PROBLEMÁTICA DEL DESARROLLO SOCIOECONÓMICO


I.          INTRODUCCIÓN

El presente ensayo tiene por título “PROBLEMÁTICA DEL DESARROLLO SOCIOECONÓMICO”. Se toma en cuenta los principales factores tanto políticos, sociales y/o económicos que incidieron negativamente o positivamente en mayor o menor grado en el desarrollo económico del Perú.

 

Los aspectos tomados en cuenta para el desarrollo del presente trabajo fueron la minería ilegal, el terrorismo, la migración y la informalidad.

 

Se tomó en cuenta estos temas pues afectan en un mayor o menor grado al desarrollo económico y social de país. Por otro lado se puede mencionar que el estado aun no puede resolver los problemas colaterales que traen consigo estos temas.

II.         ARGUMENTACIÓN

Como se sabe la minería ilegal es una actividad que afecta drásticamente el medio ambiente pues no reúnen las condiciones técnicas establecidas para la realización de este tipo de actividad.

Por otro lado el terrorismo es un flagelo que aprovechó determinadas coyunturas, se alimentó de antiguas debilidades institucionales, aprovechó determinadas fallas estructurales, recogió ciertas reivindicaciones y graves frustraciones, expresó cierto imaginario y logró enraizarse en distintos sectores sociales y escenarios geográficos donde el estado no tenía presencia.

Otro aspecto considerado es la migración la cual ha hecho que la población urbana  se quintuplique y que necesariamente la ciudad se reorganice. Pero al mismo tiempo la ciudad ha individualizado a sus habitantes. Ha comenzado a predominar el esfuerzo personal sobre el colectivo. Han surgido nuevos empresarios que, a diferencia de los tradicionales, son de origen popular. Por otro lado ha conllevado al hacinamiento, la invasión de terrenos y cerros los cuales no cuentan con servicios básicos. Asimismo estas construcciones son un peligro pues están más construidas sin respetar las normas técnicas lo cual es un peligro en caso de movimientos sísmicos.

Finalmente la informalidad el cual abarca al conjunto  de empresas, trabajadores y actividades que operan  fuera de los marcos legales y normativos que rigen la actividad económica. La informalidad es la forma distorsionada con la que una economía excesivamente reglamentada  responde tanto a los choques que enfrenta como a su potencial de crecimiento.  Conlleva la pérdida, por lo menos parcial, de las ventajas que ofrece la legalidad: la protección policial  y judicial, el acceso al crédito formal, y la capacidad de participar en los mercados internacionales.

 

III.        PROBLEMATICA DEL DESARROLLO SOCIOECONOMICO

3.1.     Medio ambiente: Minería artesanal

Uno de los sectores productivos que atentan contra el medio ambiente es la minería. Según Glave (2005) en los últimos años en el Perú se han desarrollado varios conflictos entre comunidades locales, organismos del Estado y empresas mineras, poco se ha avanzado en sistematizar estas experiencias. Una revisión de la literatura sobre conflictos mineros en el Perú nos muestra que, con alguna excepción (Aste y otros 2004), no se han desarrollado y/o utilizado marcos conceptuales que ayuden a entender, identificar y clasificar los conflictos mineros.

 

La llamada minería artesanal; o a pequeña escala; de oro es una actividad plenamente reconocible en el país desde mediados de la década de 1980. Su proliferación se debe sobre todo a una combinación de supervivencia y oportunidad, muy ligada a la creciente pobreza y a la falta de oportunidades de empleo. Este tipo de minería explota exclusivamente oro, y se encuentra en plena expansión debido a los altos precios de este metal.

A pesar de la amplia variedad de características de las operaciones que conforman la minería artesanal, se puede llegar al consenso de que trata de operaciones mineras de pequeña escala, que utilizan tecnologías rudimentarias e intensivas en mano de obra, y con poca exigencia en cuanto a salud, seguridad y cuidado ambiental.

 

De Echave (2005) afirma respecto a la importancia económica de la minería a pequeña escala, que esta representa el 12% de la producción nacional de oro, es decir, casi 21.000 kilogramos anuales. Este porcentaje se ha mantenido estable durante toda la última década. Aunque no se tiene un estimado oficial del número de mineros que se dedican a esta actividad, los estimados van desde las 20.000 personas hasta las 150.000; esta gran diferencia tendría que ver con la inclusión de personal a tiempo parcial e incluso de mano de obra infantil.

