La psicología jurídica es una rama de la psicología que comienza a abrirse camino en nuestro país. Haciendo un poco de historia sobre el desarrollo de las relaciones entre Psicología y Derecho, Burillo distingue cuatro etapas. En la primera etapa, desde comienzos del siglo hasta los años 30, destacan los trabajos pioneros de Stern, Binet y Müsterberg sobre la psicología del testimonio. El segundo período hasta la década de los 50 se caracteriza por los esfuerzos en favor de la colaboración entre psicología y derecho en un intento de aplicar la psicología a los procedimientos de la práctica legal. En la tercera etapa hasta los años 70 empieza a notarse la influencia de la psicología clínica y la psicología social, aunque sigue existiendo la resistencia de los juristas. Y a partir de los años 70 se puede contemplar el “boom” de la psicología jurídica, notándose un notable incremento en el número de publicaciones sobre la materia.
Como señala Munné (1986) la psicología del derecho ha preocupado sobre todo a los países anglosajones, en especial a Estados Unidos. En España, como indica el mismo autor, el nacimiento y primeros pasos de la psicología jurídica se sitúan en Barcelona a comienzos de los años 70 con la labor destacaba del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, que crea en 1971 la Sección de Psicología y Sociología Jurídicas; en 1974 el Anuario de Sociología y Psicología Jurídicas, y en 1975 el Instituto del mismo nombre.
El desarrollo obtenido hasta nuestros días en nuestro país en este campo está muy lejos de alcanzar los niveles de países como Estados Unidos, pero la semilla sembrada por los pioneros Ramón Bayés, Federico Munné Matamala y Luis Muñoz-Sabaté y los recientes esfuerzos tanto de investigación como profesionales ha generado el inicio de una amplia propagación del área.
Hoy, la sociedad ha puesto en primer plano el respeto a los derechos humanos, la dignidad y el derecho a la personalidad sin coacciones; frente a ello, ¿quién puede dudar que la violencia impacta en la salud y el derecho? En la actual fase de la civilización que denominamos globalidad, donde los intercambios humanos, de bienes, servicios y capitales son desiguales, ¿quién puede dudar de la importancia cultural, jurídica y de salud pública que acompaña a los flujos migratorios, en este caso, que presenta nuestro país? Ante el redimensionamiento del trabajo, sus presupuestos de capacitación, sus herramientas y las nuevas habilidades que demanda la era de la tecnología e informática, donde la ética y la pervivencia de valores humanos cambian las expectativas y estímulos de vida de los hombres y mujeres a lo largo y ancho del mundo, ¿quién soslayaría la discusión sobre el crecimiento de la farmacodependencia, una entre tantas nuevas dependencias? ¿Y de igual manera, la discusión sobre los motivos y consecuencias en la conducta social y antisocial, no sólo de los farmacodependientes, sino de sus familiares, de la personas cercanas, del barrio, de las ciudades y regiones que padecen los efectos biológicos, psicológicos, jurídicos y económicos de las drogas?
La psicología ha dirigido su mirada desde hace un par de décadas hacia la construcción de un concepto omnicomprensivo de la salud humana, entendida en el aspecto físico, biológico, en la dimensión mental y social; una salud interactiva, que en gran medida constituye la base de la justicia social en sociedades cada vez más diversas y cuya pluralidad debemos salvaguardar, siempre y cuando tal concepción no sea sinónimo de desigualdad de oportunidades, sino de diversidad de aplicación del derecho, o de principios para promover el desarrollo del ser humano: de su capacidad de autodeterminación.
II. CUERPO
2.1. Análisis de la personalidad, teorías del psicoanálisis
2.1.1. La personalidad
La personalidad son pautas de pensamiento, percepción y comportamiento relativamente fijos y estables, profundamente enraizadas en cada sujeto. La personalidad es el término con el que se suele designar lo que de único, de singular, tiene un individuo, las características que lo distinguen de los demás. El pensamiento, la emoción y el comportamiento por sí solos no constituyen la personalidad de un individuo; ésta se oculta precisamente tras esos elementos. La personalidad también implica previsibilidad sobre cómo actuará y cómo reaccionará una persona bajo diversas circunstancias.
2.1.2. Psicoanalisis
El psicoanálisis es la ciencia creada por Freud y sus discípulos para estudio de los fenómenos inconscientes de la mente y de la personalidad. Tal lo afirma uno de sus seguidores, Hendrick. Con esta denominación se designa en primer término el conjunto de observaciones empíricas de los factores determinantes de la personalidad y la conducta, no accesibles a la investigación realizada por el método introspectivo o por el estudio del prójimo. En segundo lugar, una técnica especial de estudio del inconsciente y tratamiento de los trastornos de la personalidad y los síntomas neuróticos. En tercer lugar, un sistema teórico de psicología constituido por abstracción de aquellas observaciones y las conclusiones de ellas inducidas y finalmente la aplicación del conocimiento del hombre obtenido por esos métodos a diversas ramas afines como la sociología, la criminología, el arte, la economía, la antropología, la religión o la ética.
A. Aspectos Históricos
Los primeros estudios de Freud son sobre la hipnosis. Los emprende en 1885 con Charcot, descubriendo que la hipnosis produce o alivia los síntomas histéricos. Sigue en dicha disciplina en 1889, con Bernheim, con el cual se convence de las limitaciones de la sugestión hipnótica. En 1893, conjuntamente con Breuer, descubre que un suceso emocionalmente importante para un individuo, por lo doloroso, puede ser excluido de la conciencia, no ser recordado en la vigilia, ser recordado en el sueño hipnótico y ser idéntico en ciertos aspectos al propio síntoma histérico. Extrae la conclusión de que la experiencia inconsciente y olvidada sigue ejerciendo su acción a lo largo de los años y puede causar síntomas con el mecanismo de la conversión. Surge de ahí la teoría traumática de la histeria en que una vivencia traumatizante, no retenida conscientemente, determina un síntoma. Deduce también que si en la hipnosis el recuerdo del trauma es acompañado por una intensa reproducción del afecto original, deja de ejercer influencia etiológica y el síntoma desaparece. Es lo que llama la abreacción. Con este conjunto de experiencias y de inducciones y deducciones, quedó demostrado el papel del inconsciente en la conducta neurótica. Luego de todo esto, Freud se separó de Breuer y siguió trabajando por su cuenta. En este terreno, debemos agrupar las adquisiciones de Freud en diversos capítulos. Estudió a continuación las asociaciones libres. Ellas se basan en que las ideas se asocian entre sí de dos maneras. Primero, horizontalmente, que es lo común en la vigilia y se hace por relaciones lógicas o, si no, por relaciones afectivas, menos comunes en la vida consciente y que son justamente la base de su método. Se completa el estudio de las asociaciones con el de los gestos, las inflexiones de la voz, o las dificultades afectivas durante su comunicación.
Había abandonado la hipnosis, porque no todos los enfermos son hipnotizables, porque se curaba el síntoma pero no la causa y porque se influye sobre los factores inconscientes que pugnan por expresarse en la conciencia, y no sobre las fuerzas que promovieron su exclusión de esta. Comprueba, así, que muchas manifestaciones importantes no necesitan la hipnosis para expresarse y se hacen en la vigilia si se escucha al paciente con simpatía. En este campo, Freud descubrió lo siguiente: 1°) que el enfermo llega a revelar en plena conciencia, deseos y recuerdos reprimidos del inconsciente; 2º) que los traumas del adulto, investigados en la hipnosis con Breuer, son factores desencadenantes, pero no causas primitivas; dan rasgos específicos de un síntoma, pero las causas originales están en los primeros años de la vida; 3°) la relación entre impulsos y experiencias de la infancia y neurosis y manifestaciones de la edad adulta y 4º) que los motivos inconscientes dan, al ser reprimidos, no sólo síntomas histéricos sino otros fenómenos, como las obsesiones, los rasgos del carácter, los ensueños, los errores, los chistes, los juegos, las supersticiones y una serie de manifestaciones de la vida normal cotidiana.
Otro elemento de estudio son los sueños. Los sueños tienen un sentido determinado aunque disfrazado. Son la expresión consciente, por medio de su contenido manifiesto, de una fantasía inconsciente, o sea, el contenido latente, en la que el enfermo no puede pensar despierto. Los sueños se construyen, o bien con la experiencia inconsciente del pasado, o bien con símbolos, que también se exteriorizan en otras manifestaciones de la actividad humana, como la literatura, el arte o la vida de todos los días, en forma de lapsus, de errores o de actos frustrados.
Otro elemento más del conjunto del material con el que elaboró Freud sus concepciones, es el de las fantasías inconscientes. Él había observado que, en muchos casos, lo reprimido no es el recuerdo de un trauma sino una fantasía de un trauma con el mismo valor del hecho real aunque no sucedido.
