La agricultura (domesticación de los vegetales) y la ganadería (domesticación de animales) fueron el gran paso de la revolución de la era neolítica que permitió a la raza humana cruzar el umbral de la historia. Asimismo, unido estrechamente a la tierra el hombre comprendió la naturaleza del bosque como ecosistema. Este conocimiento fue olvidado, salvo en algunos pueblos aislados, hasta que en tiempos recientes se han vuelto a comprender el sentido de la selvicultura como expresión de desarrollo integral de los pueblos.
AGRICULTURA.
La agricultura en sentido estricto, ha sido definida como el trabajo del hombre aplicado a una tierra determinada para la obtención y aprovechamiento económico de vegetales que se producen a través de ciclos únicos e imprescindibles de labores que van desde la preparación del terreno hasta la cosecha y venta de los productos. Por consiguiente, es actividad agraria propia la floricultura (producción de flores para su venta) más no la jardinería que no tiene en sí un fin económico.
Se ha negado que el cultivo del suelo con fines de investigación científica pueda calificarse como actividad esencialmente agraria. Sin embargo, la gran importancia económica de la biotecnología así como la calificación de las nuevas variedades como bienes económicos hacen que descartemos esta opinión.
En cuanto a los cultivos de invernadero que tradicionalmente no se consideraban una actividad agraria propia por no usar el suelo en sentido estricto como medio de producción, la revolución producida por el uso de los plásticos en determinados cultivos (hortalizas, flores y algunas frutas) ha superado el anterior criterio.
También se niega a la hidroponía o la aeroponía, la condición de actividades agrarias por cuanto les faltaría elemento suelo como medio de producción. En términos rigurosos, debemos admitir que se ha excluido en tales casos a las «tierras» como factor productivo, lo que sustraería del contenido del Derecho Agrario un gran sector de la producción de seres vivos. Entonces, debe tenerse en cuenta que la tierra como recurso natural continúa unida a la actividad productiva.
La doctrina relevante en nuestros días, considera que la recolección de frutos silvestres no es asimilable a la agricultura, pues sólo es una actividad extractiva semejante a la minería. Empero, últimamente esta posición tiende a cambiar, pues las actividades recolectoras de ciertas Comunidades Nativas respetan las leyes ecológicas y se rigen por un derecho consuetudinario basado en un profundo conocimiento de la capacidad productiva de las tierras y del ambiente.
En el caso del Perú, debe tenerse en cuenta la realidad geográfica de nuestra Amazonía donde la recolección de frutos silvestres y la captura de animales, obedecen a una sistemática explotación de la flora y fauna del bosque; y la reserva, preservación y conservación de secciones determinadas del territorio, constituye el principal medio de vida de un sector importante de la población de dicha Región y exige el conocimiento y cuidado del ciclo biológico de las respectivas especies[1].
GANADERÍA.
De acuerdo con la concepción clásica, la ganadería consiste en la crianza y engorde de animales que se denominan comúnmente ganado ya que se alimentan de los pastos naturales de las tierras en que viven.
Esta definición tradicional de ganadería excluye, en primer lugar, la crianza de ganado estabulado que consume alimentos balanceados, lo que ha adquirido gran desarrollo prevaleciendo en muchos países sobre la crianza extensiva; en segundo lugar, quedarían también excluidas de las actividades agrarias la crianza de animales menores (aves de corral, conejos, abejas, etc.) y la de animales mayores que no responden al concepto tradicional de ganado como sucede con lo caballos de carrera, perros de raza, etc.
La cría de animales se ha convertido en un arte ya sea como fin productivo o recreativo (caballos de carrera, de salto, o polo los caninos para la exposición, mascotas, etc.). Los de producción han adquirido importancia en la economía de los países por el rendimiento de carne, grasa, trabajo, huevos, lana, etc., la curiosidad del ser humano lo ha llevado a profundizar en el conocimiento de las especies tanto domésticos como silvestres. Sin embargo, el manejo que se ha dado a la producción pecuaria, especialmente la ganadería, ha sido uno de los factores que ha alterado el predio natural por la transformación que el ser humano hace de éste para mantener la producción ganadera.
Actualmente se deben adoptar técnicas de cría ecológicamente sostenible y que sean a su vez económicamente competitivas para desacelerar la destrucción del medio[2].
SELVICULTURA.
La última actividad propia es la Selvicultura o el «cultivo» del bosque. Según la doctrina clásica, sólo existe verdadera selvicultura, cuando se produce madera o leña. De donde resulta que la producción de caucho, quinua, bálsamo y otros bienes que no necesitan el abatimiento del árbol, quedarían dentro de la recolección o de la agricultura.
Tampoco debe confundirse la doctrina clásica como selvicultura la extracción de otros productos vegetales que no son árboles o animales que integran el ecosistema del bosque.
No debe confundirse la selvicultura con la tala irracional del bosque, pues para que ella exista es indispensable que éste se reponga metódicamente, sea preservando de plagas, enfermedades, malformaciones, etc. La selvicultura implica, el cultivo, la explotación racional y la reposición continua del bosque. La tala en cambio, se asemeja a la minería. Coinciden ambas, en que el producto ha sido terminado por la naturaleza sin la intervención del hombre que se apodera de lo que le sirve y deshecha lo demás y una vez agotado el recurso cesa su actividad.
[1] Jairo Alviar “Tecnología Orgánica de la Granja Integral Autosuficiente”, Pág. 12
[2] Torres Serrano, Clara Ximena “Manual Agropecuario, tecnologías Orgánicas de la Granja integral Auto Suficiente”, Pág. 32