 

Según Perla (2005) un efecto negativo que acompaña a las operaciones de minería artesanal o en pequeña escala es su deficiente manejo ambiental. El uso intensivo de mercurio para amalgamar el oro, la emanación de gases y la dispersión de partículas de mercurio durante su quema hacen que esta actividad sea sumamente contaminante y que tenga grandes impactos sobre la salud pública. Los esfuerzos públicos para detener la contaminación han estado centrados en la provisión de retortas, herramientas que capturan los gases y las partículas de mercurio durante su quema. Sin embargo, los avances han sido limitados debido a la poca adecuación de estas retortas a la idiosincrasia y a las características del proceso productivo de los mineros.

 

Recientemente, se ha dado un incremento del uso de pozas de cianuración para el beneficio del oro. El impacto radica en la pobre preparación de las pozas, que pueden generar filtraciones, y en la disposición inadecuada de los relaves.

 

Según Barrantes (2005) otro de los principales problemas que enfrenta la minería a pequeña escala es su escasa formalización, lo que da paso a operaciones mineras muy inseguras, propensas a la sobreexplotación de mano de obra y generadoras de pasivos ambientales muy severos. Por otro lado, tal informalidad impide que el Estado regule el sector, que su producción se integre a los circuitos formales de comercialización de metales y que pague sus respectivos impuestos.

 

3.2.     Terrorismo

El conflicto armado se inició en Ayacucho, uno de los departamentos más pobres del país, y fue allí donde produjo el mayor número de víctimas. De acuerdo a los testimonios recogidos por la CVR, la violencia golpeó principalmente a los habitantes más pobres en las áreas más pobres del país. Sin embargo, como esos mismos testimonios indican, la pobreza no explica por sí sola el estallido de violencia sin precedentes que vivió el país. Es más preciso verla como uno de los vectores importantes que contribuyó a encender el conflicto y como el telón de fondo sobre el cual se desarrolló este drama (Neira, 1987)

 

Contra ese telón de fondo, adquieren un papel muy importante en la explicación del conflicto las múltiples brechas que atraviesan el país. La más visible y dramática es la que separa a ricos y pobres. Tanto o más que la pobreza misma, importa la inequidad, las abismales diferencias entre los que más tienen y los que sobreviven. Recordemos que el Perú tiene una de las peores distribuciones del ingreso en América Latina y en el mundo.

 

Pero no se trata sólo de una distribución desigual de la riqueza sino también del poder político y simbólico, incluyendo aquí el uso de la palabra: quién «tiene derecho a hablar», quién es escuchado y a quién se le prestan oídos sordos. Esto es importante de destacar pues SL ofreció a sus seguidores un discurso que producía la ilusión de abarcar toda la realidad, así como la posibilidad de hacerse escuchar y de silenciar. (Núñez, 1984):

 

La voluntad política es decisiva para explicar el inicio de cualquier subversión armada, pero no basta para explicar su duración, en nuestro caso, para explicar cómo ese «puñado de comunistas» avanzó hasta dar la sensación de que ponía en jaque al Estado y al país entero. Para comprender esa «década de la violencia» es necesario advertir cómo esa voluntad política aprovechó determinadas coyunturas, se alimentó de antiguas debilidades institucionales, aprovechó determinadas fallas estructurales, recogió ciertas reivindicaciones y graves frustraciones, expresó cierto imaginario y logró enraizarse en distintos sectores sociales y escenarios geográficos. Es necesario preguntarnos, entonces, por las causas históricas que le permitieron encontrar espacio a la explosión senderista

 

«Tierra o muerte» fue el lema que entre 1958 y 1964 identificó al movimiento campesino más importante por esos años en América del Sur. Cientos de miles de campesinos y trabajadores agrícolas se organizaron y movilizaron a lo largo del país, ocuparon cientos de miles de hectáreas en manos de grandes propietarios. Sin embargo, en todos esos años murieron sólo 166 personas, menos que en los primeros diez días de agosto de 1991. (Guzmán y Vargas, 1981).

 

3.3.     Migración

En los últimos  70 años, la migración indígena ha hecho que la población urbana  se quintuplique y que necesariamente la ciudad se reorganice. Pero al mismo tiempo la ciudad ha individualizado a sus habitantes. Ha comenzado a predominar el esfuerzo personal sobre el colectivo. Han surgido nuevos empresarios que, a diferencia de los tradicionales, son de origen popular. (Soto, 1990)

 

En términos  generales, el proceso de urbanización peruano se desencadenó con las grandes migraciones del campo a la ciudad que, si bien comenzaron un poco antes, están registradas por las estadísticas nacionales desde 1940. Así, en el caso de Lima, entre ese año y 1981 los migrantes han aumentado 6.3 veces, de 300,000 a 1’900,000. (Soto, 1990).