Otro tema a considerar es la sexualidad. La sexualidad o psicosexualidad debe entenderse en la teoría freudiana en un concepto más amplio que el de la unión de los órganos genitales. Comprende la genitalidad, es decir, los impulsos a las relaciones sexuales de los adultos, pero, también, las formas diversas de amor sublimadas en la amistad, en los ideales, o en el amor filial, el amor a sí mismo o a las abstracciones y, también, en las sensaciones corporales agradables. Las primeras investigaciones de Freud mostraron que deseos o recuerdos inconscientes, que son factores de síntomas neuróticos, están relacionados con frustraciones del deseo sexual o de deseos hostiles, comprobando que amor y odio van muchas veces unidos; que hay, además, una concomitancia de problemas neuróticos y de disfunciones sexuales y en tercer lugar, que no hay neurosis sin problemas sexuales conscientes. De todas estas primeras investigaciones extrajo un conjunto de características y de relaciones de la sexualidad que podríamos resumir en que en la sexualidad y en la etiología de las neurosis es fundamental tener noción formada sobre los siguientes puntos:
1) La existencia de lo que se llama la bisexualidad, es decir, que los impulsos sexuales humanos son bisexuales en realidad, aunque la homosexualidad latente es repudiada por la conciencia;
2) La ambivalencia, o sea, la coexistencia en el inconsciente de amor y odio hacia la misma persona;
3) Los conceptos de sublimación, o sea, el traspaso de energía instintiva hacia un valor social más elevado; de desplazamiento, que es la representación consciente de una fantasía inconsciente por algún sustitutivo asociado a la misma como, por ejemplo, el sentimiento hacia una persona que en realidad representa otra, o el de la transferencia, mecanismo o manifestación que se pone de manifiesto y se utiliza en el período del análisis terapéutico. Un último punto, puesto también de manifiesto por las primeras investigaciones de Freud, es la dilucidación de los impulsos sexuales de los cinco primeros años de la vida. Hay una vinculación entre ellos y los deseos sexuales adultos que determina las neurosis o las manifestaciones adultas y maduras a que ya hemos hecho referencia antes, como los chistes, juegos y supersticiones.
En este sentido, lo que el niño satisfizo por la masturbación el adulto lo hace por los síntomas o los rasgos del carácter cuando es un neurótico y cuando es un adulto normal, por medio de los sueños, de la religión, del arte o de otras manifestaciones ya mencionadas
B. Aspectos teóricos
Los instintos son formas de tensión específica de la energía psíquica, de acción dinamizante, que expresan las necesidades corporales y que producen todos los fenómenos característicos de la vida. Significan una presión que produce la necesidad de una reacción y que compele a ejecutarla, y que se percibe como una necesidad y no como una sensación por la que se provoca esa necesidad. Las actividades psicológicas y sociales son determinadas por la necesidad constante de reducir esas tensiones, que son producidas por los instintos, que constituyen el impulso motor de la vida humana y que son percibidas como sentimientos dolorosos y desagradables. La actividad busca reducir esas tensiones y su reducción determina o provoca experiencias placenteras. Esta definición implica un concepto o criterio más restringido que el del instinto en general. La hemos enunciado manteniéndonos siempre dentro del criterio psicoanalítico.
La acepción de instinto en la psicología común o corriente, tiene alcances diversos y más amplios. Los instintos fundamentales con los que se juegan las teorías freudianas son: el principio del placer y el principio de la realidad. El principio del placer establece que los procesos psicológicos son desencadenados por la necesidad de establecer un equilibrio emocional que se percibe como placer. En la formación de síntomas intervienen dos fuerzas antagónicas: una es la reducción de la tensión instintiva sexual hostil y, además, la satisfacción de las fantasías de castigo, que producen menos dolor que el correspondiente grado de tensión. El segundo principio a tener en cuenta es el principio de la realidad, característico de la conducta adulta, y que es una capacidad de prescindir del placer inmediato a fin de asegurarse su goce y de evitar dolor en el futuro.
No es una facultad innata, resulta de un aprendizaje que no es otro que el de que el goce de un placer puede producir dolor, castigo o pérdida del amor parental. El principio de la realidad no se opone al del placer, sino que promueve el trueque de una reacción primitiva por otra proveniente de la madurez emocional. Freud elaboró una primera teoría de los instintos, en la cual incluía dos, el instinto de conservación y el instinto de reproducción, como rectores de la conducta humana. El impulso o instinto sexual o de reproducción, la libido, tuvo como idea origen el intento de explicar la histeria. Cuando la energía sexual encuentra obstáculos en su curso por la intervención del yo, fluye hacia los órganos, dando síntomas. En la obsesión, por ejemplo, se produce la sustitución de una idea sexual intolerable por otra de por sí tolerable. La teoría de la libido, que tuvo este origen, hace que la libido, o establece que la libido sea considerada como una forma de energía cuyas manifestaciones se organizan en los instintos sexuales. El placer se logra reduciendo la tensión de la libido y los fines parciales son las diversas formas de excitación sexual que las reducen y derivan de las zonas erógenas, que son: los orificios corporales o sentidos especializados como la visión o aun ciertas partes de las vías respiratorias, como, por ejemplo, las vías respiratorias superiores –el trayecto laringo traqueal– (que explicaría el placer o la sensación placentera, por lo menos, experimentada en el acto del suspiro).
El otro instinto que integra esta primera teoría freudiana, es el instinto o impulso de conservación, denominados también impulsos o instintos del “yo”. Ellos no producen trastornos neuróticos, no pueden desconocerse sin que la vida peligre y su energía no puede acumularse. Los instintos del yo sirven a todas las funciones de auto-conservación. Están al servicio del principio de la realidad por el cual el individuo subsiste sin protección de sus padres. Al principio de la vida, se satisfacen junto con los sexuales, en la pasividad ante la madre. Las funciones cardinales de los instintos del yo son el dominio de la realidad y el mantenimiento de la represión. Se manifiestan al liquidarse, como veremos más adelante, el complejo de Edipo y enfrentarse el sujeto solo con el mundo. Los conflictos psíquicos se harán a esa altura entre la tendencia al placer o libido y la tendencia a la conservación que motiva la acción de la represión del impulso sexual por el “yo” y aparición de todas esas manifestaciones larvadas, que son los síntomas, los rasgos del carácter y los mecanismos normales; sublimación, chistes y sueños a que ya hemos hecho mención con anterioridad.
La libido
Freud había descrito en primer término; cronológicamente hablando; la existencia del complejo de Edipo. Después describió las distintas etapas de la evolución pregenital de la libido. Vamos a referirnos a todo ello haciendo abstracción del criterio histórico y fijándonos solamente en el criterio evolutivo individual. La libido se localiza en diversas regiones de la superficie cutánea, determinando la producción de placer en esas diversas zonas, llamadas zonas erógenas, cuya excitación produce placer, que son la boca, el ano, el pene o el clítoris. En la etapa oral, que dura hasta el año, el placer se obtiene o bien por el acto de succionar, o por el acto de morder. En la etapa anal, que dura hasta los tres años, el placer proviene o de la retención de materias fecales, cuya prolongación puede provocar la preocupación paterna, o la expulsión de las materias fecales como agente placentero que puede determinar disgustos. En cualquiera de estas etapas pueden surgir tendencias activas o pasivas en la vida y entre ellas la crueldad en forma de sadismo. En la etapa fálica, que aparece a los tres años, en que existe la antítesis “posesión del falo-castración”, como en la etapa anal la antítesis era “actividad-pasividad”. Al principio existe un interés autoerótico. Después hay una relación con el interés por los padres en el complejo de Edipo. Esa etapa está ligada a otros dos placeres; el exhibicionismo genital y el erotismo uretral consisten en el entusiasmo del varón por su capacidad urinaria frente a la de la niña, en que es menor. En la mujer, la etapa similar a la fálica masculina es la etapa clitoridiana.
El complejo de Edipo.
A los cinco años, de acuerdo con Freud, la búsqueda de satisfacción, sobre todo, sobre el progenitor de sexo contrario, pero también de acuerdo con las características de la sexualidad, a que hemos hecho referencia con anterioridad, con el progenitor del mismo sexo, superado por la hostilidad hacia este y hacia otros rivales, determina la aparición del complejo de Edipo. El niño en esta época busca contactos corporales o caricias, se masturba o elabora fantasías de hacer lo que los mayores, o de intervenir en la concepción o en el nacimiento de un niño. Aumentan, sublimado, el interés por otras personas, su curiosidad intelectual, sus tendencias a la acción, por ejemplo, la de separar a los padres monopolizando el objeto de amor, y aparecen, cuando el complejo de Edipo se ha establecido, temores en forma de pavores o de miedo a animales u objetos, la enuresis o arranques de cólera. El complejo de Edipo llega un momento que entra en estado de liquidación. En el varón, la hostilidad hacia el padre rival y el interés sexual por la madre por un lado, conjuntamente con el amor hacia el padre, producen penalidades y hacen que el niño espere ser castigado con la castración. Es el momento en que surge y se establece el complejo de castración, fuente muy importante de fantasías de castigo que, también, no satisfechas, pueden provocar síntomas neuróticos. En plena etapa de liquidación del complejo de Edipo, el niño se identifica con el padre, cuya imagen incorpora. La agresividad contra el rival se vuelve contra sí. Se establece o se promueve la existencia del superyó. Trata de ser como el padre cuya imagen ha incorporado. Las tendencias del complejo de Edipo se subliman. Existe una pérdida de interés por el falo, por falta de madurez o por falta de comprensión de su significado.
