La educación constituye la base fundamental del desarrollo y la autorrealización de toda persona, su objetivo es formar a los profesionales que guiarán y fortalecerán el conocimiento de las nuevas generaciones.
Para ello es necesario realizar una supervisión y evaluación permanente, así como analizar algunos indicadores y resultados del rendimiento académico referido a los hábitos del estudio de los alumnos.
Los estudios referidos al rendimiento académico y a los hábitos de estudio, son pocos frecuentes. Hoy en día nos encontramos ante una situación que afecta toda la orientación de la educación, por tanto tenemos la necesidad de educar y formar a nuestros estudiantes para que respondan a una sociedad cambiante, donde existen una creciente demanda social de habilidades de aprendizaje como un elemento fundamental de la educación.
Para todos los profesionales de la educación supone un problema contemplar los altísimos índices de fracaso escolar. En muchas ocasiones el fallo está en una carencia de hábitos y técnicas de estudio.
Estudiar es ejecutar voluntariamente nuestra mente para investigar, comprender o aprender algo, y como todo ejercicio supone un esfuerzo, unos hábitos y la utilización de unas técnicas.
Con un buen método de estudio, una disciplina de horarios y de estrategias, los resultados positivos son inmediatos
A simple vista, parece ser una ligereza incorporar dentro del programa de estudios una asignatura como ésta, que puede llevar muchos nombres (Métodos y técnicas de estudio, Metodología del trabajo universitario, Técnicas de aprendizaje universitario, etc). Pero no lo es, pues todos debemos aprender a estudiar. Aún más ahora, que cada vez los conocimientos sobre los misterios del aprendizaje se van incrementando y la ciencia nos proporciona mejores herramientas para aprender más utilizando menor tiempo y recordándolo con mayor rapidez y por mucho tiempo.
La aplicación de las herramientas estratégicas para aprender incide directamente en la reducción del número de alumnos desaprobados y finalmente en la mejora de la calidad educativa
Asimismo, estudiar es un trabajo profesional por un lado y por otro, un arte. Es un trabajo profesional porque requiere conocer los procesos intrincados del aprendizaje, ya sea por parte del que dirige la asignatura y por parte del alumno. Por otro lado, es un arte entendido como el dominio de una serie de destrezas, habilidades y técnicas, que se aprenden con el ejercicio continuo y perseverante.
Es el conjunto de actividades que hace una persona cuando estudia. Los hábitos son a la vez un instrumento de formación que debe formar en los alumnos un criterio racional, reflexivo y problematizador, motivador, cuestionando la lectura bancaria que solo exige memorización, conformismo, irreflexión e inactividad, sin distinguir sus aciertos, falacias u omisiones y sin confrontar con varias fuentes.
Una de las razones más frecuentes que se dan para explicar bajo rendimiento en los estudiantes, en todos los niveles del sistema educativo, es la falta de hábitos de estudio, como lo son: el uso adecuado del tiempo, leer y sacar buen provecho de lo que se lee, cómo tomar notas, hacer un bosquejo, utilizar adecuadamente el centro de acceso a la información (biblioteca). Todo lo que hace, que se pierda mucho tiempo y a su vez, provoca desaliento y la frustración del alumno. Es por ello que muchos investigadores han dedicado tiempo a indagar sobre la relación de estas dos variables.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (2003): Un hábito es una actitud o costumbre adquirida por actos repetidos, es decir, de tanto llevar a cabo una acción determinada, se vuelve repetitiva en la persona, es decir, siempre la realiza. Un ejemplo de un hábito es el de cepillarse los dientes todos los días.
Correa (1998): Considera que los hábitos son formas adquiridas de actuar que se presentan automáticamente. El individuo que adquiere un hábito actúa sin necesidad de darse cuenta, de ahí que se ha dicho que no son otra cosa que un reflejo firmemente establecido.
Rondón (1991): Define a los hábitos de estudio como conductas que manifiesta el estudiante en forma regular ante el acto de estudiar y que repite constantemente.
Otros Autores definen al hábito de estudio como: Una conducta o una cadena de conductas que son aprendidas por los estudiantes que tienen una altísima probabilidad de presentarse en un ambiente definido. También se le define como una cadena de conductas, que se adquieren en relación al estudio o en relación al logro relativo del dominio de contenido académico.