 

Según De  Soto (1990), el desarrollo espectacular que han tenido las ciudades modernas se debe, a la atracción que la industria localizada ha ejercido sobre los pobladores de otros lugares. Las gentes que vivían en los alrededores de la ciudad han sido los primeros que, poco a poco, se han asentado en la urbe.

 

Luego, lo han hecho gentes provenientes de más lejos, campesinos a los que la vivacidad de la ciudad les atrae más que la montaña y la opresiva vida rural. Finalmente, el aumento del volumen de las ciudades ha absorbido otros pequeños y medianos núcleos de población adyacentes, disolviendo cualquier traza de su antiguo carácter.

 

Al crecer el número de migrantes a la ciudad, se percataron de que no les era posible incorporarse a las actividades sociales y económicas establecidas legalmente y les era sumamente difícil acceder formalmente a la vivienda, la educación y sobre todo, a la empresa y al trabajo.

 

Los inmigrantes constituyen generalmente agrupaciones de pobreza dentro de la sociedad opulenta. Un somero análisis de este fenómeno demostraría en primer lugar que el motivo que impulsa esa emigración es la insatisfacción en su sociedad originaria, fundamentada por una situación de absoluta carencia.

 

A todo esto hay que agregar las barreras creadas por el clima, por el diferente estilo y nivel de vida y, a veces incluso por las propias características étnicas. El trabajador emigrante se encuentra desprovisto de los elementos de sociabilidad que existían en su lugar de origen. Ante un ambiente ingrato y hostil se tiene que refugiar entre sus parientes o amigos de su lugar de origen, lo que aumenta la distancia con la sociedad receptora. Buscan fórmulas sustitutivas de sus añoradas instituciones  locales y no pueden encontrar más que  mínimas compensaciones que no son otra cosa que el remoto espejismo de la realidad abandonada.

Las aspiraciones de regreso a sus lugares de origen hacen que los emigrantes vivan en unas condiciones peores aún que las que posibilitan sus salarios.

 

Al pretender plasmar a su regreso las ilusiones en realidades se imponen un ahorro riguroso, privándose de todo aquello que consideran superfluo. Esto provoca el que parte de los emigrantes radicados en las ciudades lleven una vida todavía más miserable que en su lugar de origen.

 

Los inmigrantes se tienen frecuentemente que agolpar en viviendas colectivas, en barracones eventuales, asentamientos humanos, invasiones, etc. donde la degradación se une a la masificación y a la explotación económica. (Capuñay, 1992).

 

En muchos casos, el trabajador inmigrante se encuentra en una situación peor que la tipificada como de marginación.

 

Según Altamirano (1996) considerando a los factores que presentan un mayor grado de asociación con el comportamiento migratorio, tenemos que, en el caso de la inmigración, el principal factor que la explica pertenece a la dimensión económica del desarrollo y más concretamente, a la estructura ocupacional. La relación de dependencia económica efectiva se puede considerar como un indicador de oportunidades de ocupación y, en este sentido, la inmigración es más alta en aquellos lugares en donde el grado de ocupación y las expectativas de mejores oportunidades de trabajo son mayores.

 

3.4.     La informalidad

El sector informal está constituido por el conjunto  de empresas, trabajadores y actividades que operan  fuera de los marcos legales y normativos que rigen la actividad económica.  Por lo tanto, pertenecer al sector informal supone estar al margen de las cargas tributarias y normas legales, pero también implica no contar con la protección y los servicios que el  estado puede ofrecer.  Esta definición, introducida  por De Soto (1989) en su clásico estudio sobre la informalidad, ha alcanzado gran popularidad ya que  su fortaleza conceptual permite concentrar el análisis en las causas de la informalidad antes que  meramente en los síntomas de ésta.

 

La informalidad es la forma distorsionada con la que una economía excesivamente reglamentada  responde tanto a los choques que enfrenta como a su potencial de crecimiento.  Se trata de una  respuesta distorsionada porque la informalidad supone una asignación de recursos deficiente que  conlleva la pérdida, por lo menos parcial, de las ventajas que ofrece la legalidad: la protección policial  y judicial, el acceso al crédito formal, y la capacidad de participar en los mercados internacionales.

 

Por tratar de eludir el control del estado, muchas  empresas informales siguen siendo empresas pequeñas  con un tamaño inferior al óptimo, utilizan canales irregulares para adquirir y distribuir bienes y  servicios, y tienen que utilizar recursos constantemente para encubrir sus actividades o sobornar a  funcionarios públicos.  Por otra parte, la informalidad induce a las empresas formales a usar en forma más intensiva los recursos menos afectados por el régimen normativo.