Respecto a las fantasías el castigo, y como ejemplo de ello podemos mencionar los casos de enfermos orgánicos que se quejan con exceso utilizando su dolor real para aplacar la culpabilidad inconsciente o el de ciertos neuróticos de la vida civil que se sienten mejor ante los rigores o las disciplinas de la vida militar.
En el caso de la niña, hay similitudes pero hay también diferencias. En lo que respecta a la sexualidad infantil femenina, hay también fantasías inconscientes bisexuales y ambivalentes; hay fenómenos de desplazamiento y de sublimación; se recorren las mismas etapas oral y anal; hay un placer de la succión del seno materno y hay un amor inicial hacia la madre, exactamente igual que en el varón, pero en determinado momento la niña descubre la carencia del falo como el que tiene el varón. El clítoris en realidad es pequeño. Imagina que ha sido mutilada, lo que explica después en la vida adulta el horror, por mecanismo de sublimación, a las hemorragias o a las heridas aun mínimas. Atribuye su mutilación a la madre, y resuelve su situación de ambivalencia sexual eligiendo al padre como objeto de amor por “envie du peni”, por envidia o por deseo del pene que no posee.
Después de estos procesos, surge en ambos sexos un período de latencia, en que los intereses sexuales se adormecen y se produce el desengaño de las experiencias sexuales que determina una fase de autoerotismo y luego fenómenos de masturbación. En la pubertad, vuelven a aparecer los intereses del sexo, la búsqueda de un objeto de satisfacción y, previa una fijación fugaz en los padres nuevamente, liquidada por el tabú del incesto, resulta: en el hombre, el mantenimiento del interés fálico y en la mujer el dejar de considerar el clítoris como un órgano de placer al advertir que también la vagina lo es, el adquirir conocimiento de su función femenina, el renunciamiento al clítoris y la conformidad con su papel pasivo, salvo en el caso de una fuerte existencia de “envie du peni” y el surgimiento de un resentimiento por el hecho de ser mujer. En el curso de toda esta evolución pueden producirse los fenómenos de la fijación y de la regresión. Un motivo traumático cualquiera puede fijar la libido en cualquier etapa y cualquier frustración en etapas siguientes hacer que la libido sufra una regresión, hasta reposar en el punto de fijación que sería la etapa fálica para ciertas manifestaciones histéricas o la etapa anal para los obsesivos.
Concepto de narcisismo.
Es uno de los terrenos más discutidos y más difíciles de la teoría freudiana. Su concepción proviene del estudio de las psicosis, no aclarables por los mecanismos de la represión, la fijación o la regresión. Es narcisismo todo fenómeno en que uno mismo, su persona, su cuerpo o sus atributos se convierten en objetos del instinto sexual. El “yo” se hace activo y pasivo a la vez. El narcisismo se opone al amor objetal, que exige satisfacer aspiraciones emocionales ajenas. Es difícil de distinguir de los instintos del yo en las primeras etapas vitales. En el lactante, en quien se observa el llamado narcisismo primario, no se conoce nada, fuera de sí mismo, por el sujeto, y cualquier factor externo es considerado como una parte de sí mismo. En el adulto, en que existe el llamado narcisismo secundario, este puede ya obedecer al fracaso del amor objetal o puede frustrar, por exagerado, las tendencias objetales. El narcisismo se manifiesta aun en las actividades de la vida normal. En el amor adulto suele mezclarse al amor objetal; en la mujer, en la tendencia a ser adorada o protegida, y en el varón, en la sobrevaloración de la mujer amada considerada como lo mejor del mundo, pero en realidad estimando en ella las propias cualidades del sujeto.
En el amor a los niños, puede suceder que se ame en el niño su propio infantilismo. En el terreno de la patología, el narcisismo se manifiesta, por ejemplo, en el megalomaníaco, en forma de una sobrevaloración patológica de sí mismo. En la melancolía, también como una sobrevaloración, en el mismo hecho de los superlativos humillantes que usa contra sí; y en el esquizofrénico, porque nada fuera de sí mismo tiene valor para el sujeto. En la hipocondría y en las lesiones orgánicas se pierde interés por los objetos sexuales exteriores y se transforma a los órganos en objetos.
Al perderse interés por los objetos ajenos y por la propia personalidad, la atención que busca descargarse y que produce dolor, se concentra en el órgano afectado real o hipocondríacamente, satisfaciendo, así, tendencias autopunitivas, porque son dolorosas, o autoeróticas. En todos estos casos, los intereses del “yo” y los intereses sexuales, como en el caso del lactante, se confunden.
En una segunda teoría de los instintos motivada por la explicación de la agresión que hasta entonces no había tenido interpretación satisfactoria, Freud había observado en la etapa anal una tendencia a la crueldad, al sadismo, en que el masoquismo sería una formación secundaria. Sería el sadismo contra sí mismo. Después de la guerra de 1914, prestó atención al instinto de conservación en relación con la observación de los soldados con neurosis de guerra. Había observado que en los sueños de los soldados se reproducía la situación traumática y que dichos sueños no eran placenteros y no podían obedecer al principio del placer y a satisfacer deseos sexuales, sino que había una evidente tendencia a repetir tendencias pasadas dolorosas. Ese fenómeno, esa llamada compulsión a repetir, sería una tentativa de reparar el trauma inicial, retornando a la época en que aún no se había producido o, si no, un intento de dominarlo en su repetición, como en el caso de la transferencia. Sería esto la base del instinto de muerte, tanático o destructor, el Tánatos, que tiende a la invariación y a volver a la homogeneidad de lo inorgánico.
Dos nuevos instintos aparecen, pero que no se excluyen de una teoría a la otra sino que se complementan. El Eros sería la libido más parte del instinto de conservación; el otro elemento del par sería el Tánatos. Como consecuencia de esta segunda teoría de los instintos, la agresión ya no es necesariamente producida por la libido. Gran parte del comportamiento humano se explica por la tendencia a repetir situaciones pasadas. Y el sadismo y el masoquismo resultan de la conjugación de fuerzas tanáticas y libidinosas en un intento para la conservación del individuo, haciendo que las fuerzas tanáticas se hagan eróticas y, por tanto, menos peligrosas. El masoquismo sería lo primero, concebible no en sí sino como mecanismo de descarga tensional. El sadismo sería lo secundario. El problema de la vida sería el de mantener limitado el Tánatos, erotizándolo en sadismo o masoquismo, y dirigiéndolo hacia otros en forma de agresión. Con esto Freud se mantiene en un terreno estrictamente biológico y niega la influencia de las relaciones parentales.
Otro campo teórico o hipotético de la corriente freudiana es el de la estructura de la personalidad, que resulta de una labor de abstracción y de síntesis de las observaciones efectuadas. Sustituye el concepto de los planos, consciente con asiento de los instintos del “yo”, e inconsciente con los deseos sexuales y los impulsos hostiles reprimidos por la censura, por tres categorías que interaccionan: el Ello, el Yo y el Superyó. El ello, que almacena impulsos caóticos, independientes entre sí, primitivos y subordinados al principio del placer, que no están controlados por la moral o los temores ni organizados en forma temporal; el yo, que se desprende del ello por contacto repetido con el mundo exterior, se basa en el principio de la realidad, impone la represión y la inhibición de los instintos, gobierna las funciones intelectuales y motrices que relacionan al individuo con el ambiente y debe enfrentar las imperiosidades instintivas del ello, las exigencias del mundo ambiente y las normas del superyó, todas las cuales comprometen el sentimiento de seguridad del individuo, su propia estimación, la obtención de su autoaprobación, las relaciones satisfactorias con sus semejantes y la expresión de sus potencialidades por la inminencia de la producción de angustia. Frente a ella se defiende, como mecanismo que se ejerce a través de la represión, y que produce los hechos aislados de la vida diaria, los rasgos de carácter y síntomas neuróticos o psicóticos.
El yo comprende tres partes o sectores: Uno consciente, otro pre-consciente, es decir, que en cualquier momento se puede hacer consciente y un último inconsciente constituido por experiencias o sentimientos reprimidos. El superyó es el tercer sector de la personalidad concebida de acuerdo con esta hipótesis. No basta restringir la perentoriedad y el primitivismo del ello por el peligro del castigo o por reprobaciones del ambiente. Hay muchos impulsos realizables en secreto que son, sin embargo, contenidos por el miedo al remordimiento y a las amenazas impuestas por las fantasías de castigo, miedo que surge del superyó y que para Freud resulta de sedimentos de experiencia. No se trata aquí, como en el caso del yo, de funciones de aceptación, rechazo o ejecución, sino de funciones de autoridad, prohibición o amenaza. El superyó comprende una parte consciente, que es el miedo a la mala conciencia y a los sentimientos compulsivos a un ideal y otra parte inconsciente que se traduce en el sufrimiento neurótico.
