombre en el suelo privilegiado del Perú desde los tiempos más remotos se revela de todos modos. La extensión del cultivo manifiesta haber sido el trabajo de una larga serie de generaciones. En las islas de Chincha se hallan cada día varios útiles con los que se extraía el guano y que están bajo capas muy espesas, las cuales no han podido formarse sino por depósitos seculares. Los primeros españoles vieron muchos monumentos, cuyas durísimas piedras aparecían gastadas por la acción del tiempo. También ha sido necesario un largo transcurso de siglos para que los pueblos dejaran ruinas sucesivas en las cumbres, punas, valles y quebradas. En fin, con el transcurso de las generaciones habían llegado los habitantes a olvidar la patria de sus mayores y se creían originarios del suelo peruano, teniéndose por hijos de las fuentes, ríos, lagunas, cerros, cuevas, leones, cóndores, otras fieras u otras aves.
Origen de los peruanos.
Los rasgos físicos, las facultades morales, las creencias religiosas, el sistema de gobierno, el género de vida, la industria, las costumbres y sobre todo el lenguaje, prueban que los peruanos proceden del Oriente, donde tuvo su cuna el género humano. Algunos indicios hacen pensar en un origen egipcio; otros signos recuerdan a los fenicios; analogías más concluyentes inclinan a creer que al menos la religión vino del Indostán; y son muy poderosas las presunciones para dar a los indígenas un origen chino. Mas puede tenerse por cosa averiguada que el Perú no fue poblado de una sola vez ni por una sola nación.
Variedad de inmigraciones.
De los diferentes pueblos que en varias épocas llegaron al Perú, el mayor número vendría por tierra, después de haber desembarcado en los países de América más en contacto con el antiguo continente; y de ello da indicios la notable analogía entre varios nombres de lugares antiguos en México, Centroamérica y el Perú; pero una parte considerable debió venir por mar, como puede inferirse de la semejanza que se descubre con algunas tribus de la Oceanía y de la memoria de antiguos viajes por mar que conservaban los habitantes de Tumbes, Ica, Arica y otros pueblos. La variedad de inmigraciones se revela: por las tradiciones que hablan de invasiones sucesivas, de personajes misteriosos trayendo ideas nuevas, y de hombres de larga barba; por la diferencia de idiomas; por la variedad de civilizaciones; y más que todo, por la organización física de las diferentes tribus.
Principales tribus.
Presentaban los peruanos grandes diferencias de talla, color, fisonomía, frente, cráneo y ángulos faciales; más hasta ahora no es posible reducir a un número fijo y clasificar por caracteres ciertos las tribus de los indígenas. Las más célebres fueron los Collas en la meseta de Titicaca, los Quechuas cerca del Pachachaca, los Chancas en Andahuaylas, los Pocras al norte de Huamanga, los Huancas en el valle de Jauja, los Huanucuyos cerca del Huallaga, los Huacrachucos en Pataz, los Chachapoyas junto al Marañón, los de Cajamarca en los valles de este nombre, los Huaylas en Huaraz y los Chinchas en la parte media de la costa.
Civilización primitiva
Monumentos anteriores a los Incas.
En todo el Perú hay todavía ruinas que revelan la acción secular de razas inteligentes y cultas antes de haber recibido las luces de los Incas. En lugares donde su influencia fue de corta duración; se descubren semilleros de pueblos, sepulcros que llegan a formar vastas ciudades de muertos, y huellas indudables de una agricultura entendida y extensa. Entre los monumentos más notables por sus dimensiones gigantescas o por el carácter de sus formas se cuentan las ruinas de Tiahuanaco sorprendentes por sus muros, templos y estatuas, el primitivo templo de Cacha, la fortaleza de Ollantaytambo, las ruinas de Vilcas y Huánuco el viejo, las construcciones llamadas Huancas en los altos de Jauja, los sepulcros entre Hualgayoc y Cajamarca, los palacios del Chimú, el templo de Pachacamac, numerosas fortalezas en las cabeceras de la costa, entre ellas la de Pativilca, las murallas de Kuélap y otras ruinas próximas a la montaña.
Cultura física.
La antigüedad de una agricultura avanzada se manifestaba en las hoyas de la costa, en los andenes de la sierra y en el uso bien entendido del guano y de los riegos. También fueron muy antiguas la pesca y la cría de los ganados, la variedad y ornato de los vestidos, los artes del alfarero, del platero y del tejedor; y no eran desconocidos, ni el comercio por tierra, ni el comercio marítimo.