 

En los países en desarrollo en particular, esto significa que las empresas formales tienen un uso menos intensivo de mano de obra de la que les correspondería tener de acuerdo a la dotación de recursos del país.  Además, el sector informal genera un factor externo negativo que se agrega a su efecto adverso sobre la eficiencia: las actividades informales utilizan y congestionan la infraestructura pública sin  contribuir con los ingresos tributarios necesarios para abastecerla.  Puesto que la infraestructura pública complementa el aporte del capital privado en el proceso de producción, la existencia de un sector informal de gran tamaño implica un menor crecimiento de la productividad (Loayza, 1996).

 

La informalidad surge cuando los costos de circunscribirse al marco legal y normativo de un país son superiores a los beneficios que ello conlleva.  La formalidad involucra costos tanto en términos de ingresar a este sector; largos, complejos y costosos procesos de inscripción y registro; como en términos de permanecer dentro del mismo –pago de impuestos, cumplir las normas referidas a beneficios laborales y remuneraciones, manejo ambiental, salud, entre otros.

En principio, los beneficios de la formalidad son la protección policial frente al crimen y el abuso, el respaldo del sistema judicial para la resolución de conflictos y el cumplimiento de contratos, el acceso a instituciones financieras formales para obtener crédito y diversificar riesgos y, más ampliamente, la posibilidad de expandirse a mercados tanto locales como internacionales. Cuando menos en principio, la pertenencia al sector formal también elimina la posibilidad de tener que pagar sobornos y evita el pago de las multas y tarifas a las suelen estar expuestas las empresas que operan en la informalidad.

 

Por ello, este sector predomina cuando el marco legal y normativo es opresivo, cuando los servicios ofrecidos por el gobierno no son de gran calidad, y cuando la presencia y control del estado son débiles.

 

IV.       CONCLUSIONES

  1. El terrorismo fue un flagelo que afecto al país y aún existen remanentes que están coludidos con el narcotráfico que ocasionan de manera periódica bajas en vidas de personal militar y/o policial.
  2. La minería ilegal es una actividad que afecta al medio ambiente en las zonas donde operan.
  3. La migración constante de as provincias hacia Lima y/o ciudades importantes en la costa ha llevado al hacinamiento, la invasión de tierras y ha incrementado la delincuencia.
  4. La informalidad es una actividad que no ha disminuido a pesar de las políticas de exoneraciones y/o beneficios tributarios para lograr la formalización de sus actividades.

 

 

V.        BIBLIOGRAFIA

  1. GLAVE, Manuel y Rosa. MORALES (2005). “Análisis institucional ambiental en el Perú: Country Environmental Analysis Perú 2005”. Documento preparado por encargo del Banco Mundial.
  2. ASTE, Juan; José DE ECHAVE y Manuel GLAVE (2004). Procesos de concertación en zonas mineras del Perú: resolviendo conflictos entre el estado, las empresas mineras, las comunidades campesinas y los organismos de la sociedad civil. Lima: Grupo de Análisis para el Desarrollo, Cooperación y Grupo ECO.
  3. BARRANTES, Roxana; Patricia Zárate y Anahí DURAND (2005). Te quiero pero no: minería, desarrollo y poblaciones locales. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
  4. DE ECHAVE, José y Víctor TORRES (2005). Hacia una estimación de los efectos de la actividad minera en los índices de pobreza. Lima: Cooperación.
  5. PERLA, Cecilia (2005). ¿Cuál es el destino de los países abundantes en recursos naturales? Nueva evidencia sobre la relación entre recursos naturales, instituciones y crecimiento económico. Documento de Trabajo 242. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
  6. Loayza, Norman (1996), “The Economics of the Informal Sector: A Simple Model and Some Empirical Evidence from Latin America,” Carnegie-Rochester Conference Series on Public Policy, 45, 129-62.
  7. De Soto, Hernando (1989), The Other Path: The Invisible Revolution in the Third World, Harper Collins.
  8. Comisión de la verdad y la reconciliación. Causas del Conflicto armado interno.
  9. De Soto (1989). El otro sendero. Instituto Libertad y Democracia.
  10. NEIRA, Hugo (1987). Violencia y anomia: Reflexiones para intentar comprender, Socialismo y Participación, No. 37, marzo de 1987, p. 1-13.
  11. NUÑEZ, Carlos (1984). Informe: Ayacucho la flor sangrienta, Hoy, 8 de julio de 1984.