Otro aspecto de la teoría freudiana que merece atención es el referente a la angustia. En una primera concepción no incluida en el criterio psicoanalítico, Freud la consideraba como una reacción ante frustración o inhibición del orgasmo sexual provocada por diversas circunstancias, como el celibato, el coito interrumpido o las neurosis. La frustración traía la angustia. En una segunda teoría, 25 años después, establecía que la primitiva reacción de angustia se debía a las transformaciones de la libido cuando el yo era aún débil, y que las siguientes reacciones angustiosas eran una señal de defensa del yo ante un peligro interno y desconocido, similares a las reacciones promovidas por el instinto de conservación en el miedo, ante el peligro externo y conocido. Las experiencias que daban esta señal, que para Rank eran el trauma del nacimiento y para Greenacre, remontándose cronológicamente a épocas anteriores, eran experiencias fetales, se encontraban superadas por los mecanismos defensivos de proyección como en el caso de las fobias o de la represión misma, que tiene tanta importancia y participación en la dinamogénesis de las expresiones del comportamiento.
Para Freud los motivos de defensa son: la angustia real u objetiva, en la neurosis infantil; la angustia frente al superyó, en la neurosis del adulto; la angustia frente a las fuerzas del instinto, cuando estos amenazan el yo, o la angustia por necesidad del yo de mantener su síntesis ante la lucha entre los impulsos contrarios, la homosexualidad contra la heterosexualidad o la actividad contra la pasividad. Los psicólogos de orientación cultural dan, en cambio, importancia a las relaciones interpersonales. La angustia existe cuando algo en el interior del individuo amenaza perturbar sus relaciones con personas consideradas importantes. En el caso de la angustia básica o forma primitiva de la angustia, como la denomina Sullivan, el niño necesita la aceptación de los adultos y evitar su reprobación aprendiendo para ello normas o hábitos diversos de origen social. Si se consigue esa aprobación, surge el sentimiento de euforia; si no, la reprobación determina el sentimiento de pérdida de esa euforia y la angustia consecutiva.
From estima que hay un conflicto entre la necesidad de trabar contacto social y obtener aceptación del medio por una parte y la necesidad de mantener su independencia individual. De ese conflicto surge la angustia. Para Horney la situación de frustración determina en el niño un estado de hostilidad que hace que sienta, a su vez, que el mundo le es hostil y que entre en angustia. Para el caso de la angustia secundaria, Horney habla de un círculo vicioso: la angustia primaria produce defensas y estas a su vez son angustiantes. Sullivan se refiere a lo que él llama sistema propio, que es un conjunto de rasgos adquiridos con la aprobación de personas de significación para el individuo, rasgos obtenidos sobre todo en la niñez. Las inclinaciones que no se adaptan al sistema propio son disociadas, pero si llegan a hacerse conscientes amenazan al sistema propio y desembocan en la angustia.
Otro aspecto de la concepción psicoanalítica es el que se refiere a los rasgos del carácter. Este resulta, bien de una sublimación como forma de satisfacción de un placer, o de una formación reactiva como forma de negarlo. La libido puede fijarse o puede modificarse. Si se fija en una etapa pregenital y esa fijación dura hasta la edad adulta, surgen las perversiones. Por ejemplo, la fijación en la etapa anal determina la homosexualidad pasiva, en la cual intervienen también, como elementos estructurantes, componentes de tipo narcisístico. Si la libido se modifica por los mecanismos ya mencionados de la sublimación o la formación reactiva, pueden surgir según las etapas en que esos mecanismos actúen y según la tendencia modificada, diversos rasgos del carácter. La sublimación de la tendencia a mamar de la etapa oral, produce la amabilidad, el optimismo, la generosidad o el espíritu de justicia, salvo que existan frustraciones, en cuyo caso aparecen el pesimismo y la necesidad de evitar la soledad. Si la sublimación se ejerce sobre la tendencia a morder, se desencadena la agresividad, la envidia o la ambición. En la etapa anal, la sublimación de la tendencia a retener materias fecales produce la afición al dinero en forma de avaricia, tacañería o inclinación por los negocios.
Sublimada la tendencia a manipular con las materias fecales, surge la afición por la escultura y la pintura o el trabajo manual. La formación reactiva de la tendencia a manipular, determina la inclinación al orden, a la pulcritud corporal o de los actos, a la severidad, al detallismo y a la rigidez de formas. La sublimación de la etapa fálica provoca agresividad, insolencia o afán dominador. En la etapa uretral, que se manifiesta como tendencia a seguirse orinando después de la edad normal, provoca la ambición abrasadora o afán de vanagloria. En la etapa narcisística, la sublimación determina la vanidad, la preocupación del yo físico en forma de manifestaciones hipocondríacas. En la etapa maduro genital, en que el principio del placer ha dejado de actuar y en que no hay narcisismo, la sublimación desencadena la amabilidad, la afectuosidad, la receptividad, el sentimiento de seguridad de sí mismo y la capacidad de apreciar el bienestar ajeno y la aptitud y la inclinación a colaborar con los demás.
C. Los disidentes
Si bien el tema que estamos tratando se refiere a Freud y sus continuadores dentro de la corriente ortodoxa, no podemos seguir adelante sin marcar con una digresión la existencia de dos movimientos disidentes fundamentales en la corriente psicoanalítica. Los de Adler y Jung. Adler se separa de la ortodoxia desde 1911. Destaca la importancia del yo y sus funciones; rechaza la teoría sexual de las neurosis y se muestra como un finalista frente al causalismo freudiano. Dice que el sentimiento de inferioridad es universal en el hombre. Primero lo concibe en el terreno de inferioridad orgánica, ante la cual existen dos alternativas: la de sustituir esa disfunción valiéndose de otro órgano o la de tratar de superar esa insuficiencia. Hay una actitud de sacar de esa inferioridad un sentimiento de superioridad. Más adelante en el tiempo, ya no necesita para su teoría que exista un órgano inferior. El niño, en quien es obligado el sentimiento de inferioridad, se siente inferior por su pequeñez o por su desamparo, favorecido por una educación mal orientada, ya en el sentido del excesivo cuidado o de la severidad extrema. Necesita entonces, por lo que él llama la función rectora, ampliar el sentimiento del yo, ser un hombre completo, para dominar el sentimiento de inferioridad que o puede dominarse o si fracasa puede dar la neurosis. Para Adler, Varón es símbolo de poder y los esfuerzos para lograrlo son esfuerzos masculinos. Hay una tendencia general por perseguir un ideal masculino que se traduce en la “protesta viril”, que está justamente más acentuado en los inferiores, es decir, en la mujer y en el débil. El elemento dinamizante no es ya el sexo sino la búsqueda del poder.
El sentimiento de inferioridad actúa de dos modos; o bien por la evasión en la enfermedad como modo de llamar la atención o como modo de eludir un deber, o bien por la lucha más abierta por el poder. Las adquisiciones debidas a Adler son: en un primer grupo de hechos, que el impulso sexual no es la causa de las neurosis, sino que es la pugna entre dos personas por adquirir el dominio sobre la otra; que el complejo de Edipo es el intento del niño por subyugar a la madre y vencer en su conflicto con el padre y que la perturbación sexual, en lugar de producir la neurosis, es la forma como ella se manifiesta. Un segundo hecho adquirido es el de que aplicó el psicoanálisis al estudio de la personalidad entera. Un tercer elemento, en el orden de las adquisiciones, es el de que lo que se llama constitución orgánica es en gran parte producto del intento de adaptación del individuo; y un cuarto punto es el reconocimiento que hace Adler de los valores culturales. El sentimiento de inferioridad femenino es fundamentalmente un producto del ambiente.
La segunda disidencia es la de Jung. Este nunca aceptó totalmente la teoría de la libido freudiana. Recalcó la influencia de los problemas interparentales en el niño, diciendo que cuanto más moldeable era el niño mayor era la influencia recibida. Destacó la importancia de la relación entre padre e hijo y la importancia de la madre ya en la fase preedipiana, haciendo notar el valor de la regresión como el deseo neurótico de volver al claustro materno, signo de seguridad y renacimiento. Dio mayor extensión a la interpretación de los símbolos que en Freud; en lugar de que todo simbolismo tenga un sentido sexual, dice que lo sexual puede ser usado como símbolo de otra cosa, pero el rompimiento con Freud se produce ante la nueva interpretación de la libido. La libido sexual es sólo una forma de la libido primitiva, de la energía indiferenciada y el complejo de Edipo; es el símbolo de los enlaces con los padres que deben romperse con la pubertad.
Negó la importancia de la sexualidad en los primeros años de la infancia, estableciendo que se adquiere solamente en los últimos años de la misma y en la pubertad y a cambio de ello, recalcó la importancia del crecimiento y de la nutrición y que el interés por la madre es, sobre todo en la primera infancia, de carácter nutricio. La represión se ejerce sobre aspectos positivos para Jung, lo mismo que sobre instintos prohibidos. Juzga el análisis freudiano como determinista y de comprensión retrospectiva y entiende que debería mirar hacia el futuro y hallar significado en este lo mismo que en el presente. La educación según Jung produce un conflicto que confina al individuo y lo desvía del “lineamiento general” de su vida. La conjugación de un conflicto con la búsqueda de la auto-realización, por lo que él llama proceso de “individuación”, tiene importancia fundamental en la terapia. La idea del inconsciente colectivo que representa la “sabiduría del tiempo” lo lleva a afirmar que los recuerdos significativos de la humanidad forman la herencia de cada persona y que el proceso de autodesarrollo busca poner en contacto al individuo con el inconsciente colectivo. De ahí la importancia de las relaciones entre el analista y el paciente.
