La pasada campaña agrícola (2023) presentó desafíos considerables para los cultivos de arándanos y aguacates del norte de Perú a causa de unas condiciones meteorológicas adversas. Con la campaña 2024 en camino, Lizzeth Miranda, ingeniera agroindustrial peruana, explica que “la campaña pasada nos enseñó que la gestión técnica agrícola, incluidos los intervalos de cosecha, un control exitoso de la cadena de frío y el uso de tecnologías de poscosecha, son fundamental para mitigar estos efectos”.
Lizzeth Miranda, ingeniera agroindustrial peruana.
Miranda, quien se encuentra en Trujillo, Perú, tiene una maestría en Agronegocios con especialización en Sistemas de Gestión de Procesos y Calidad, Tecnología Alimentaria y Agroexportaciones. Tiene doce años de experiencia en aseguramiento y gestión de la calidad en el sector industrial y agroindustrial (frutas frescas y congeladas).
“Durante los últimos cinco años trabajé como gerente de aseguramiento de calidad y seguridad alimentaria en Danper y mi experiencia reciente fue en Camposol. De la misma manera, hago consultoría y tengo experiencia docente”.
Según ella, el ciclón Yaku de marzo de 2023 y las altas temperaturas durante todo el año repercutieron negativamente en los rendimientos, así como en la calidad y la condición de la fruta. “En el caso de los arándanos, las variedades más representativas en Perú, como Biloxi y Ventura, presentaron reducción de calibres, un mayor déficit de bloom que limitó las exportaciones a China y un ciclo de maduración más corto que se tradujo en aumento de defectos, como fruta deshidratada y sensible. De manera similar, en el cultivo de aguacate, las expectativas de buenos rendimientos y calibres grandes en el norte de Perú se encontraron con desafíos. Las altas temperaturas incidieron fuertemente en los procesos fisiológicos, lo cual dio lugar a un estancamiento del contenido de materia seca y heterogeneidad en los lotes, así como a un aumento en la caída de la fruta. La postcosecha también se vio afectada por la reducción del tiempo de vida útil, exacerbado por niveles elevados de lluvia que condujeron a la detección de antracnosis en algunas localidades, lo cual generó mayor nivel de revisión en las llegadas y segregación de la fruta en los almacenes de destino”.
Estos fenómenos meteorológicos adversos subrayan la importancia de la adaptabilidad y la resiliencia en las prácticas agrícolas, afirma Miranda. “Existe una necesidad apremiante de continuar monitoreando y ajustando estrategias para mitigar los impactos futuros en la producción de arándanos y aguacates en la región debido al cambio climático inminente. En términos de seguridad alimentaria, mantener y aplicar rigurosamente buenas prácticas agrícolas y de manufactura es crucial. Este enfoque es vital para garantizar la seguridad alimentaria a lo largo de toda la cadena de producción, particularmente durante la cosecha, donde el riesgo de contaminación por patógenos puede ser significativo. Además, es imperativo garantizar el cumplimiento de los requisitos del mercado, especialmente en un contexto donde la necesidad de un mayor uso de pesticidas es evidente para cumplir con las restricciones fitosanitarias del mercado. Encontrar un equilibrio entre la efectividad de la protección de los cultivos y la protección de la salud del consumidor subraya la importancia de las prácticas agrícolas sostenibles y responsables, en concordancia con las demandas actuales del sector”.
Actualmente, la mayoría de las previsiones de los especialistas indican que el fenómeno de El Niño afectaría al primer trimestre de este año. “En el norte de Perú, para el aguacate, esto corresponde a una etapa crítica donde el estrés de la planta puede llevar a desórdenes fisiológicos que afectan a la calidad y la condición de la fruta, similar a la temporada anterior. Por lo tanto, se deben poner en marcha estrategias con un enfoque integral y preventivo a fin de mitigar los efectos del estrés abiótico en las plantas, maximizando el desarrollo de las raíces y manteniendo una superficie foliar activa. Los conocimientos que los equipos de técnicos de campo adquirieron en la temporada anterior, por ejemplo, utilizando bioestimulantes, deberían traducirse en una reducción significativa de los efectos”, aconseja Miranda.
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Lizzeth Miranda
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