Los hábitos de estudio llegan a adquirirse con constancia y perseverancia, organizándose mental y físicamente para lograr un fin determinado de modo eficiente. Cuando el alumno acepta en forma voluntaria que desea estudiar, mejora la concentración y la atención, rinde más. Por lo tanto para convertirse en un alumno eficiente es necesario que se programe el trabajo escolar.
Para que se dé la formación de hábitos es evidente que el ejercicio es necesario; pero la práctica no conduce al aprendizaje. Saber si lo que hace está bien o mal incita al individuo a modificar su conducta para que sea más eficiente en sus estudios.
Por ellos varios autores señalan diferentes posturas para la formación de hábitos de estudios, los cuales son: Maddox (1980): Señala que la motivación exige que cada respuesta sea reforzada positivamente, de modo que sirva de preparación para la siguiente, y esta a su vez para otra posterior; con el fin de que el nivel de expectativas se mantenga durante el tiempo preciso. De esta manera la fuerza del hábito se vigoriza como un ejercicio de repetición y fortalecimiento.
Mira y López (2001): Señalan que el docente debe iniciar a sus estudiantes la práctica dirigida, es decir, el estudio debe ir bien orientado, o sea, hacerles ver en todo momento los objetivos que pueden alcanzar con su actividad, y que comprendan el propósito del estudio ya que este sin orientación es algo estéril. El estudio no puede motivar al alumno si éste no sabe por qué y para qué lo realiza.
Un gran número de investigaciones realizadas, en Perú, han demostrado que el estudiante Peruano no posee hábitos de estudio por lo que presenta un bajo nivel de rendimiento. En la actualidad los jóvenes se encuentran ante diferentes situaciones y ambientes que desvían su atención del estudio entre los que cita, por ejemplo, la radio y la televisión, los cuales según su opinión, son medios que podrían utilizarse para hacer llegar programas de corte educativo y culturales.
Sin embargo esto no ocurre, los programas culturales que esos medios presentan al público, y sobre todo a la juventud, carecen de interés para ellos, no hay motivación adecuada, ni el horario seleccionado para su presentación es el mejor. Por lo general no cuentan con la audiencia de la juventud, ellos están en otra “onda” prefieren los programas musicales y/o humorísticos, y por otro lado las televisoras se preocupan más por el rating por lo que sus esfuerzos son dirigidos a la presentación que acaparen la atención del televidente joven.
Por otra parte, quizás el problema más grave que enfrentan los estudiantes, es que en el país, no existen programas especiales dentro de los programas de estudio que les permitan adquirir hábitos y técnicas de estudio. Por otro lado, los docentes pocos acostumbran planificar actividades específicas que ayuden al alumno en ese sentido.
No resulta fácil adquirir y desarrollar hábitos de estudio sin una orientación adecuada, el alumno necesita del maestro o de un orientador para, que a través de programas específicos, lo ayuden al respecto.
Las investigaciones desarrolladas en el área han mostrado que existen relaciones significativas entre hábitos y actitudes hacia el estudio y el rendimiento académico del estudiante, Así, Brown y Dubuis (1994), obtuvieron correlaciones significativas entre los puntajes en la encuesta de hábitos y actitudes hacia el estudio y las notas en estudiantes de ingeniería.
Lara y Barradas (2001), encontraron que los estudiantes con puntuación alta en una prueba de hábitos de estudio, obtuvieron éxito en el trabajo escolar. Los mismos autores encontraron en el estudio realizado en la Organización de Bienestar Estudiantil de la Universidad Central de Venezuela (UCV), que los estudiantes que no presentan hábitos y métodos de estudio, tienen un rendimiento deficiente.
En una investigación que tuvo como finalidad describir los métodos de estudio más efectivos para el logro del éxito académico, Barrios (2000), demostró que los hábitos de estudio eficientes hacen el aprendizaje más placentero y esto influye positivamente en el éxito académico del alumno.
Pérez (2005), demostró con su investigación que los alumnos de Tecnología Farmacéutica de la UCV que practicaban hábitos de estudio adecuados tenían mayor índice académico que aquellos con hábitos de estudio inadecuados; por otra parte, en aquellas asignaturas donde los docentes inducían a los alumnos a aplicar técnicas de estudio el rendimiento estudiantil era mayor.