D. Los continuadores
Volviendo a la corriente ortodoxa, a la de los auténticos continuadores de la doctrina freudiana, que como concepción viva fue sufriendo no solamente modificaciones que significaron una desviación, sino agregados que tuvieron el sentido de un complemento, debemos mencionar, en primer término, no en el orden del tiempo, pero sí en el orden de la jerarquía, el movimiento de la escuela psicoanalítica inglesa integrada, entre otros, por Melany Klein, Paula Heiman, Susan Isaacs y Joan Riviere. Melany Klein dice lo siguiente: los instintos más importantes del bebé son de tipo digestivo. El niño pequeño relaciona primero todo lo que le ocurre con el pecho materno, que es la primera percepción que valora y, después, con la madre, a la que ya percibe como persona. Pecho y madre son, pues, los primeros objetos instintivos del bebé. Como al mamar introduce en la boca el seno materno y en el tubo digestivo la leche, imagina interiorizarse, por el mecanismo introyectivo, primero el pecho y después a la madre o su sustituto, la nodriza. Esa representación psíquica se localiza no en el cerebro sino en el tubo digestivo, y se llama imagos o imágenes o personas u objetos internalizados a los objetos o personas mencionados.
Ellos, los imagos, no muestran a la madre o a otra persona como son, sino como el niño las interpreta. Las personas internalizadas, ya en el niño como en el adulto, no quedan estáticas, sino que reciben vida de los instintos y continúan conduciéndose como lo hicieron en la realidad o como el bebé interpretó que lo hacían, cuando lo alimentaron, cuidaron o educaron. Esas personas internalizadas determinan en el niño o en el adulto, impulsos o normas de actuar que reflejan las que pecho, madre, padre tuvieron con el bebé o los comportamientos reactivos de este ante aquellos. Se constituyen, así, comienzos del comportamiento futuro del individuo y de la conciencia moral o superyó. Pero puede suceder un conjunto de contratiempos, entre ellos, el trauma del destete. Cualquier malestar digestivo será relacionado con una frustración o una agresión alimenticia provocada por la madre, a quien considerará como una persona mala, como objeto malo. Si tiene hambre o adelgaza, será porque pecho o madre o representantes internalizados “lo chupan por dentro”. Más adelante, cuando ya muerda, en situaciones penosas de hambre u otras, imagina que pecho o madre lo muerden o perforan el tubo digestivo con posibilidades de desplazamiento hacia otros órganos. Estos procesos psíquicos inconscientes perduran hasta el adulto e influyen en la formación del superyó.
Como la interrelación de bebé y ambiente es sobre todo alimenticia, el superyó empieza teniendo aspectos alimenticios perdurables, como remordimientos que constituyen el prototipo de castigos imponibles, por los padres, la sociedad, el destino o la propia conciencia. Lo que muerde es lo inconsciente del superyó o madre internalizada. Así, en el superyó del niño se crea una madre internalizada mala, que amenaza chuparlo, morderlo, envenenarlo o perforarlo; como reacción surgen fantasías de destruir el pecho o a la madre con las mismas maniobras que la madre internalizada mala ejecuta contra él, o con la saliva, la orina o las heces. De ahí la identificación fantasista del niño con animales feroces. Como consecuencia de los contratiempos alimenticios, de la educación esfinteriana, del nacimiento de los hermanos o de las agresiones de la madre, surge el odio a la madre y luego la culpabilidad por ese odio que persiste en el adulto, caso de los santos, que despliegan su actividad mística en un clima de autoinculpación.
Cuando la madre falte, cuando sus necesidades no le son satisfechas por su gran culpabilidad o su gran dependencia, el niño se forzará por verla como persona buena. No la culpa por el abandono. Explicará todo por haber sido hostil con ella y temerá su venganza por esa hostilidad. Para sobrellevar esos contratiempos y sus conflictos con los instintos, idealiza al pecho y a la madre y busca separar en su psiquismo las representaciones buenas de la madre de las representaciones malas, proyectándolas en otros seres malos.
De ahí que conciba el pecho y la madre buena y el pecho y la madre mala. A esta fase oral digestiva siguen una fase anal, una fase genital, en relación con el complejo de Edipo, que se inicia con el primer año de edad y que dura hasta los cinco o seis, a diferencia de la concepción inicial de Freud, que ya hemos visto anteriormente. Las excitaciones edípicas se satisfarán en fantasías variadas, con la masturbación, pero esas fantasías variadas se apoyan en la experiencia de la fase oral-digestiva. La represión genital por educación impartida por los padres o por temor a la castración, hace renunciar a los deseos edípicos y reaviva una primera fijación a la madre, anterior a la genital. Es una fijación preedípica que se acompaña de idealización materna. La madre será un ser admirable, sin genitalidad, que se sacrifica por él.
Dentro de los psicoanalistas europeos, debemos hacer mención a Rank, Ferenczi y Reich. Rank da importancia, en lugar del complejo de Edipo como productor de neurosis, al trauma del nacimiento, por el hecho de la separación de la madre, y a todas aquellas circunstancias que signifiquen también una separación, como el destete, que por ser la separación del pecho, o la castración, que es la separación del pene, en el lenguaje psicoanalítico, son factores determinantes de angustia. En la mujer, el embarazo sería una forma de retorno por identificación con el hijo, y en el varón el acto sexual es un esfuerzo de unión simbólica con la madre. El complejo de Edipo es el intento de resolver el misterio del origen o del destino del hombre, probando el retorno al seno materno. Rank descartó la orientación biológica implantada por Freud. Los enfermos, según él, por la amenaza de separación, tienden a mantenerse dependientes. El problema del paciente es aprender a formar su propia voluntad y descartar el sentimiento de culpa que se produce cada vez que trata de afirmarse en sí mismo o de independizarse. Las modificaciones de la terapia, que implican en realidad una nueva experiencia, consisten en destacar la situación presente a cambio de la acentuación de lo pasado que pregonaba Freud. El otro elemento es la reacción ante el analista, que está relacionada con la madre, no con el padre. La otra modificación de la terapia es la limitación en el tiempo y, finalmente, la otra característica es la relación de la terapia con la liberación de las potencialidades reprimidas de que habla Jung.
La actitud de Ferenczi es la de buscar mejorar la situación analítica. En su concepción recorrió dos etapas. Una etapa activa y una etapa de relación. Durante la primera, establecía que, mientras mayor cantidad de libido esté sin descargar, hay mayores posibilidades de abreacción. De acuerdo con ello, el psicoanálisis debe hacerse en estado de abstinencia sexual, evitando el comer en exceso o la frecuencia de las micciones, pero con ello no obtenía sino reacciones de cólera e irritabilidad.
Además consideraba todavía la abreacción como un método curativo. En una segunda etapa, en lo que él llamó la etapa de relajación, suponía al neurótico como un individuo que en su infancia no tuvo aceptación o cariño y que necesita descubrir la experiencia de aceptación o cariño. El análisis le daría ocasión de desarrollarse de nuevo, con un buen padre, y de ahí la importancia de la relación con el analista. La diferencia entre la nueva experiencia y la pasada, provoca concientización de la atención en que ha vivido y produce efectos terapéuticos. Da como Freud, todavía, especial importancia al pasado del individuo.
Reich abogó por abordar de frente las resistencias del carácter. No se opuso a la teoría de la libido, tanto que se ha dicho que, en este terreno, era más freudiano que el propio Freud, pero se opuso al concepto del instinto de destrucción y dio importancia a las influencias culturales. Las tensiones corporales, para él, constituyen modos de expresar estados emocionales. Las maneras de reacción individuales que se expresan psicológicamente como tensiones somáticas, son mecanismos protectores convencionales que se originan a lo largo de la vida pasada; pero excluía todo esto del psicoanálisis y lo denominaba educación para el psicoanálisis. Establece también una relación entre carácter y sociedad. Cada orden social, dice, crea aquellas formas de carácter necesarias para su preservación. Niega el masoquismo como forma del instinto de destrucción y lo considera como una adaptación a condiciones sociales desastrosas.
Un grupo de psicólogos de la escuela anglosajona de orientación cultural, da importancia fundamental a las relaciones interpersonales, pero en el momento actual deben ser considerados como una escuela francamente disidente hasta el punto de que están fuera del pensamiento y del movimiento psicoanalítico ortodoxo. Hemos hecho mención de ellos a propósito de la angustia y no vamos a repetirnos. Diremos solamente algunas características de sus concepciones para completar esta exposición.