Jeroglíficos.
Conocieron igualmente los antiguos peruanos la escritura jeroglífica, arte que mostraba sus adelantos en la civilización y, los hubiera recordado con alguna precisión, si no hubiese caído en desuso en la época más ilustrada de los Incas. Los conquistadores y misioneros españoles hallaron jeroglíficos en algunos monumentos de Huamanga, Huaitará, Huaraz y otros lugares. Todavía se hallan cerca de Tacna, Puno, Arequipa y del lado de Pasco, tanto en rocas durísimas, como en el fondo de los bosques, que ciñen las márgenes del Marañón y del Huallaga. Esta escritura se reducía a imágenes de hombres, círculos, paralelogramos u otras figuras geométricas, o simples líneas rectas.
Religión.
Como todos los pueblos en quienes se oscureció la luz de la revelación, estaban los peruanos sumidos en la idolatría: adoraban los astros, el mar, la tierra; las lagunas, los animales, piedras y plantas, muchas obras de sus manos, sus ascendientes, algunos hombres eminentes, las pacarinas o lugares, de donde creían procedía su raza, los conopas o ídolos particulares y ciertas huacas u objetos consagrados; ofrecían sacrificios humanos y creían en los oráculos. Sin embargo recordaban al Criador del universo bajo los nombres de Pachacamac, Viracocha, Con y otros menos comunes, y tuvieron alguna idea del diablo, del diluvio y de la vida futura.
Según las tradiciones más acreditadas, VIRACOCHA (espuma de la laguna) fue el criador del cielo, de la tierra y de los primeros hombres, y pobló el Perú formando imágenes de toda suerte de personas que colocó en las diferentes provincias y que en cumplimiento de sus órdenes salieron animadas de las fuentes, ríos, cerros y cuevas. CON, que carecía de órganos corporales y marchaba con la celeridad de los espíritus, con sólo su palabra allanó las sierras y quebradas, cubrió la tierra de frutos y crio hombres y mujeres para que gozasen de la abundancia; más para castigar la corrupción de los costeños los transformó en gatos negros y otros animales horribles, al mismo tiempo que hizo del anterior paraíso un triste desierto. PACHACAMAC (el que anima al mundo) ahuyentó al perseguidor de los hombres, crió la nueva raza de indios, y éstos le erigieron un templo sobre el valle de Lurín en el sitio donde solía sentarse para dar sus benéficas instrucciones. Del diluvio decían que durante la inundación se refugiaron los hombres en cuevas; y tocante a la vida futura admitían un lugar alto (hanac pacha) para los buenos y un lugar bajo (hucupacha) para los malos.
Gobierno.
Pocos pueblos carecían de un gobierno regular. El mayor número obedecía a curacas, cuya autoridad era más o menos absoluta, vitalicia y hereditaria. Otros pueblos vivían bajo la dirección de los principales personajes formando cierta especie de repúblicas aristocráticas. En algunos valles de la costa ejercieron un verdadero señorío mujeres que tenían el título de Capullanas o Sayapullas. A veces para hacer la guerra y más a menudo para las fiestas religiosas solían unirse los habitantes de una provincia, los de provincias vecinas y aun los de lugares más remotos.
Focos de civilización.
No hay ningún indicio cierto de que antes de los Incas haya estado reunido el Perú bajo un cetro común; aunque algunos escritores hagan remontar la monarquía al siglo quinto después del diluvio y cuenten un centenar de monarcas. Sólo se sabe que existieron desde los tiempos más remotos numerosos focos de civilización en los valles de la costa y en los lugares abrigados de la sierra. En la costa se distinguían los señoríos del gran Chimú, Pachacamac, Huarco y Chincha y en la sierra los pueblos de Cajamarca, Huánuco, Jauja, Vilcas, cercanías del Cuzco y algunos del Collao. La dulzura del clima y la docilidad del carácter preparaban los habitantes a recibir las luces de una cultura superior. Mas el aislamiento en que vivían sus grandes diferencias en idioma, religión y hábitos, las sangrientas rivalidades entre tribus vecinas y la indolencia característica del mayor número dejaban pocas esperanzas de grandes adelantos, y apenas podía pensarse en que el Perú formase una sola nación. Estaba reservado a los Incas hacer de todos los peruanos una gran familia bajo un gobierno paternal, uniéndolos bajo un Dios, una ley, una lengua, los trabajos comunes y los beneficios recíprocos.