Karem Horney se manifiesta en franca oposición con la orientación biológica de Freud y como Adler, Jung o Rank pugna por una interpretación cultural de la neurosis. Destaca la importancia para el psicoanálisis de la situación presente del paciente, no sólo psicoanalítico, como en Rank, Ferenczi y Reich sino la general de su vida como Adler. Cree que la voluntad de poder, sin embargo, es sólo uno de los mecanismos neuróticos y que los otros serían la necesidad neurótica de amor, de sumisión o de independencia. Respecto a la compulsión a repetir sostiene que los fenómenos incluidos por Freud no son repeticiones automáticas de la situación de los primeros años de la infancia y que no tienen carácter compulsivo. La actitud primitiva original ha sido ampliada y modificada por experiencias subsiguientes con la figura del padre y por círculos viciosos psicológicos de angustia-defensa y defensa-angustia.
Destaca la importancia de los propósitos neuróticos del paciente como Adler, así como la importancia de la responsabilidad del paciente en la neurosis por los beneficios que de ella obtiene. Las tendencias neuróticas pueden reforzarse y dan los llamados “comportamientos de base” que son el ir hacia el mundo, el ir contra el mundo o el retirarse del mundo. Si coexisten las tres actitudes surgen los conflictos de base, que tienen su fuente en la angustia fundamental. From, como Sullivan, da menos importancia al estudio de los beneficios secundarios de las neurosis que a trazar el cuadro de la personalidad en su conjunto y redescubre la importancia de los choques emotivos de los padres a que ya había hecho referencia. El problema del hombre es la relación específica entre el individuo y el mundo y el individuo consigo mismo. No acepta que la satisfacción del instinto sea el problema central de la naturaleza humana. Los modos de adaptarse no son instintivos, se deben a un aprendizaje y traen como consecuencia que el comportamiento humano es el menos predeterminado de la escala animal y que la naturaleza humana es un producto cultural. Los problemas del hombre dependen de las necesidades que la sociedad le ha impuesto.
El hombre ha obtenido la libertad de ser un individuo, pero no la libertad para lograrlo; por eso hace uso de medios irracionales para vincularse al grupo: el masoquismo, por ejemplo, que es el apoyo de otro como autoridad, la destructividad de todo elemento de comparación o la conformidad automática, que son mecanismos de evasión, dan diversos tipos de carácter. El complejo de Edipo es interpretado por From de acuerdo con el mito. Sería la expresión de la lucha del niño en la sociedad patriarcal, para liberarse de la autoridad de los padres que quieren modelar su vida de acuerdo con sus deseos. Lo sexual puede tener importancia, pero no es la causa de la lucha con el padre. La terapia ha de buscar no que el paciente se adapte a la cultura, sino conseguir en el paciente el desarrollo de un sentido de integridad y de consideración hacia sí mismo.
Sullivan es el más científico de este grupo. Considera al hombre con un substratum biológico y, además, que es el producto de la interacción con otros seres humanos. La personalidad surge de fuerzas personales o sociales que actúan sobre el individuo desde el nacimiento. En el humano hay dos propósitos entrelazados. Uno de satisfacción ligado a necesidades biológicas y que si el medio cultural traba, por ejemplo, en el caso de la satisfacción sexual, provoca problemas. Y otro, de seguridad, resultado de procesos culturales a los que nos hemos referido al considerar, en la exposición de la teoría freudiana, los diversos conceptos sobre la angustia básica.
Él da importancia a lo que llama “distorsión paratáxica”, que consiste en atribuir a otras personas cualidades que no le pertenecen y que en una relación interpersonal puede provocar una situación de falseamiento de la relación de valores. Establece para la terapia la necesidad de enseñar a reconocer la distorsión paratáxica y uno de los métodos es el de la valoración por consenso, que consiste en comparar el valor que da a una persona, con el valor que la gente da.
2.2. El sistema conductual
2.2.1. Historia
La historia del movimiento conductista se inicia en 1912. Este movimiento propicia aplicar al estudio experimental del hombre iguales procedimientos y el mismo lenguaje descriptivo empleado muchos años por diversas investigaciones y cuyos resultados fueron exitosos el experimentar con animales. Si nos remontamos con la historia comprobaremos que la psicología primitiva era conductista, se desenvolvió sobre la noción de que si ponemos una cosa frente a un individuo o un grupo, éstos desplegarán cierta actividad, harán algo.
La psicología conductiva se basa en aprender algo acerca de la naturaleza de la conducta humana. El conductista comenzó por planear el problema de la psicología, desechando toda concepción medieval. Extrajo de su vocabulario científico términos subjetivistas como sensación, deseo, percepción, etc. e inclusive pensamiento y emoción en sus acepciones originales, poniendo en su lugar lo que se puede observar. Para los conductistas lo observable es la conducta, lo que un organismo hace o dice, ya que afirman que hablar es hacer, esto es comportarse.
Esta teoría está basada en la observación de la conducta y en la experimentación. Su fundamento principal es que toda conducta es aprendida. El conductismo tiene como característica esencial su oposición a la psicología de la conciencia. Para las conductistas la conciencia es un concepto abstracto que se identifica con el alma. La propuesta del conductismo radica en la construcción de una nueva ciencia basada en la conducta de ahí el nombre del conductismo. El conductismo es pues una ciencia natural que abarca todo el campo de las adaptaciones humanas.
2.2.2. Conceptos preliminares
Estimulo
Cualquier objeto de ambiente en general o cualquier cambio fisiológico del individuo o del animal. Un estímulo es un evento que activa la conducta.
Respuesta
El sistema de actividad organizada que se destaca a la observación donde quiera y en toda clase de individuo o animal. Es una reacción observable a un estímulo.
2.2.3. El condicionamiento
Condicionamiento Clásico
El aprendizaje es producto de la relación que guardan dos o más estímulos del medio, la relación condicional se da entre estímulos.
Proceso por el cual un estímulo que no provoca una respuesta determinada llega a hacerlo a partir de su asociación con el estímulo que si se la provoca. En este procedimiento intervienen cuatro elementos:
Estímulo Neutro (E.N.)
Aquel que no provoca la respuesta seleccionada y que como consecuencia de su poder provocador a partir del apareamiento con el EI pasara a ser estímulo condicionado.
Estímulo Incondicionado (E.I.)
Aquel cuyo efecto provocado no requiere aprendizaje. Produce una respuesta emocional o fisiológica. Ejem. La comida.
Respuesta Incondicionada (R.I.)
Aquella provocada por el estímulo incondicionado. Respuesta emocional o fisiológica que ocurre naturalmente.
Respuesta Condicionada (R.C.)
Aquella que surge ante el estímulo neutro (ahora estímulo condicionado) como producto de su asociación con el estímulo provocado.
El procedimiento clásico se ejemplifica a través de las operaciones siguientes:
- Presentación de un estímulo neutral: Ejem. Sonido de la campana.
- Presentación inmediata del EI: Ejem. Comida.
- La presentación del EI, dará lugar a la R.I.: Ejem. Salivación.
- Asociación repetida entre EN y EI y la sola presentación del anterior EN (ahora EC) anticipará la producción de una R semejante a la RI, es decir la RC de salivación.
CONDICIONAMIENTO OPERANTE
Es el proceso por el cual la frecuencia con que se emite una respuesta operante es alterada por las consecuencias que esta produce. Las consecuencias que las respuestas operantes producen son denominadas según la función que ejercen sobre la frecuencia de respuestas.
Estas consecuencias pueden ser:
- Reforzante ===> Si aumentan la tasa o frecuencia de ocurrencia de la respuestas.
- Aversivas ===> Si disminuyen dicha frecuencia.
- Neutrales ===> Si no presentan ninguno de los dos efectos.
En el condicionamiento operante es el estímulo consecuente a la respuesta emitida el que controla a esta, mientras que en el condicionamiento clásico es la prosecución del EI lo que potencia al EC.
Los Reforzadores
Pueden clasificarse según su aparición o eliminación del contexto en positivo y negativos:
Reforzador positivo
Son aquellos estímulos que presentados después de la emisión de una respuesta operante específica aumenta la frecuencia de ocurrencia. Este concepto se asocia con frecuencia a un término popular “recompensa”, sin embargo es indispensable reconocer que todo reforzador es una recompensa pero no toda recompensa es un reforzador.
Los reforzadores aumentan la frecuencia de ocurrencia de toda respuesta operante. Para que una recompensa pueda ser considerada como reforzador debe observar si produce el mencionado incremento de frecuencia de respuesta.
Reforzador negativo
Son aquellos estímulos cuya reducción o eliminación del contexto aumentan la frecuencia de ocurrencia de la operante que produce dicha eliminación o reducción, pero también conocidas como estímulos adversivos, dado que dan lugar a respuesta de escape, las que a su vez se incrementan en frecuencia al eliminar a estos estímulos.
Tanto los reforzadores positivos como los negativos pueden ser:
Reforzadores incondicionados
Aquellos estímulos reforzantes relacionados con el funcionamiento organísmico. Son también conocidos como “reforzadores apetitivos”, u humeostáticos. Asi por Ejem. Agua, comida, Temperatura, oxígeno, etc.
Dicho brevemente, aquellas consecuencias de la conducta operante que poseen valor de supervivencia.
Reforzadores condicionados
Conocidos también como “reforzadores secundarios”, aprendidos o “adquiridos”. Son aquellos estímulos sociales o no que adquieren función reforzante si se asocian con reforzamiento incondicionados.
Una consecuencia reforzante de una suma importancia está representada en el reforzador social, definido como aquellos tipos de consecuencia conductuales proporcionadas por personas que han adquirido propiedades reforzantes. Ejem. La madre, frente de reforzamiento afectivo para su niño.
Dos diferencias entre condicionamiento clásico y condicionamiento operante
Se han discutido con insistencia los diferentes procedimientos y del proceso entre el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. Señalaremos dos diferencias entre ambas formas de condicionamiento:
- El condicionamiento clásico no modifica la frecuencia a la que ocurre la respuesta condicionada como si se da en el caso del condicionamiento operante (el condicionamiento clásico afecta solo la intensidad o magnitud de la respuesta).
- El condicionamiento operante comprende el aprendizaje de una nueva respuesta a través del moldeamiento de la conducta operante (en el condicionamiento clásico en lugar de conductas nuevas aparecen “estímulos nuevos” produciendo respuesta similares pero preexistentes a las respuestas incondicionadas.
2.2.4. Enfoques de las teorías conductistas
Teóricos como J.B. Watson, E.L. Thorndike que B.F. Skinner son considerados psicólogos conductistas porque se han dedicado, en forma exclusiva, al estudio de las conductas observables y los cambios conductuales. De acuerdo con este grupo, el aprendizaje es un cambio en la conducta en la forma como actúa una persona ante una situación particular.
Teoría De Watson
La idea de Watson sufrió una evolución definitiva. Hasta 1915 no hizo mención alguna del condicionamiento. En 1915, en su comunicación presidencial a la asociación psicológica Americana, trató el tema de los reflejos condicionados. En su libro de 1919, los reflejos condicionados ocupaban un lugar muy prominente; 1920 publicó un trabajo sobre el condicionamiento al miedo en los seres humanos.
Watson médico, abogado, artista, hombre de negocios, e incluso mendigo o ladrón, prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados. Con todo, Watson no rechazo el concepto de instinto. El instinto es un sistema de reflejos incondicionados o heredados.
Watson aplico el condicionamiento a las formas de aprendizaje más complejas. Consideraba el aprendizaje por prueba y error como un care sencillo de condicionamiento.
Watson dividió toda la conducta humana e explícita e implícita.
La conducta explícita comprendía todas las actividades observables tales como pasear, hablar, cortar leña y sonreír. La conducta implícita incluía la secreción de las glándulas algunas contracciones musculares y las funciones viscerales y nerviosas. Para Watson el lenguaje es un acto de conducta manifiesta exactamente como cualquier otro acto. Se trata de un movimiento de labios y lengua, impulsión del aire, sonido, etc.
El niño aprende hablar mediante su propia vocalización no aprendida. Las palabras son adquiridas por condicionamiento. El niño aprende hablar y a través del lenguaje establece un firme contacto con su ambiente. El lenguaje es conducta manifiesta explícita, como la llama Watson. El hombre controla su conducta verbalizándola, es más sencillo manipular y experimentar con palabras que manipular objetos.
PAVLOV Y EL CONDICIONAMIENTO CLASICO
La teoría de Pavlov es fundamentalmente una teoría de la anatomía y fisiología de los Centros Nerviosos. Aplicada a la conducta humana representa un vaso de reduccionamismo radica que relaciona los fenómenos psicológicos con una teoría fisiológica. La teoría de Pavlov ofrecía el eslabón ausente entre la conducta humana y el sistema nervioso.
Por medio del proceso del condicionamiento clásico, los seres humanos y los animales pueden aprender a responder automáticamente a estímulos que anteriormente no tenían efecto o tenían uno muy diferente sobre ellos. La respuesta aprendida puede ser una reacción emocional como el miedo y el placer.
Descubrimiento de Pavlov
En un laboratorio Ruso, durante los años Veinte, el fisiólogo Ivan Pavlov estaba agobiado por una serie de retrasos en su trabajo. Intentaba responder algunas preguntas sobre el sistema digestivo de los perros, y saber cuánto tiempo le tomaba al perro secretar los juegos gástricos después de haber sido alimentado. Al principio los perros salivaban mientras se les alimentaba. Luego comenzaron a salivar tan pronto veían la comida. Después salivaban en el momento que veían entrar al científico a la habitación gracias al trabajo de Pavlov, comprendemos ahora mejor una importante forma de aprendizaje, el condicionamiento clásico. En uno de sus primeros experimentos, Pavlov comenzaba al hacer sonar un diapasón y registrando la respuesta del perro. En un principio no hubo salivación. Nuevamente alimentó al perro y la respuesta fue salivación. La comida fue un estímulo incondicionado (EI), porque anticipó una respuesta automática de salivación. La salivación fue una respuesta incondicionada (RI) porque nuevamente ocurría en forma automática. Para esto no se requirió un aprendizaje o “condicionamiento” para establecer la conexión natural entre el alimento y la salivación. El sonido del Diapasón es un estímulo Neutro (EN) ya que no anticipaba ninguna respuesta. Después de repetirlo varias veces, el perro comenzó a salivar al oír el sonido, aun antes de recibir la comida. Estimulo condicionado (EC). La respuesta de salivación después del tono, respuesta condicionada (RC).
2.3. Sistema humanista
2.3.1. Surgimiento
La psicología humanista surge como una concepción propia en la primera mitad del siglo XX con las aportaciones de sus principales representantes: W. James, L. Bingswanger, M. Boss, G. Allport, A. Maslow, C. Rogers, R. May, V. Frankl, E. Fromm, R. Laing. En su aparición se pueden identificar tres tipos de influencias: Filosóficas: Humanismo, Existencialismo y Fenomenología. Sociales y culturales: el malestar de la cultura que surge como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, la conciencia de la amenaza atómica y la guerra fría, la insatisfacción social que culminó en los movimiento contraculturales de los años sesenta. Psicológicas: la psicología humanista se presenta como una “tercera fuerza” al ser una propuesta alternativa al psicoanálisis y al conductismo (las dos grandes fuerzas de la psicología en esos años).
2.3.2. Humanismo. Existencialismo y fenomenología
Con la influencia del humanismo, que no es un término unívoco, se alude a una concepción filosófica que: Resalta la dignidad del ser humano y un ideal de vida. En esta línea está la defensa de las libertades individuales y de la democracia de los dos Manifiestos Humanistas (1933 y 1974). Propone un método de conocimiento humanista, en el que se rechaza el absolutismo y hay una preferencia por la flexibilidad frente a la exactitud racionalista. Con la influencia del existencialismo se pone énfasis en la existencia, en cómo los seres humanos viven sus vidas, en la experiencia del ejercicio o de la renuncia a la libertad. Con la influencia de la fenomenología, método privilegiado para acercarse al hombre, que trata de descubrir lo que es dado en la experiencia, de reconsiderar los contenidos de la conciencia tratando de ver más allá de los prejuicios, preconcepciones y teorías del observador; en su propuesta la consciencia siempre tiende a algo, es esencialmente intencional. Hay que matizar que la psicología humanístico-existencial: en Europa se basa directamente en la influencia de filósofos de esta corriente (Kieerkegaard, Unamuno, Heidegger, Brentano, Husserl o Sartre), pero en Estados Unidos primero desarrolla sus propuestas como tal psicología (Maslow y Rogers) y luego encuentra en estos filósofos una afinidad de planteamientos
2.3.3. Los postulados básicos de la psicología humanística
La psicología humanista es más un movimiento que una escuela. Bugenthal, primer presidente, propuso estos cinco postulados básicos de esta psicología:
- El hombre, como hombre, sobrepasa la suma de las partes.
- El hombre lleva a cabo su existencia en un contexto humano.
- El hombre es consciente.
- El hombre tiene capacidad de elección.
- El hombre es intencional en sus propósitos, sus experiencias valorativas, su creatividad y su reconocimiento de significación.
La Asociación Americana de Psicología Humanista propone cuatro postulados:
- Centración en la persona humana y su experiencia interior, así como en su significado para ella y en la autopresencia que esto le supone.
- Enfatización de las características distintivas y específicamente humanas: decisión, creatividad, autorrealización.
- Mantenimiento del criterio de significación intrínseca, en la selección de problemas a investigar en contra de un valor inspirado únicamente en el valor de la objetividad.
- Compromiso con el valor de la dignidad humana e interés en el desarrollo pleno del potencial inherente a cada persona consigo misma y con los demás.
Allport, un destacado fundador, propuso la distinción entre:
- Orientaciones idiográficas: Pone el énfasis en la experiencia individual; y Allport pide una vuelta y una mayor importancia de esta orientación.
- Orientaciones nomotéticas: interesada por abstracciones estadísticas tales como medias o desviaciones estadísticas en búsqueda de una credibilidad científica. Veamos algunos autores individuales de este movimiento.
2.3.4. Ludwig Bingswanger
Bingswanger, discípulo de Husserl y seguidor de Heidegger, desarrolla un procedimiento terapeútico que implique al hombre en su totalidad, tratando de comprender y describir el mundo del paciente. Fue admirador y a la vez muy crítico con la obra de Freud. Propone como punto de partida en la comprensión de la personalidad la tendencia humana a percibir significados en los sucesos y, por ello, ser capaz de trascender las situaciones concretas. Considera que las personas construyen esos significados mediante la toma de decisiones de dos maneras:
- Elección del futuro: es la más adecuada, dado que facilita el crecimiento o la realización de la posibilidad de desarrollo.
- Elección del pasado: ahoga el crecimiento al limitar la posibilidad a aquello que ya es experiencialmente conocido.
Entiende que las diferencias individuales se extienden a través de un continuo que va desde el ser auténtico (con influencia en la propia vida por medio de decisiones y elecciones de futuro) hasta el conformista (indefenso y pasivo ante el medio con elecciones del pasado). Describe la labor terapéutica basada en estos puntos:
- Los trastornos psicopatológicos representan una alteración del ser-en-el mundo.
- El ser en el mundo tiene estructura y por lo tanto puede ser estudiado, descrito y rectificado.
- La psicoterapia pretende entender el proyecto existencial de la persona.
- La psicoterapia procura ayudar a asumir la propia experiencia en toda su plenitud, descubriendo las formas y áreas de alineación, para recobrar la autoposesión y la autodeterminación.
2.3.5. Rollo May
May tiene una influencia marcadamente existencialista y un pensamiento independiente como señalan estos ejemplos:
- Expresa su crítica al psicoanálisis freudiano por reduccionista, pero señala el error que supone desecharlo.
- Impulsa la visión humanista de la psicoterapia, pero critica la exclusión de los elementos negativos de la naturaleza humana que postulan algunos autores humanistas.
- Defendió y con éxito el derecho de los psicólogos a trabajar como psicoterapeutas frente a las asociaciones médicas, pero promovió la evitación de la confrontación.
Propone el concepto de dilema del hombre:
- Este concepto se origina en la capacidad del hombre para sentirse como sujeto y como objeto al mismo tiempo. Así el terapeuta puede analizar la conducta del paciente como objeto y empatizar con su problema como sujeto.
- Aceptando este dilema no puede considerarse al ser humano como “puramente libre” o “puramente determinado”.
Propone como características de la terapia existencial las siguientes:
- Su objetivo es el de aumentar la conciencia del cliente respecto de su propia existencia y, así, ayudar a que experimente su existencia como real.
- La técnica debe estar subordinada al conocer, y seguir, más que preceder, al conocimiento; por tanto, debe ser flexible y ajustarse a las necesidades de cada cliente.
- El terapeuta y el cliente son dos personas en una auténtica relación.
- El terapeuta debe escuchar con atención y respeto, considerando que cada cliente tiene una significación particular según su contexto de vida.
- El terapeuta procura analizar todas las formas de comportamiento de él y del cliente, que impiden el encuentro real entre ambos.
- La terapia existencial se caracteriza por la importancia que da al compromiso o verdadero modo de estar vivo.
2.3.6. Abraham Maslow
Maslow (1908-1970) es una de las figuras más conocidas de la psicología humanística. Intenta formular un sistema holístico abierto a la variedad de la experiencia humana y, por tanto, rechaza el establecimiento de un método único para acercarse a esta diversidad. Centra el interés en el concepto de autorrealización: es la culminación de la tendencia o el llegar a ser en el crecimiento; se define como la obtención de la satisfacción de necesidades progresivamente superiores y, junto a esto, la satisfacción de la necesidad de estructurar el mundo a partir de sus propios análisis y valores.
Establece una jerarquía de necesidades:
- Necesidades fisiológicas: pertenecen a un nivel básico, pero tienen un componente de individualidad (comida, agua, sueño…).
- Necesidades de seguridad. Necesidades de pertenencia y amor: su frustración produce problemas humanos de ajuste.
- Necesidades de estima: sentirse competente, ser reconocido por los propios logros y sentirse adecuado.
- Necesidades de desarrollo o de autorrealización, que culminan en la “experiencia cumbre” (sentimiento de alcanzar una cota como ser humano).
Cuando el proceso hacia la autorrealización se corta, aparecen reacciones desanimadoras, compensatorias o neuróticas y la conducta se focaliza hacia la evitación impidiendo el desarrollo autónomo.
2.3.7. Carl Rogers
Rogers (1902-1987) es quizás el más influyente y conocido dentro de la psicología humanista. Propone la terapia centrada en el cliente (o terapia no directiva):
- Hipótesis: el individuo posee en sí mismo medios para la autocomprensión, para el cambio del concepto de sí mismo, de las actitudes y del comportamiento autodirigido; estos medios pueden ser explotados con sólo proporcionar un clima determinado de actitudes psicológicas favorables.
- Premisas fundamentales:
- La confianza radical en la persona del cliente.
- El rechazo al papel directivo del terapeuta.
Entiende que el ser humano nace con una tendencia realizadora, que si no se tuerce por los sucesos de la crianza, puede dar como resultado una persona de pleno funcionamiento. Enfatiza la actitud y cualidades del terapeuta como elemento esencial del cambio; destaca cualidades tales como empatía, autenticidad y congruencia. Se interesa particularmente por la comprensión y descripción del proceso de cambio en las personas, señalando estos índices de evolución:
- De sentimientos desconocidos, se pasa a reconocerlos como propios.
- De la incoherencia, se toma conciencia de las contradicciones.
- De la negación de los problemas, se toma conciencia de la implicación en ellos.
- De la evitación de la intimidad, se acepta la intimidad.
- De la centracción en los síntomas, se centra en el yo.
- Del conflicto con la propia experiencia, se acepta la experiencia.
- De la centracción en el pasado, se centra en el presente.
III. CONCLUSIONES
Aunque las experiencias concretas de formación no estén muy extendidas y sean pocos los artículos escritos que describan algunas de ellas, sí que encontramos muchas recomendaciones de cómo debería ser hipotéticamente dicha formación. La idea más repetida es la necesidad de que los estudios de psicología jurídica se realicen de forma interdisciplinar (Mc Creary 1977, Poythress 1979, Fenster et al. 1975). Dentro de los puntos que se deberían tener en cuenta en esta especialización, Poythress destaca:
El psicólogo que reciba entrenamiento en psicología jurídica debe familiarizarse con las pruebas y conceptos legales. Esta familiarización se justificaría por el hecho de que un psicólogo sin este entrenamiento puede confundir conceptos legales tales como competencia para ser juzgado y locura, o puede confundir un concepto legal como locura con un concepto de salud mental como psicoticismo. Un área de entrenamiento especial para los psicólogos forenses debería ser el área de los conceptos y pruebas legales, reglamentos y derechos de casos, y la teoría legal relativa a los temas que llegan a ser el sujeto de estudio clínico o de investigación.
Se debe instruir hacia la utilización de pruebas psicodiagnósticas propias. Un error común en el psicólogo clínico es administrar una batería estándar de tests psicológicos y después intentar contestar diversas cuestiones legales con los datos del test psicológico tradicional, a pesar del hecho de que los tests nunca fueron destinados ni validados para contestar cuestiones legales.
El psicólogo jurídico deberá familiarizarse con la literatura relevante ya que los tribunales esperan que el testimonio sea reflexivo, informado y consistente con los mejores datos científicos disponibles. Suele ser habitual que los miembros del tribunal se interesen por datos científicos como la fiabilidad y validez de las pruebas utilizadas. Además el psicólogo forense debe también conocer la literatura relevante para su propia protección en la sala de audiencia. Una táctica raramente utilizada pero potencialmente poderosa es que el abogado recuse el peritaje con investigación publicada desde el propio campo del experto.
El psicólogo debe aprender a defenderse ante el tribunal adquiriendo una serie de habilidades para funcionar de forma efectiva ante él, por ejemplo saber preparar el ante-juicio, conocer las áreas vulnerables de la repregunta, presentar de forma efectiva el testimonio con el mínimo uso de jerga, etc.
IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ANEXOS
- Davini, Gellon De Salluzi. (1978). Psicología general. Editorial: Ed. Kapelusz, Buenos Aires.
- Diego Gonzales. (2010). Didáctica o dirección del aprendizaje. Octava Edición.
- (1972). Obras completas. Biblioteca Nueva. Madrid.
- Delgado. (2003). La doctrina de Freud. Rev. de Psiquiatría Uruguay, Nos. 33-34.
- (1950). Hechos y teorías del psicoanálisis. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
- Jorge Capella Riera. (1999). Aprendizaje y constructivismo. Ediciones Massey and Vanier.
- José Antonio Russo. (1968). Lecciones de Psicología General. Lima, UNMSM
- Munne Matamala, F. (1986): “Psicología jurídica: Algunas reflexiones en torno a una interdisciplina en despegue”. En Anuario de Psicología y Sociología Jurídica (en prensa).
- Schilder. Introducción a una Psiquiatría Psicoanalítica. Buenos Aires: BETA.
- Dalbiez. El método psicoanalítico y la doctrina freudiana. Buenos Aires: DEDEBEC.
- Nacht. De la pratique a la théorie psychanalitique. Presses Universitaires de France.
- Telmo Salinas García. (2003). Nociones de psicología. Ed Adunk SRL. Lima Perú.
- (1961). El Psicoanálisis. Breviarios del Fondo de Cultura Económica. México.